El microscopio 3D, valuado en medio millón de dólares, escapaba a las posibilidades económicas del doctor Álvaro Campero. Así le resultaría imposible enseñar a sus alumnos de la cátedra de neurocirugía en la Universidad Nacional de Tucumán. Pero no bajó los brazos. Y por sólo 3.000 dólares, encontró una solución que hoy aplauden en el mundo.
El largo camino de investigación, que contó con la colaboración del ingeniero Juan José Sáez y el editor de videos Benjamín Arnedo, llegó a un invento genialmente oportuno, que ya se lreplica exitosamente en otras partes del mundo; y cuenta con el aval de la prestigiosa revista World Neurosurgery, que le dedicó un extenso artículo en la sección “Haciendo Más por Menos”: “La ventaja de poder proyectar las cirugías en 3D desde el punto de vista pedagógico son inmensas, porque le permiten a los estudiantes que está siguiendo la intervención ver exactamente lo mismo que el cirujano que está operando”.
Según cuenta el doctor Álvaro Campero, que además de su faceta de inventor y docente se desempeña como jefe del servicio de Neurocirugía en el hospital Padilla, la creación del microscopio para grabar cirugías en 3D surgió ante la imperiosa necesidad de que sus alumnos de neuroanatomía y neurocirugía dejaran de estudiar de una manera estática (hasta entonces se tenían que conformar viendo filmaciones en dos dimensiones ) y lo hicieran de una forma más directa, como en otras partes del mundo.
Pero sus buenas intenciones chocaban con el medio millón de dólares que costaban los microscopios 3D: “Fue entonces cuando surgió el desafío de porqué no diseñarlo nosotros mismos. Teníamos la experiencia para hacerlo, solo faltaba encontrar la forma de cómo instrumentarlo”.
“En un viaje que realice a Buenos Aires me entrevisté con el ingeniero José Sáez, especialista en óptica, a quien le conté mi idea. En dos meses teníamos el microscopio armado con las dos cámaras incorporadas. Pero todavía nos faltaba lo más difícil, que era ensamblar y alinear en un software los dos videos resultantes. Anduve más de ocho meses buscando una solución al problema, hasta que un día me junte con el editor de video Benjamín Arnedo, que en menos de 20 minutos, en un bar, me armó el software que necesitábamos. Y con una inversión de apenas 3000 dólares estábamos en igualdad de condiciones con los alumnos del primer mundo, que estudiaban neurocirugía con un microscopio 3D -sostiene Campero con una amplia sonrisa-. Y a diferencia de los que existen en el mercado, el sistema que nosotros creamos se puede adaptar a cualquier microscopio, no necesariamente tienen que ser uno de alta gama”.
-¿O sea que no siempre hace falta dinero para conseguir los objetivos?
-No, a veces solo hace falta juntar un equipo creativo y talentoso para que surjan cosas muy interesantes. De hecho, hoy, nuestro sistema ya se replica en el mundo.
-¿Cómo es eso?
-Sí, nuestro invento tiene hermanos gemelos en Brasil y México.
-¿Y por qué decidieron no patentarlo?
-Porque la idea nuestra no es lucrar, sino todo lo contrario, queremos que esté al alcance de cualquier neurocirujano que lo necesite. Porque en definitiva, lo que pretendemos es que con la enseñanza en 3D las nuevas generaciones de neurocirujanos sean mucho mejor que las que hay actualmente, y puedan salvar más vidas.
-¿Pero se están perdiendo de ganar mucho dinero?
-Nunca fue ese nuestro objetivo, ojalá que de aquí a cinco años nuestro invento pueda ayudar a miles de neurocirujanos.
-Su método no pasó desapercibido y salió publicado en la prestigiosa revista World Neurosurgery. ¿Qué significó eso para ustedes?
-Una gran satisfacción, porque salió en una sección que se llama “Hacer más con menos”, que es de alguna manera el lema de los médicos de América Latina. Y además nos sirvió como aval y para difundirlo más, porque es una revista que la leen todos los neurocirujanos del mundo.
-Y después de este invento, ¿qué desafío se plantea para el futuro?
-Seguir venciendo los “no se puede”. Nunca me quedo con los brazos cruzados y siempre vamos hacer lo imposible para cambiar esa respuesta por un “sí se puede”. Y te diría que en más de un 95 por ciento de las veces lo conseguimos.
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