Está parado sobre el lateral derecho del recinto externo en que la elefanta de 50 años camina de un lado a otro. Cada tanto se detiene cerca de un container, que desde hace unas horas abrieron para que ella se familiarice. Ese objeto enorme y extraño será el que a fines de marzo la traslade al Santuario de Elefantes de Brasil. El que observa cómo se comporta Mara es Scott Blais, fundador de dos santuarios de elefantes: el más grande de América del Norte (The Elephant Sanctuary en Tennessee) y el primero y único en América del Sur. El hombre apunta sus percepciones en una grabadora, sobre la que a modo de tic apoya su mentón. Y mientras tanto, sigue con detenimiento todo lo que hace la elefanta asiática. La estudia. Cambia de lugar y se para justo detrás de esa caja mientras evacua dudas con los veterinarios, que también la observan. Indaga al equipo de cuidadores sobre cada acción de la paquidermo, que habita ese lugar desde 1995. Todo eso lo ayuda a conocer cómo es el carácter y cuáles las actitudes normales de Mara, que cumple cuarentena y vive sus últimos días en el Ecoparque de Buenos Aires.
De allí partirá a un “edén de elefantes”, como califica Blais al santuario que dirige y fundó junto a su esposa Kat en 2013, ubicado cerca de la ciudad de Cuiabá, capital del estado de Mato Grosso. Fue un hilo de experiencias vividas durante la adolescencia el que determinó que dedicara su vida a rescatar elefantes de zoológicos. Lo intentó con la elefanta Pelusa, que murió en su jaula en La Plata en 2018, y ahora pone todo de sí para llevarse a Mara.
Con ese objetivo y con la misión de acondicionar para el viaje a la elefanta nacida en la India en 1970, regresó al Ecoparque de Palermo donde trabajó durante dos días. En una pausa de sus tareas recibió a Infobae para contar cómo es ese trabajo y cómo será el camino que llevará a la animal a la reserva de Brasil. “El objetivo principal de estos días es que Mara ingrese al container de transporte voluntariamente. Es sólo darle la oportunidad para que explore y empiece a sentirse cómoda con ese lugar”, dijo sobre la importancia de que la elefanta llegue a esa meta. El sábado siguiente a la visita de Scott, Mara entró voluntariamente a la caja. La cuenta regresiva para el traslado comenzó.
La experiencia que llevó a Scott Blais a dedicarse a rescatar elefantes en cautiverio
Scott siempre amó a los elefantes. Verlos de cerca y compartir con ellos era un sueño, y con ese fin, a sus 13 años, buscó trabajo en un Parque Safari de los Estados Unidos. “Juntaba basura, cortaba el pasto y empecé a hablarle a los entrenadores de elefantes porque me despertaban mucha curiosidad. Cuando tenía 14 años me ofrecieron trabajar con elefantes y a los 15 empecé a entrenarlos. Me sentí afortunado en muchas formas al estar con diferentes elefantes hembras, machos, jóvenes, crías, en el lugar donde se reproducían. Pero fue desafortunado porque fue el típico empleo tradicional con elefantes. ¡Había un nivel de abuso horroroso! En esa generación eso era lo normal para los elefantes y había que dominarlos, porque sino se volvían rudos y salvajes... Esto fue cuando tenía 15 años y yo les creía”, reconoce apenado y cuenta que ver la manera en que explotaban aquellos animales lo hizo tomar la decisión que definió su vida.
“Después de unos años pensé que había que hacer algo distinto con los elefantes, debíamos cambiar. Empecé con esa idea y conocí a una de las persona con las que trabajo. Pensamos inventar cómo podíamos darles a los elefantes una vida distinta. Nos dimos cuenta que debíamos hacer algo por nuestra cuenta porque iban a estar muy limitados por el manejo del zoológico, que ademas tenía miedo de cambiar. Y decidimos comprar una propiedad en Tennesse, en los Estados Unidos, y les dimos una nueva vida. Dijimos ‘quizás podemos ayudar a cuatro elefantes, quizás más, no sabemos, pero vamos a intentar algo diferente’”.
Así inició la historia que califica como “inimaginable”. “¡Mirar elefantes es hacer una transformación que no puedo creer! Yo trabajé con muchos de ellos: para ese entonces con más de 30. Lo que vimos en los zoológicos cambió completamente nuestra perspectiva. No sólo respecto de quienes son los elefantes sino del daño que generaron los zoológicos”, reflexiona.
“Cuando ves elefantes que vienen de un circo o de un zoológico y ves la transformación que ocurre en dos días, dos semanas, dos meses y dos años en los que están en el santuario ¡es increíble!”.
Fueron esas experiencias las que determinaron que Blais y su esposa Kat comenzaran con una nueva organización sin fines de lucro en los Estados Unidos, el Global Sanctuary for Elephants (Santuario Global para Elefantes). El primer santuario lo instaló en Tennesse y el segundo en Brasil, donde podría llegar a alojar a más de 30 individuos de la especie ya que el lugar de 28 hectáreas (que piensa ampliar) tiene todo lo necesario para que empiecen una nueva vida.
Agradecido por el trabajo que el equipo de veterinarios y cuidadores logró con Mara, reflexiona. “Creo que esto es importante: todo el mundo tiene una impresión muy mala de los zoológicos, de los circos; mismo de la gente que trabaja en los zoológicos, pero la realidad de por qué los elefantes están en éstas situaciones es porque toda la sociedad lo aceptó en algún momento. Todo el mundo que ha visitado un zoológico, todo el mundo que fue a un circo, todo el mundo estuvo involucrado en esto... Han apoyado la negligencia sobre la fauna silvestre. No es intencional, pero es un hecho que es nuestra responsabilidad y es nuestra culpa que esto pase y es nuestra responsabilidad modificarlo y hacer un cambio positivo”.
Mara se va: su traslado del Ecoparque de Buenos Aires al Santuario de Elefantes de Brasil
La entrevista con Scott Blais se realizó el jueves 27 de febrero, mientras Mara observaba la caja en la que viajará 2700 kilómetros y era observada por el hombre que tiene a cargo el traslado que se hará efectivo a fines de marzo o principios de abril. El objetivo de su visita fue conocer un poco más a la elefanta que había visto en 2018 cuando llegó a compartir los últimos días con Pelusa, la elefanta que habitó el zoológico de La Plata y que murió a los 52 años esperando su liberación. Fueron unas fotos que se viralizaron las que pusieron el alerta sobre su estado de salud.
La situación que se vive con Mara, que se convertirá en la primera elefanta que dejará su vida en cautiverio en Argentina y abrirá las puertas para la liberación de los otros de su especie que aún esperan en zoológicos locales y en otros de Latinoamérica, es distinta: tras la cuarentena iniciará su anhelado viaje.
—¿Cómo es la última etapa de Mara en el Ecoparque y el inicio de los preparativos del traslado?
—Le está yendo muy bien para ir al siguiente paso, que es el traslado al santuario de Brasil. Es una gran etapa porque tenemos mucho apoyo del equipo del Ecoparque, todos están siendo muy cariñosos con ella y la están acompañando en este proceso. El objetivo principal de estos días es introducirla al container de transporte. Esto es sólo darle la oportunidad para que explore y se empiece a sentir cómoda con ese lugar. Vamos a ayudarla, a estimularla ofreciéndole comida y dándole la oportunidad de que conozca el lugar sin demasiada expectativa, sino que ella haga lo que quiera. Hasta ahora lo está haciendo muy bien y está a un paso de poner un pie a la caja. ¡No podría ser mejor! (El sábado 29 de febrero, horas después de que Blais retornara a Brasil, Mara ingresó voluntariamente a esa caja).
—¿Qué recuerda del primer contacto con Mara? ¿Nota diferencias desde lo que pudo observar en 2018 y lo que se encontró durante esta visita?
—La primera vez que vi a Mara fue muy poco tiempo. Cuando llegué, las elefantas africanas estaban afuera y Mara adentro. Vi un poco del trabajo que hacían con ella en los bretes, pero fue muy poco el tiempo cuando salió antes de que me tuviera que ir. Fue una introducción muy cortita. Era una idea muy pequeña de quién era ella en ese entonces. La diferencia que vi hoy respecto a 2018, no fue sólo en Mara sino en la dinámica del equipo, que era totalmente distinta.
—¿Cómo será el proceso del traslado de Mara?
—Todo el traslado es simple. El primer paso es aclimatarla a la caja de traslado, el segundo es subir la caja con ella adentro al camión de traslado y después el camino en la ruta. El último paso es ingresarla al santuario. Durante el viaje todo lo que se haga dependerá de cómo esté ella: la cantidad de paradas que se hagan, todo el manejo que se haga durante el viaje. En general, se maneja entre 18 y 20 horas al día y depende de cómo esté se para entre 4 y 6 horas por la noche, pero si necesita descansar, descansará más tiempo. Este es el viaje de Mara, es lo que le decimos a todo el equipo, entonces va a depender de cómo esté ella.
—Dice que todo dependerá de cómo se sienta ¿de qué manera se da cuenta si necesita descansar o seguir camino?
—Ahora estoy empezando a entenderla más, no solamente por aclimatarla para el traslado sino por observarla y entender cuál es su normalidad. Hablo con los cuidadores para saber qué actitudes son normales en ella, entonces observo sus actitudes, cómo camina, cómo son sus caderas, no solamente para el traslado sino para cuando llegue al santuario y se vincule con otros elefantes.
—Viajará con parte del equipo de veterinarios y cuidadores ¿esto es un alivio?
—Es otro beneficio que parte del equipo viaje conmigo ya que estaremos en contacto, comunicándonos y diciendo qué es lo normal para Mara. Antes hablamos sobre que cuando come, ella hace un sonido y se toca parte de la boca, esa es su normalidad, por ejemplo. Yo pregunto todas las dudas que tengo. Es como con las personas: cada elefante es distinto. Esta es la oportunidad de conocerla: observar la expresión de sus ojos, observarla cuando mira la caja de traslado y ver cuál es la expresión facial, cuál es su expresión cuando está afuera y toma una siesta, por ejemplo. Durante el viaje se observarán las mismas cosas. La mayoría de la gente piensa que los elefantes no tienen expresión facial, pero cada uno tiene la suya. Y es igual con las otras elefantas del santuario.
—Una vez que llegue al santuario ¿con qué se encontrará Mara?
—En mi opinión, ¡al llegar encontrará el Edén para elefantes! Es algo que a Mara le gustará mucho. Yo estoy muy contento por pensar en ella contactándose con otros elefantes y sintiéndose más libre y que tenga libre contacto con otros elefantes porque acá se ve que tiene interés en contactarse con las (elefantas) africanas y es algo que tiene muchas ganas de hacer y es evidente. ¡No puedo esperar por ver esa interacción con las otras elefantas! El santuario le ofrecerá la oportunidad de empezar a explorar qué es ser un elefante. ¡Acá es imposible que explore como debería explorar un elefante, por ejemplo con la pastura, con los árboles, con las flores, con las plantas, el olor de los animales salvajes, los sonidos de la naturaleza, otros elefantes que estén en ese espacio...!
—Y al momento de salir de la caja ¿qué pasará? ¿Qué verá?
—La estructura del santuario tiene un sector para elefantes al aire libre, muy similar a las áreas de manejo y de tratamiento de este lugar, ya que está techado, pero toda esa parte es abierta. Apenas se abra la caja de traslado se le dará la oportunidad de ingresar a estos espacios. Ella pasará la noche en ese lugar para descansar, comer, tomar mejor y depende de su comportamiento si al otro día podemos permitir que otro elefante ingrese para que esté en contacto con ella, no directamente sino a través de barreras físicas. Esta una parte crítica en la que se pueden tocar con las trompas, pueden olerse, verse, pero hay barreas de seguridad.
—O sea que su comportamiento será el termómetro a medir lo que sigue.
—Depende del comportamiento si esperaremos más tiempo para abrir las puertas o si serán un par de horas. El mismo día le daremos acceso a la parte externa de las instalaciones donde tiene pastura y árboles. El lugar tiene cinco espacios interconectados de 28 hectáreas, que vamos a seguir ampliando. Ni bien se la vea segura y cómoda con el lugar se la dejará explorar y que vaya al espacio más grande posible.
—¿Cómo se imagina a Mara dentro de un año?
—¡Es imposible decirlo! Todos los elefantes reaccionan de diferente manera, no podemos saber lo que va a pasar, pero lo que diría es que si ves fotos del animal antes y después del santuario vas a ver un elefante completamente distinto. Me gustaría que podamos invitar a muchos de los cuidadores para que tengan la oportunidad de verla allá. Ellos la conocen mucho, pero la conocen acá y cuando la vean en ese ambiente verán que ese espíritu por completo se esté expresando y lo que emerja en el santuario será indescriptible e increíble.
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