“Hola soy Nelson Martínez, coronavirus N°13 en Argentina”. Así se presenta en su blog “coronavirus caso 13”, uno de los hasta ahora 31 infectados, que se encuentra internado en el Hospital Muñiz de la Ciudad de Buenos Aires. El hombre llegó proveniente de Italia y decidió escribir una bitácora en la que relata cómo pasó de un “viaje soñado” a contraer la enfermedad. Habla de la falta de controles en Ezeiza cuando llegó y del día a día con los médicos del centro de salud donde transita la cuarentena.
En trece posteos, comenzó contando que estuvo por el norte de Italia y Eslovenia con su pareja, entre el 11 de febrero y el 4 de marzo. “Fue increíble, soñado”, describió. “La existencia del virus en regiones del norte italiano llegó a nuestros oídos a mitad de viaje, cuando estábamos en Bologna. Desde allí hasta llegar a la Argentina tuvimos todos los cuidados que indicaban las autoridades italianas", informó.
La pareja argentina fue esquivando durante días el avance de la enfermedad: “Viajábamos y el virus siempre por detrás; era llegar a una ciudad y enterarnos que se habían descubierto casos en la ciudad que habíamos dejado”. De todas maneras nunca tuvieron miedo, la idea que mantuvieron fue: “Tomar precauciones y disfrutar nuestras vacaciones”. El goce de ir recorriendo y conociendo distintas ciudades italianas culminó no bien emprendieron el regreso a la Argentina. El vuelo que tomaron hizo escala en Madrid, donde “el pánico comenzaba a aparecer”: el aeropuerto de Barajas estaba “casi desierto”. Sin embargo, el avión con destino a Buenos Aires “venía repleto, completísimo”. “Después de casi 11 horas, donde cada estornudo era un misil con ojivas tóxicas, llegamos a Ezeiza”, describió la tensión que se vivió en ese vuelo.
Al aterrizar, “empezaron las sorpresas”. Tras haber estado casi un mes fuera del país, mientras el COVID avanzaba a nivel mundial, la pareja argentina desconocía lo que se iba a encontrar. La sobreinformación que les llegaba desde Argentina mientras ellos vacacionaban les generó “miles de interrogantes”. Era una “caja de Pandora lo que nos podía suceder en el aeropuerto, desde quedar en cuarentena, hacer una declaración jurada o ir directo a un hospital”, graficó el desconcierto.
El hombre de 51 años esperaba encontrarse con un control hiperestricto, pero... “Sorpresa, nos olvidamos que estábamos en Argentina y entonces bienvenidos sean desde Italia”, escribió con cierta ironía sobre la falta de controles sanitarios una vez que bajaron del avión el pasado 5 de marzo.
Nelson Martínez, que hasta el momento no había presentado ningún síntoma, y su esposa desayunaron en un local de comidas rápidas del aeropuerto “sobrepoblado de gente, uno al lado del otro”. “No había que protegerse de nada, por alguna razón seguramente buena, no había controles”, pensó. Según comentó esta persona, allí hablaron con la camarera que los atendió, quien les reveló que “nunca hay controles, sólo ayer que vinieron los medios”.
Al salir del aeropuerto, los trasladó a su casa “un chofer muy cordial”, que “debe estar loco de saber a quiénes transportó”, escribió luego de contraer coronavirus. Al llegar a destino decidieron aislarse por dos semanas, como indica el protocolo del Ministerio de Salud de la Nación. Sin embargo, al día siguiente salieron a hacer trámites: “Recuerdo que hice mil cosas y una salud de hierro, no notaba el cansancio", relató el hombre, quien agregó que su pareja le insistía para que no se excediera. Más allá de haber estado en la vía pública durante varias horas, él asegura que se mantuvo “alejado del contacto con la gente, mínimo un metro”.
Martínez sostuvo que “a esa altura nadie podía presagiar lo que se venía”. A los dos días de haber regresado al país, durante la madrugada del sábado 7 de marzo, comenzó con “decaimiento, dolores musculares de pies a cabeza, tos seca y temperatura en ascenso”, aunque sin llegar a ser fiebre, agregó. Su pareja no presentó ningún síntoma, pero horas más tarde empeoró: ahora sí, apareció la fiebre. “Me dolía hasta la piel y lo que más me alarmó fue que me dolían los dientes, fue horrible”. A esta altura los síntomas coincidían con los del coronavirus. En ese contexto decidió llamar al SAME y se aplicó el protocolo, debido al cuadro que presentaba y a su procedencia desde Italia.
Finalmente, el pasado sábado quedó internado en el Muñiz a la espera de que le confirmen si tenía o no coronavirus. “Cero miedo y cero dudas de que pronto me darán el alta”, sostenía lleno de fe mientras continuaba aislado. Asimilando que iba a pasar varios días encerrado en el hospital, Nelson empezó a hacerse “dueño de mi lugar”. Describió a su habitación como “mi PH de un ambiente”, en donde acomodó la mesa a su gusto, desplegó sus libros y se dispuso a no estar “siempre acostado”. “El personal de Muñiz me decía, ‘es la oficina de Nelson’”, contó con humor.
Justamente a los médicos que estuvieron pendientes de su salud los calificó como “hombres y mujeres maravillosos, son la mano de Dios que nos cuidan en la Tierra”. “Me miman, me hacen chistes, me dan ánimo, siempre contentos y alegres, positivos”, los elogió, sintiéndose “bendecido”.
Luego comenzó el tratamiento propiamente dicho, como parte del protocolo para determinar si era o no portador del virus que acecha al mundo. “Pinchazos y pinchazos por todos lados, tipo regadera, además de las vías endovenosas, ocho pastillas por vía oral cada día, esta es mi rutina hasta hoy jueves 12”, publicó el jueves.
Nelson sumó a su bitácora fotos de él en la clínica, con el barbijo, acostado, sonriente “para que vean mi estado de ánimo”. Además, publicó fotos de sus “dominios”: sus libros y su habitación.
En retrospectiva, el paciente contó que le avisaron que tenía coronavirus el martes pasado. “Más que avisarme, me lo confirmaron”, publicó junto a unas capturas de pantalla de distintos portales en los que informaban el día anterior a que él supiese, que había un paciente de 51 años internado en el Hospital Muñiz. “Los medios desde el lunes, sabían antes que yo que era portador. En fin, cosas que pasan... Ustedes no entienden nada, yo entendía menos", describió el desconcierto. “Esta parte fue de locos, bien Argentina, bien criolla”, lamentó Nelson, quien continúa internado a la expectativa de ver cómo avanza su enfermedad en su organismo y en un país que comienza a paralizarse buscando evitar la propagación local.
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