Hace exactamente una semana, durante su discurso ante la Asamblea Legislativa, el presidente Alberto Fernández anunció que en los próximos días presentaría un proyecto propio de legalización de la interrupción legal del embarazo "que permita a las mujeres acceder al sistema de salud cuando toman la decisión de abortar”.
Se trata de la primera vez en la historia argentina que un presidente envía al Congreso un proyecto de ley de este tipo y, en simultáneo a la euforia “verde” que trajo el anuncio, la reacción de los sectores “celestes” no se hizo esperar.
Este domingo 8 de marzo, en el Día Internacional de la Mujer, la Iglesia Católica convocó a sus fieles de todo el país a una misa frente a la Basílica de Luján bajo el lema “Sí a las mujeres, Sí a la vida” para hacer un reconocimiento a la figura femenina, repudiar las distintas formas de violencia que se ejercen contra la mujer y al mismo tiempo rechazar el proyecto de legalización del aborto.
En una mañana nublada pero de intenso calor, la explanada frente a la imponente Basílica empezó a poblarse de a poco de una multitud variopinta. Agrupaciones religiosas, organizaciones sociales, familias con niños y grupos de jóvenes comenzaron a llegar a la plaza Belgrano con los ya distintivos pañuelos celestes, banderas con los nombres de distintas localidades de la provincia de Buenos Aires y el interior del país y carteles contra el aborto y la “ideología de género”.
En la previa al comienzo de la misa, una familia que llegó temprano escribe en distintas cartulinas blancas los nombres de los legisladores indecisos o contrarios al aborto, para expresarles su apoyo y “el valor de salvar las dos vidas”.
La espera se amenizó desde el escenario con la intervención del coro de la Basílica que el público acompañó con cánticos en defensa de la vida desde la concepción y consignas contra el proyecto que tratará este año el Congreso. De un momento a otro, cuando empezó la misa, los carteles y banderas se bajaron para que todos pudieran ver y la plaza quedó inmersa en un silencio respetuoso.
“Mucha gente se está sumando y cada vez crece más la ola celeste”, dice Ayelen Alancay, referente de la Fundación Más Vida, a Infobae mientras tomaba con sus dos manos la panza de 7 meses de embarazo de su hija. “Si bien es difícil y duro vivir este debate estando embarazada, redoblo mis energías porque a mí, que puedo ver y sentir a mi hija en el vientre, me llama el compromiso de salir a defender a otros niños que por ahí no tienen la misma posibilidad”.
“Una cosa es hablar de la problemática del aborto desde afuera y otra cosa es vivirlo desde adentro. Las madres que nosotros acompañamos sufren pobreza, violencias, diferentes situaciones, pero cuando vos las ayudás y estás junto a ellas, eligen la vida”, dice parada al frente de la columna del Partido Celeste en la misa.
Monseñor Oscar Ojea, obispo de San Isidro y presidente de la Conferencia Episcopal Argentina (CEA), quien estuvo a cargo de la homilía, aludió en su mensaje a las prioridades del Gobierno en un país con “altos niveles de pobreza e indigencia", desnutrición infantil y falta de agua potable, que llevan a la elección de “temas que enfrentan a los ciudadanos de a pie” y atentan “contra la fraternidad”.
Ojea también reivindicó la postura de “argentinos y argentinas, creyentes y no creyentes” con "la profunda convicción de que hay vida desde la concepción”. “Es injusto y doloroso llamarlos anti-derechos o hipócritas”, reprochó en un momento que motivó el más estruendoso aplauso de la mañana.
También apoyó la aplicación de una “educación sexual verdaderamente integral” y señaló que la Iglesia acompañará “todas las políticas sociales que favorezcan la atención a la mujer embarazada especialmente en situaciones de conflicto y de extrema vulnerabilidad”, en lo que podría ser una referencia al "plan de los 1.000 días” para mujeres embarazadas en situaciones de vulnerabilidad, con los que el gobierno busca compensar el impacto negativo de la legalización.
“Ese plan lo apoyamos”, señaló Alancay. “Pero veo negativo que se plantee una opción de ayuda y una opción de aborto. Es aborto o es vida, no hay grises. ¿A los hijos de las mamás que puedan seguir adelante con su embarazo por estos programas les decimos que sí a la vida y a los otros no?”, cuestionó. “Creo que lo que está buscando el Ejecutivo es tratar de dejar contento a todos en un tema donde no se puede”.
El ex vicepresidente del Banco Nación y ex candidato presidencial del Frente Nos, Juan José Gómez Centurión, también estuvo presente entre el público. “Esta convocatoria de la CEA es una muy buena iniciativa para rezar por las mujeres argentinas y fundamentalmente para que la dirigencia argentina de una vez por todas se dé cuenta de que la Nación Argentina no es abortista”, señaló en diálogo con Infobae. “Ya fracasó el proyecto del aborto con Macri y va a volver a fracasar el proyecto del aborto con el presidente Fernández. La única diferencia de Fernández con Macri es que Fernández lo dijo durante toda la campaña. Pero es lo mismo”.
“Son proyectos internacionales de intentar que en Argentina la salvación de la pobreza sea el aborto. La solución de la pobreza está en la producción y del trabajo, no aniquilando a los chicos pobres por nacer. La gente más carenciada, más humilde, no quiere el aborto. Quiere tener a sus hijos”, manifestó el veterano de la guerra de las Islas Malvinas. “La política argentina debe empezar a pensar que el derecho de la vida del niño es un tema constitucional y debe hacerse cargo que es un sujeto de derecho”.
A diferencia de otras manifestaciones religiosas en contra del aborto, esta ceremonia tuvo la particularidad de que, al ser celebrada un 8 de marzo, contó con un importante componente reivindicativo de la mujer. Monseñor Ojea se refirió en su mensaje a la “presencia insustituible” de la mujer en las familias, condenó “la crueldad de los femicidios y todo tipo de violencia y discriminación ejercida contra las mujeres" en distintos ámbitos: “la familia, el trabajo, la escuela, la calle y, dolorosamente lo decimos, también en la Iglesia”.
“Renovamos en esta Eucaristía nuestro compromiso de desterrar de entre nosotros una cultura que pueda favorecer el encubrimiento y cualquier tipo de silencio cómplice ante este delito”, expresó, provocando otro de los más fuertes aplausos.
Un cartel llama la atención: “El verdadero ejemplo de mujer empoderada es la Virgen María, aunque no les guste a muchas”, con esta última palabra en color verde oscuro. Lo tiene en sus manos con una sonrisa Belén Lombardi, una joven de 24 años de Buenos Aires, que se dirigió a la ceremonia con su familia por lo que ella entiende que es “una cuestión de humanidad, no de religión o ideología política”.
Consultada por su expresión en la pancarta, dice: “Generalmente, en el día de la mujer, una de las cosas que hacen las feministas es incendiar catedrales, atentar contra la religión cristiana y contra la virgen María. La virgen María fue una mujer que en una situación súper difícil, de vulnerabilidad, y en una época que se condenaba muchísimo a las mujeres y especialmente a las madres solteras, le dijo sí a la vida y fue un sí que cambió y dividió la historia del mundo".
“Lo que quiero representar” -continúa- “es que el problema no es con la Iglesia, la virgen María o los católicos. El problema es con los violentos reales, que lamentablemente muchos están dentro de la Iglesia. Pero, como decía el obispo, tenemos que pelear contra ellos también, contra todos los abusadores. Los católicos no somos los enemigos. Son los cafishos en los burdeles, la trata de blancas, el tráfico de drogas, los golpeadores, los femicidas. Contra ellos tenemos que ir”.
“La homilía es excelente porque me parece que hacía mucho que la Iglesia no se comprometía de esta manera y no volcaba ciertos temas de inclusión o sobre los abusos dentro de la Iglesia Católica. Los católicos repudiamos esos abusos, entonces celebro que un sacerdote en una fecha tan importante los haya repudiado”, agrega.
Tras las palabras de Ojea y la finalización de la misa, los obispos agradecieron la presencia y apoyo de las agrupaciones evangélicas, se realizaron oraciones por las mujeres embarazadas en situación de vulnerabilidad o como producto de un abuso, por las mujeres que abortaron y luego una oración interreligiosa de la que participaron mujeres judías y musulmanas.
José María Di Paola, más conocido como Padre Pepe, fue uno de los curas que más tardó en dejar su lugar luego de la ceremonia. Decenas de fieles lo rodeaban para comentar la homilía o sacarse selfies.
“Me pareció muy claro”, expresó sobre el discurso de Ojea. “La Iglesia ya lo ha demostrado. Junto a muchos de los curas que estamos acá, de los barrios populares, cuidamos la vida en toda su dimensión. Desde antes de su nacimiento, en el nacimiento, mientras el chico se desarrolla, en la educación, cuando un chico cae en adicciones. Para nosotros cuidar la vida es amplio”.
"Por eso pensamos que esta defensa de la mujer y de la vida es la mirada correcta que se tiene que tener en la Argentina", siguió. "Me gustó mucho lo que dijo Oscar. Los temas se tienen que analizar con tranquilidad, responsabilidad y seriedad. No como un Boca-River".
“Y me parece que hay que analizarlo también desde los barrios más pobres”, agregó. “Porque a veces los discursos de algunos funcionarios parecen solamente interpretar lo que pasa en los lugares académicos, en las clases medias. Y a veces ese mismo tema en los barrios populares no existe o tiene otras dimensiones. Hay un problema de salud gravísimo en los barrios nuestros. Me parece que la agenda la tiene que poner la gente y no los organismos internacionales”.
Fotos: Franco Fafasuli y Nicolás Stulberg
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