Cuando se despertó en el sillón de su casa, Melanie Grabner no sabía cómo había llegado hasta ahí. Lo último que recordaba era que había ido a la fiesta de cumpleaños de su amiga y compañera de colegio, Quimey D. Hasta el lugar, la casa de Iván D.M. (un rugbier del club Círculo de Ex Cadetes del Liceo Militar General San Martín), la llevó su mamá, Mariana Iaffar. “Llegué a eso de la una y media de la madrugada. Había alrededor de 30 personas, entre ellas, muchos chicos del club a los que no conocía. Estaban en el patio escuchando música, tomando y fumando. No había adultos”, describe Melanie acerca de la noche del 23 de septiembre de 2017, que marcó su vida para siempre.
Según el relato de la joven, en un momento del festejo, le ofrecen un trago y ella lo acepta. “Pensé que era vodka con jugo de naranja pero ahora sé que, además, le habían puesto drogas. Pegué un par de sorbitos y, al rato, empecé a sentirme muy mal”, cuenta. Fue entonces cuando le pidió a Ludmila L., otra de sus íntimas, que la acompañara al baño para mojarse la cara. “Cuando me miré al espejo estaba muy pálida y tenía las pupilas dilatadas. Bajamos las escaleras, me senté en una silla y me desvanecí”, explica.
Lo que siguió después -cuenta Melanie- lo fue recordando con el tiempo y, al día de hoy, aún le quedan baches. “Me levanté por el dolor que sentía. Estaba tirada en el piso y había cinco chicos abusando de mí. Tres de ellos intentando meter sus penes en mi boca. Tenía ganas de vomitar. Empecé a llamar a mi amiga Quimey a los gritos para pedir ayuda, porque me estaban agarrando los brazos. No entendía nada”, dice sin poder contener el llanto.
Mientras sucedía todo esto, en el domicilio de los Grabner, la mamá de Melanie miraba una película y hacía tiempo para ir a buscarla a la fiesta. A eso de las 3.30 am, como su hija dejó de contestarle los mensajes de WhatsApp, se preocupó y se fue para lo de Iván. “La encontré llorando en el baño. Les pregunté a las amigas qué había pasado y me dijeron que Melanie se había emborrachado”, cuenta Mariana a Infobae y asegura que, si bien le llamó la atención que estuviera descalza, jamás se imaginó lo que realmente le había ocurrido su hija. Con ayuda de Catherine (la hermana mayor de Melanie) la mujer subió a su hija al auto y se la llevó a la casa. “Apenas podía pronunciar una palabra. Mucho menos, mantenerse en pie. Así que la acosté en un sillón en el living”, agrega.
EL DÍA DESPUÉS
A la mañana siguiente la joven de 17 años no sabía cómo había llegado hasta a su casa. “Me levanté y el primer impulso que tuve fue ir a bañarme, porque me sentía muy sucia. Empecé a sacarme la ropa y comencé a encontrar moretones. Además, tenía sangre en todas mis partes íntimas, rasguños… No entendía nada”, dice Melanie y cuenta que empezó a mandarles mensajes a sus amigas para preguntarles qué había pasado en la fiesta. Para su sorpresa, ninguna de las dos le respondía de manera concreta. “Hablá con Iván”, le contestaron. Quimey, incluso, se mostró ofendida con ella y la culpó por haberle arruinado la fiesta de cumpleaños.
Según consta en el expediente (en función de lo que declararon Quimey e Iván), un rugbier que se llama J.C. se acercó a Melanie y la llevó a un altillo que había en la casa. Como ella “pedía más diversión”, empezaron a sumarse otros integrantes del equipo de rugby: S., J., F. y D. “Le pregunté a Iván por qué tenía las rodillas todas llenas de sangre y me contestó que me había caído en el patio. También me dijo que uno de sus amigos se había lastimado la rodilla y que me quedó sangre de él. Yo leía los mensajes y pensaba: ‘Esto es imposible’”, explica Melanie a este medio.
Finalmente, cuando se metió en la ducha, empezó a tener “flashes” de lo que había ocurrido la noche anterior. Entonces se hizo un ovillo debajo del chorro de agua y lloró, lloró sin parar. Después, le pidió a la mamá que llevara al hospital porque se sentía mal.
UNA PESADILLA SIN FIN
Una vez en La Trinidad de San Isidro, la joven no pudo contenerse y le dijo a la médica que creía que habían abusado sexualmente de ella. Tras pedirle que se quitara la ropa, la doctora la revisó y se lo confirmó. Afuera del consultorio, Mariana Iaffar empezó a notar cierto revuelo. “Veía entrar y salir médicos hasta que me llamaron a un costado para contarme lo que le había pasado a mi hija. Fue terrible”, asegura.
Tras aplicarle el Protocolo Único para Examen de Víctimas de Abuso Sexual, Melanie recibió distintas vacunas, entre ellas, una contra el VIH. Además, durante un año, se vio obligada a tomar medicación diaria y a realizarse un control hematológico a causa de las enfermedades venéreas que se podría haber contagiado. Por varios meses, también, tuvo que dejar de usar pantalones y ropa ajustada “porque le incomodaba”. El colegio (en ese momento le faltaban tres meses para graduarse) lo terminó en su casa.
Tres semanas después de aquel 23 de septiembre de 2017, y por insistencia de sus padres, Melanie decidió hacer la denuncia. “Fui tres veces a la comisaría: una vez me arrepentí mientras estaba esperando mi turno. En el fondo, tenía miedo de lo que podía llegar a pasar. Pensaba que los rugbiers iban a aparecerse en mi casa o en cualquier lado”, cuenta.
Cuando fueron a la UFI N° 14 de Villa Ballester la mamá de Melanie llevó la ropa interior que su hija usó la noche de la fiesta. “La había guardado en una bolsita de nylon, pero no me la recibieron. Me dijeron que había pasado mucho tiempo así que la tiré. Todavía me arrepiento”, dice la mujer a Infobae.
Lo que siguió después no fue fácil. Sumida en una depresión, Melanie pasó tres meses encerrada. Dormía todos los días, no quería salir de la casa, no quería ver gente, no quería que nadie la tocara. “Hasta el día de hoy es muy raro que yo te pida un abrazo”, asegura.
LA FURIA DE MELANIE
Un año después del hecho, a pesar de haber contratado a un reconocido abogado, la causa quedó archivada. Melanie se enojó tanto, que decidió hacer un descargo en sus redes sociales. “Los escraché a todos con nombre y apellido. Después, empecé a recibir mensajes privados de otras chicas, que habían sido víctimas de estos mismos chicos”, cuenta. Hace una pausa y agrega: “Me sentí más aliviada. Hubo mucha gente que me apoyó y eso también me hizo seguir adelante”.
Además del revés judicial, la joven seguía sin tener claro qué había pasado el 23 de septiembre de 2017 y eso la angustiaba el doble. Lo peor: “Una vez, mientras fumaba un cigarrillo, me vino como un flash de cuando yo estaba fumando en la fiesta. Empecé a tener ataques de pánico”, describe.
En esta parte de la entrevista interviene la doctora Raquel Hermida Leyenda, especialista en Delitos contra la Integridad Sexual y Criminóloga (Toma 44 F243 CPACF) quien, desde el 19 de febrero de 2019, asumió el patrocinio de Melanie. “Lo que ella padece son amnesias lacunares y son muy habituales en víctimas de abuso sexual. Hasta que no recuerde todo el hecho, no va a poder sanar porque para hacerlo, primero que hay que conocer lo que uno atravesó. Gracias al trabajo con la doctora Marcia Braier y la licenciada Alicia Castro, de a poco, está pudiendo reconstruir lo que vivió”, dice Leyenda.
Melanie asiente y agrega datos sobre la hipnosis a la que se sometió. “Me fueron induciendo hasta que llegué al momento de la fiesta. De repente, me vinieron todos los recuerdos juntos: sabía quién estaba enfrente mío, quién era el que me agarró la mano, quién estaba en la puerta haciendo de campana, quiénes eran los dos chicos que estaban contra la pared esperando para ser los siguientes… Fue muy shockeante”, admite.
Gracias a ese trabajo, la joven pudo ponerle nombre a dos chicos más que no conocía pero cuyos rostros sí recordaba. “Además de sus fotos en las redes sociales, también empezaron a deschavarse con los comentarios que hacían. Después de la difusión que hice en Instagram uno de los rugbiers me contestó: ‘Fueron buenos tiempos’”, cuenta Melanie con indignación.
LA CAUSA HOY
La doctora Raquel Hermida Leyenda logró activar la causa que estaba archivada y no descarta un encubrimiento. “No sabíamos quiénes estuvieron presentes en la fiesta porque jamás se pidió un listado de invitados. Tampoco estábamos al tanto de que los imputados jugaban al rugby en el mismo equipo. Actualmente, la causa está en la UFI N° 14 de Villa Ballester y en el Juzgado de Menores N°1 porque, al momento del hecho, uno de los abusadores era menor de edad”, explica la letrada.
Además anticipa que, a los tres imputados (J.C., J y S., “señalados por el propio dueño de la casa, Iván D.M., por miedo a ser uno de los denunciados”) va a sumar dos nuevos (F. y D.), que son los que Melanie pudo identificar tras el trabajo con las especialistas y gracias a las redes sociales. Sobre sus próximos pasos, Leyenda afirma que va a llamar a declarar a los nuevos imputados y que va a pedir la prisión preventiva. Asimismo espera una pronta elevación a juicio para demostrar públicamente el accionar de estos chicos.
Antes de terminar la entrevista, Melanie dice que le gustaría que se haga Justicia. “Quiero que estos cinco rugbiers paguen por lo que me hicieron a mí y a otras tantas chicas, porque sé no soy la única”, sostiene. A pesar del calvario que vivió, la joven que ahora tiene 20 años intenta seguir adelante. Este año va a empezar el CBC por tercera vez. Su sueño, dice, es recibirse de veterinaria.
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