Son papá y papá y la ley no los reconoce: hace un año que esperan que la Corte defina su caso

Leonardo Polti e Ignacio Santalla fueron la primera pareja gay en ser padres por “subrogación de vientre” en Argentina. A pesar de que en primera instancia un juez aceptó que ambos son los padres del niño, la apelación de una fiscal los llevó hasta el máximo tribunal, que aun no falló

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Leonardo Polti e Ignacio Santalla
Leonardo Polti e Ignacio Santalla junto a su hijo Juan Pablo

A mitad de este año, Juan Pablo cumplirá cinco años y sus padres todavía no pueden decir que son sus padres. A pesar de que uno de ellos aportó el esperma para que, vía reproducción asistida, una amiga del matrimonio lo gestara en su cuerpo, y aunque son la primera pareja en la historia argentina en “subrogar un vientre”, ya pasó media década y la Justicia todavía no le concede al niño su identidad completa, que es la de tener un papá y otro papá.

“Juan Pablo todavía está a nombre de la gestante y de Ignacio pero yo no puedo ser el padre. Gracias a nuestro caso todas las parejas que vinieron después los inscriben sin ningún problema. Pero con nosotros, que somos los primeros, la cuestión es distinta. Están vulnerando todos los derechos que tiene Juan Pablo como nene”. El que lo dice es Leonardo Polti (47), marido de Ignacio Santalla (39), tan padre de Juan Pablo uno como otro.

El nene no tiene vínculo genético con Cintia, amiga mendocina de la pareja que se animó a ayudarlos en esta decisión, ya que se usó el semen de uno de ellos y los óvulos fueron donados. Todos lo entendieron. En el sanatorio donde Juan Pablo llegó a este mundo, el 4 de junio de 2015, les permitieron a Leonardo y a Ignacio presenciar el parto. Sin embargo, la Justicia de momento considera que los niños nacidos por técnicas de reproducción asistida son hijos de quien dio a luz.

La jueza Mirta Agüero, del juzgado 81 de Familia de la Capital, escuchó a los padres, que le contaron lo que querían a su hijo y lo que lo habían buscado. También estaba Cintia, quien le habló de la amistad que los unía y de las razones por las que había querido ayudarlos.

La magistrada se emocionó y les autorizó a hacer una nueva acta de nacimiento en la que dijera que Juan Pablo era hijo de los dos padres. Pero entonces apareció la fiscal Raquel Mercante. “Apeló el fallo que nos concedía la paternidad a los dos, dijo que la madre es la que pare”, se lamenta con dolor Leonardo, quien observa que esta mujer ni siquiera fue a la audiencia con Agüero, que no le conoce la cara a los padres, ni al nene ni a Cintia.

Nueve meses después de aquella apelación, la Sala E de la Cámara de Apelaciones Federal de la Capital siguió el mismo camino de Mercante. Los padres consideran una parte del fallo como “homofóbico”: “El reconocimiento del matrimonio igualitario permite que, por la vía de las técnicas de reproducción asistida, dos mujeres accedan a la filiación matrimonial respecto de un hijo nacido de una de ellas. El sistema implementado por el nuevo Código Civil no concede el mismo derecho a dos varones a ser progenitores de un niño a concebir por otra persona”.

“Están vulnerando todos los derechos que tiene Juan Pablo como nene. El nuevo Código Civil incorpora la figura padre procreacional, que es todo aquel que tiene la voluntad de ser papá, y se le da prioridad a eso”, remarca Polti, casado con Santalla desde 2014, pero en pareja hace 14 años.

“En la Cámara lo que nos dicen en el fallo es que no está esa voluntad. Y la única opción es que uno sea papá y el otro sea adoptivo y yo no soy el papá adoptivo, soy el papá original que lo quise dos años antes de tenerlo. El nuevo Código apunta 100% a los nenes, a sus derechos, y en este caso la Justicia no lo tomó en cuenta y lo están discriminando frente a chicos que están en su misma situación”, explica Leonardo.

Por eso el caso está en revisión por los jueces supremos. Ya pasó un año. El 8 de marzo del año pasado los padres de Juan Pablo, representados por la abogada Fabiana Quaini, elevaron un recurso de queja para que el caso lo defina la Corte Suprema. “Es nuestra última posibilidad”, se angustia Leonardo, que en caso de ser negado no tendría otra opción que figurar como padre adoptivo.

Esta situación, que la pareja considera una injusticia, les trae problemas colaterales: si Leonardo quiere salir del país con su hijo necesita una autorización de Cintia y de Ignacio. No sólo eso: “No puedo firmar en el colegio, si me muero no hereda, si se muriera la gestante que tiene tres hijas Juan Pablo quedaría como heredero. Ella quiere salir del medio, ya hizo el favor. Y nosotros queremos que él tenga el derecho a su identidad, saber quiénes son sus padres. Está aprendiendo a leer y a escribir, pero no corresponde que figure la gestante como madre".

Según pudo averiguar Leonardo, la Corte lo tiene en el área de Procuración desde octubre del año pasado. “Está archivado ahí. Yo llamo todas las semanas a los cinco jueces de la Corte para pedir audiencias para ver si pueden acelerar el tema, es algo muy sencillo, es muy discriminatorio y lo tienen que resolver. No podemos esperar a que Juan Pablo tenga diez años para que tenga su identidad, van cinco años, es algo muy lento”, se enoja.

Juan Pablo empieza a entender su vida y es un niño muy feliz. Le encantan los autos, los aviones y jugar al fútbol. Se hizo hincha de Boca, a pesar de que sus papás son de River. “Y bueno, como vivimos a siete cuadras de la cancha de Boca, nos hicimos todos de Boca porque a nuestro hijo le fascina el fútbol”, se emociona Leonardo, que cuenta: “Es un nene muy alegre, muy atento, generoso”.

Polti recuerda que meses atrás viajaron a Disney y que su marido le advirtió: ‘si te preguntan algo vos no digas nada’. Pero Leonardo no pudo, le salió de adentro, cuando una oficial de Migraciones en Miami le preguntó quién era el nene y quién era él. Y él respondió: “Soy su padre”.

“Pensamos que nos iban a retener en el aeropuerto pero nos tocó una mujer amorosa, le expliqué la situación, le mostramos los papeles y le contamos que el caso está en la Corte. La oficial se emocionó, nos felicitó y no pasó más nada”, relata y como contraposición piensa en la fiscal Mercante: “En el primer fallo como en el segundo, no conocimos a la fiscal, ni a la defensora de menores, nadie se preocupó para saber cómo vive Juan Pablo. Fallaron sin tener un mínimo contacto. Actuaron en silencio y eso es una cosa homofóbica. Por eso esperamos que la Corte firme un fallo ejemplar, y lo antes posible, por la identidad de Juan Pablo y por nuestro amor”.

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