El 1 de marzo de 2019, Graciela Sosa estaba cocinando sin parar. A día siguiente, su único hijo, cumplía 18 años y había organizado un festejo para, aproximadamente, 40 personas. “Él quería hacerlo en un salón de fiestas. Buscamos algunos lugares y fuimos a verlos, pero como ninguno lo convenció al final decidió celebrarlo en una plaza cerca de casa”, explica Graciela Sosa a Infobae.
No es fácil sostener el diálogo: aunque quiere seguir hablando, por momentos, se le quiebra la voz. Tras un silencio, junta fuerzas y desliza: “Una de las cosas que más le gustaba a Fer era festejar su cumpleaños”.
Hace exactamente un mes y trece días que Fernando Báez Sosa, su hijo, fue brutalmente asesinado por una patota de rugbiers a la salida del boliche Le Brique en Villa Gesell. Hoy, lunes 2 de marzo, Fernando cumpliría 19 años y para Graciela es inevitable recordar el día en que lo trajo al mundo, en el año 2001.
Fue a las 5.45 am en el Hospital Rivadavia. Pesó 3 kilos con 750 gramos. Para su primer año viajaron a la ciudad de Carapeguá (Paraguay) de donde son oriundos sus padres. En las fotos -que su mamá comparte con Infobae- Fernando viste una camisa a cuadrillé, unas bermudas y unos zapatitos negros. Aunque con los años se volvió fanático de Spiderman, en ese momento, la torta y la piñata tenían la temática de la serie Pokémon. La piñata, de Ash Ketchum (el entrenador de Pokémon), medía algunos centímetros más que él.
“Siempre celebró en familia. Sino viajábamos a Paraguay, venían nuestros familiares desde allá y se quedaban a pasar unos días”, cuenta Graciela.
Acerca del festejo del año pasado, al que asistieron cerca de 40 amigos, la mamá de Fernando dice que su hijo eligió como locación la Plaza Emilio Mitre, ubicada a pocas cuadras del domicilio de los Báez Sosa. “Le preparé torta, sándwiches, pastafrola, varias gaseosas y le llevé todo para allá. Después pusimos unas lonas para que pudieran sentarse en el pasto tipo picnic y disfrutar de la tarde. Lo pasaron muy lindo. Yo no me quedé porque a la noche había un segundo festejo en casa con sus compañeros de la primaria. Después de cenar fueron a tomar helado, que es lo que a él más le encantaba”, cuenta y lamenta no haber sacado ninguna foto.
El año pasado, 2 de marzo cayó sábado. Ese día Julieta Rossi tenía una competencia de danza y llegó más tarde al cumpleaños de Fernando. Aunque todavía no estaban formalmente de novios, ella le regaló un cuadro con fotos de los dos y le escribió una carta. Graciela y Silvino, en cambio, le compraron una remera de Rever Pass, su marca preferida de ropa.
Tras el asesinato de su hijo, ahora es Graciela quien recibe regalos: flores, rosarios, peluches. El más reciente, y que ahora usa como foto de perfil en su cuenta de Facebook, es un cuadro con el rostro de Fernando pintado a mano en lápiz. “Soy el ángel que los cuida”, dice.
“Recién salí a hacer unas compras y me agarró una angustia pensando en qué podía regalarle a mi hijo: miré unas flores y unas velas para llevarle al cementerio. Estoy destrozada”, asegura con la voz entrecortada. “Quisiera retroceder el tiempo: no sabés cuánto lo extraño. A medida que pasan los días siento cada vez más su ausencia. Sueño con abrazarlo, besarlo, darle mi regalo y hacerle su festejo de cumpleaños”, agrega.
Como sucede desde hace años, para esta fecha, Graciela y Silvino van a recibir a sus familiares de Paraguay. Además de ir al cementerio, los Báez Sosa asistirán a una misa a las 19.30 hs en el Colegio Marinista de Caballito, donde Fernando cursó el secundario.
La conversación va llegando a su fin. Antes de despedirse, Graciela asegura: “Este 2 de marzo va a ser un día muy triste. Mi hijo iba a cumplir 19 añitos. Tenía toda la vida por delante, llena de metas y de objetivos que quería cumplir. A veces pienso que todo esto es una pesadilla, pero es la verdad. Y no tiene retorno. Solo pido a Dios que me de fuerzas para seguir adelante y que se haga Justicia".
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