Sábado por la noche. La cancha de Polo de Palermo ya no es un predio para practicar ese deporte, ahora se ha convertido en una disco a cielo abierto. La música electrónica de Hernán Cattaneo hace vibrar los vidrios de los edificios linderos y se cuela en los departamentos. Aun con las ventanas cerradas los vecinos son parte de un pogo del que no desean participar.
El triángulo que forman las Avenidas del Libertador, Dorrego y Luis María Campos se transformó -una vez más y más allá de las denuncias- en un caos por los recitales y eventos musicales que se realizan en el Campo de Polo.
Ayer por la tarde, Cattaneo movilizó a miles de personas que pagaron más de $4000 para bailar. La cita, programada para las 16, causó lo previsto: desorden vehicular, propio del arribo masivo dentro de un barrio residencial, y la superación de todos los límites sonoros dispuestos por la ley durante las más de 8 horas que el DJ argentino se mantuvo en el escenario.
Infobae recorrió la zona y constató aquello que también se percibe en el aire cada vez que la Avenida del Libertador achica sus carriles por el vallado: el hartazgo de vecinos y comerciantes, quienes se ven obligados a reorganizar su fin de semana en base a los inconvenientes que genera cada acontecimiento en el lugar. Cierran sus ventanas, estacionan sus autos temprano, y aquellos que pueden, directamente se escapan del barrio para evitar el abrumador sonido de la música. Todos deben estar pendientes de cada suceso que se desarrolla en un predio que no reúne las condiciones para llevar a cabo este tipo de eventos.
Pablo P. es uno de ellos. Vive en la calle Arce junto a su mujer y su hija. Resguarda su apellido ya que no es propietario del departamento y afirmó que denunció hasta el cansancio este tipo de shows que rompen todas las normas. “Vivimos en esta zona desde hace un año y medio. Gente que ha vivido aquí durante más tiempo asegura que hace un par de años esto no era así, que si bien se hacían recitales en el Campo de Polo, era algo eventual y no la seguidilla que se avecina desde marzo hasta mediados de abril. Eso sin contar las fiestas privadas que se realizan a fin de año y el boliche a pleno cielo abierto que se instaló para los ‘After Polo’”.
Y ahondó: “No se trata de complicaciones. Se trata de la imposibilidad de disfrutar del lugar que elegimos para vivir. Son fiestas que impiden el descanso, perturban el humor y modifican la rutina diaria. Las vibraciones que los eventos producen, pasada la media hora, retumban en la cabeza. Nosotros tenemos una niña de 18 meses. Las habitaciones dan a las canchas y cada evento implicaba la mudanza de todos al living. Eso fue al principio: últimamente optamos por irnos y tenemos que pedirle a nuestros familiares que nos alojen durante un día”.
Pablo es uno de los cientos que presentaron una denuncia formal ante el Ministerio Público Fiscal en un teléfono que atiende las 24 horas. Pero, ¿qué ocurre con estas denuncias?
“Terminan archivando las causas argumentando que no ha sido probado el hecho denunciado. El año pasado el Campo de Polo fue clausurado por los ruidos provocados por el recital que realizó Cattaneo; es decir que la clausura tuvo lugar por un recital idéntico al de ayer. Pero no tuvieron inconvenientes para hacerlo nuevamente un año después”, indicó Pablo.
Verónica, vecina de Palermo, vive con su familia sobre la avenida Gral. Indalecio Chenaut y sufre cada movimiento imprevisto en su balcón y las aglomeraciones vehiculares que le impiden salir del barrio o regresar hacia su departamento.
“Vivo a 20 metros del Campo de Polo. Cada vez que hay este tipo de eventos se genera mucho bullicio por la gente que empieza a circular. Si podés irte, te vas. Generalmente hacemos eso, hoy es una eventualidad que esté en casa. Si tenés auto estás obligado a guardarlo porque no sabés qué puede pasar. Cuando comienzan los recitales no puedo ver una película o dormir la siesta porque el bullicio es insoportable ”, contó a este medio.
“En el Abierto de Polo hubo fiestas durante un mes completo, de lunes a lunes. Es complicado. A las 12 y media cortan generalmente. Es una zona bastante ruidosa últimamente. Tengo la suerte de tener familiares en la provincia de Buenos Aires. Cuando puedo me voy, trato de evitar estar acá porque se complica”, explicó.
La misma situación la relató Alan Turek, quien vive junto a su familia sobre la calle Ortega y Gasset en un piso 20, a 150 metros del Campo de Polo. El joven narró: “Lo que suele suceder es que suena mucho en los edificios y es un caos el tránsito. El sonido es muy molesto. Uno quiere dormir y es difícil. Lo que más molesta es la aglomeración, cuando se cierra una calle y hay accesos bloqueados".
“Lo otro a considerar es la pelea por estacionar. Y si hay ‘trapitos’ es peor. Las precauciones son: cerramos la ventana y si estamos viendo un partido de fútbol, lo ponemos un poco más fuerte. Yo estaciono el auto en la calle y en estos días no lo muevo. Si tengo que mover el auto y volver a las 18, es imposible. Voy a estar dando vueltas a paso de hombre, no hay otra”, indicó.
El ingeniero de Sonido Nicolás Urquiza (matrícula profesional 6361) trabajó el sábado durante la previa, el comienzo y el transcurso del show para comprobar si los decibeles (dB) establecidos fueron respetados. Constatados por Infobae, únicamente se mantuvieron dentro del margen legal antes del inicio del evento. A las 22.30, en el pico máximo del multitudinario encuentro, el límite fue infringido con notoria amplitud.
“Se realizó un peritaje acústico para verificar los niveles de inmisión sonora trascendentes al ambiente interior en un departamento, ubicado en el piso 7 de calle Ortega y Gasset, durante el recital. Se midieron los niveles sonoros en tres posiciones distintas del dormitorio del departamento. El promedio de las mediciones de niveles sonoros superó ampliamente los valores de los Límites Máximos Permisibles (LMP) indicados por la ley", agregó Urquiza.
La reglamentación vigente se expresa en la ley 1.540 de la Ciudad de Buenos Aires, promulgada en diciembre de 2004, la cual se ocupa de regular y controlar la contaminación acústica que afecta la salud de las personas, como así también al medio ambiente. Según el Código de Planeamiento Urbano, el Campo de Polo se encuentra en una zona de sensibilidad acústica en ambiente exterior tipo II.
La Agencia Gubernamental de Control (AGC) es la encargada de habilitar los eventos masivos en la Ciudad de Buenos Aires. Según la ley 5.641, sancionada el 29 de septiembre de 2019, los productores encargados de realizar este tipo de acontecimientos deben estar registrados previamente en la AGC, quien otorga permisos especiales en base a las solicitudes seguidas de un plan de acción y las posteriores autorizaciones.
El decreto 704/07, publicado por la Ciudad de Buenos Aires el 23 de mayo de 2007, menciona en el artículo 13 los valores LMP, a alcanzar como metas u objetivos de calidad acústica, especificados en el artículo 46 de la misma ley. El artículo 14 establece los “períodos de referencia para la evaluación”. Traducido: los valores permitidos se modifican según el horario en el que se esté realizando -en este caso- el recital. Para ello establece un período diurno, comprendido entre las 7.01 y las 22 horas; y un período nocturno, entre las 22.01 y las 7 horas.
Teniendo en cuenta la zona de sensibilidad acústica en la cual se encuentra el barrio que rodea al Campo de Polo, el LMP no debe superar los 65 dB durante el período diurno y los 50 dB durante el período nocturno en las zonas exteriores, las cuales contemplan las terrazas o los balcones. Esto significa que si dentro de una casa o un departamento, según los horarios indicados, mientras se esté desarrollando un evento en el Campo de Polo los decibeles se superan, el mismo se vuelve ilegal ya que se está infringiendo la ley. Dentro de las casas y los comercios o departamentos, el límite disminuye: durante el período diurno el LMP no debe superar los 50 dBA, mientras que en el nocturno el máximo es 40 dB. Esos valores jamás se respetan durante los recitales que superan ampliamente lo permitido por la ley.
“El Campo de Polo está habilitado para partidos de polo. Es decir, cada jornada en que se disputa un encuentro de este deporte, el predio no precisa de una autorización especial. Sin embargo sí lo requiere una productora que escoge un determinado estadio para llevar a cabo un evento masivo, como lo es un recital”, indicaron desde la AGC a Infobae.
El organismo ratificó que únicamente “las habilitaciones son competencia de la AGC”, mientras que el control de los dB establecidos corresponden a la Agencia de Protección Ambiental (APrA), encargada de controlar previamente los niveles auditivos en las pruebas de sonido de cada recital o evento musical porteño.
“El nivel sonoro continuo en el mangrullo (ubicado en el centro del campo) no deberá superar los 95 dB para la totalidad del evento. En tal sentido se deja asentado que la productora deberá implementar las medidas necesarias para que dicha medición pueda realizarse en el punto establecido”, manifestaron desde APrA. En relación al ambiente exterior, agregaron: “El nivel sonoro atribuible a las fuentes fijas del evento no deberá superar los valores registrados por el profesional actuante en la línea de base. Asimismo los niveles de inmisión de ruidos y/o vibraciones en ambiente interior de edificios cercanos no deberán superar los límites establecidos en la reglamentación vigente”.
El 10 de marzo de 2019, Infobae recorrió la misma zona durante otro concierto de Cattaneo. Aquel sábado se repitieron los mismos patrones que se observaron esta tarde: el sonido superó los dB permitidos y los vecinos debieron sufrir un ruido excesivo que hizo temblar las ventanas de las casas y los departamentos que abrazan el predio.
Al día siguiente, ante la denuncia de este medio, la APrA implementó una “clausura preventiva por la actividad de música y canto en vivo” a partir de la cual se estableció una multa por haber excedido el límite de dB estipulados. Sin embargo la medida no fue efectiva: el 23 de marzo, apenas 13 días más tarde, Paul McCartney brindaba un show ante miles de personas.
La AGC, por su parte, le confirmó a este medio que “el Campo de Polo nunca fue clausurado”. También que para el show que finalizó esta noche cerca de la medianoche, la capacidad permitida era para 20 mil personas, aunque “puede ser indistinto, hay recitales de 50 mil o 60 mil personas. Eso se debe detallar en la solicitud y luego se analiza y se otorga”.
La APrA recordó que “el 1 de marzo de 2019, durante el recital de Luis Miguel, se efectuaron mediciones desde la isla de sonido y técnica (mangrullo) durante el total de la duración del show en vivo y los valores obtenidos superaron el límite máximo permitido tanto para el interior del predio como en los ruidos en el ambiente exterior. A su vez, el 9 de marzo de 2019, durante el evento Sunsetstrip se efectuaron mediciones desde la isla de sonido y técnica (mangrullo) durante el show en vivo y los valores obtenidos superaron el límite máximo permitido para el interior del predio y para el ambiente exterior”.
Aún con las mediciones oficiales y las centenares de denuncias recibidas por el Ministerio Público Fiscal a lo largo de 2019, el Campo de Polo nunca fue clausurado. La inquietud de comprender por qué esto no sucedió fue realizada directamente a la APrA por Infobae. El organismo respondió: “El tiempo de clausura respondió al tiempo que tardaron los productores en pagar la multa”.
La Fundación Ciudad, creada en 1995 con el objetivo de contribuir a la preservación y el desarrollo de la calidad de vida urbana en el país, presentó varios amparos judiciales al gobierno porteño y reunió las firmas de miles de vecinos damnificados por los recitales y eventos musicales que se llevan a cabo en los diversos estadios de la Ciudad.
En diálogo con Infobae, expresaron: “Los vecinos que eligieron vivir junto a un excepcional espacio verde -Campo Argentino de Polo- que solo generaba bullicio diurno durante poco más de un mes (en diciembre, mientras se desarrolla el Abierto de Polo), se ven ahora sometidos a ruidosos recitales. El ruido no se limita al día o los días de concierto sino que se sufren adelantos por pruebas/ensayos de sonido”.
Y agregaron: “Durante los conciertos los edificios más próximos se ven sacudidos por las vibraciones y, en los no tan próximos, vibran los vidrios. Nadie puede descansar, menos dormir hasta altas horas de la madrugada. El barrio se llena de autos que estacionan en cualquier parte”.
Marta Oyhanarte, vecina del barrio y miembro de la fundación, sostuvo: “Pagamos el ABL más alto de la Ciudad. Es una desconsideración inconcebible. Hay vecinos que se quejan y sin embargo nos dicen que está autorizado pero es ilegal. Las vibraciones son continuas, el tránsito es insoportable, hay suciedad y también vecinos que no pueden acceder a sus domicilios”.
“Los vecinos tienen que movilizarse porque se viola la ley y no hay respuestas. La Fiscalía se encarga de controlar esto y sin embargo nadie hace nada. Es importante y necesario registrar esta situación que padecemos”, concluyó Oyhanarte.
En noviembre de 2019, través de la Agencia de Administración de Bienes del Estado (AABE), el Gobierno renovó por 10 años más la concesión del Campo Argentino de Polo. El organismo y la Asociación Argentina de Polo, con Eduardo Novillo Astrada como presidente, firmaron un nuevo convenio de uso del predio de Palermo que desde 1968, y por el decreto Nº 5.281, está destinado a la práctica del polo y exposiciones de caballos de este deporte. Sin embargo, las canchas que deberían usarse para el deporte son el escenario para recitales y shows musicales más allá de las leyes y las denuncias de los vecinos por la tremenda contaminación sonora.
Fotos: Franco Fafasuli
Video: Matías Arbotto
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