Las cifras son alarmantes: el 9,3% de la población urbana vive en hogares donde padece hambre y el 20,2% de los habitantes del país sufre la inseguridad alimentaria.
Con este panorama -que se desprende de la última encuesta del Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica (UCA)- asumió la presidencia Alberto Fernández, quien se comprometió a luchar contra la falta de alimentación y la malnutrición en la Argentina.
Es que al deterioro de la economía, la escalada de la inflación y la ausencia de políticas sociales activas para atender este flagelo de manera contundente; se suma que los sectores de bajo recursos padecen hambre de verdad, comen salteado o carecen de un alimento diario.
“Tenemos una situación muy complicada de gente que vive en la pobreza y sólo se alimenta con arroz, fideos y harinas”, dijo el Ministro de Desarrollo Social, Daniel Arroyo, en alusión a las familias que siguen una dieta repetitiva y desbalanceada.
En sintonía con la política actual y para contribuir a mejorar la calidad de vida de quienes hoy se encuentran excluidos o postergados, la Universidad Nacional de La Plata (UNLP) pondrá en marcha fábrica de alimentos deshidratados en el mes de octubre, donde se elaborarán raciones de alta calidad nutricional y bajo costo destinado a sectores vulnerables de la región.
“La idea surgió antes de la puesta en marcha del plan oficial para luchar contra el hambre, pero decidimos acelerar los tiempo para poner nuestro proyecto a disposición del Gobierno ya que la UNL tiene varias líneas de investigación relacionadas con las problemáticas sociales como los son las vacunas, las viviendas y los alimentos alternativos”, explicó a Infobae el arquitecto y doctor en comunicación Fernando Tauber, rector de la Universidad Nacional de La Plata.
A través del Centro de Investigación y Desarrollo en Criotecnología de Alimentos (CIDCA), un organismo creado por la UNLP, el CONICET y la Comisión de Investigaciones Científicas de la Provincia de Buenos Aires (CIC), se elaborarán guisos de carne y lenteja, ministrone y arroz a los cuatro quesos que las familias podrán cocinar en sus propios hogares. Sólo deberán hidratar las raciones y luego cocinarlas al fuego en una olla. Vendrán condimentadas y saborizadas.
La formulación de esos alimentos incluirá carbohidratos, proteínas, lípidos (aceite vegetal), vitaminas y minerales, en proporciones recomendadas por médicos nutricionistas de la UNLP. Pero eso solo será el punto de partida. “Aspiramos a llegar a 20 platos diferentes”, admitió Tauber.
De esta manera, las familias podrán retomar la práctica de almorzar o cenar en sus casas sin tener la necesidad de asistir a comedores comunitarios, los cuales ya no resultan suficientes para frenar combatir esta problemática.
Además, Tauber destacó que la idea es ir desarrollando un polo agroalimentario que emplee las verduras frescas de la hortifruticultura periurbana del Gran La Plata para ponerlas a disposición del proyecto.
“La universidad le brindará al productor un servicio de deshidratación de sus excedentes”, dijo. Y puso a modo de ejemplo que “en épocas de sobreoferta el tomate se tira por toneladas” por lo que esta iniciativa “le permite al productor la conversión en polvo de sus desechos y los transforma en un producto apto para la alimentación”.
Si bien el conurbano bonaerense es el lugar donde más creció el hambre, también afecta a Córdoba, CABA, Tucumán, Mendoza, Rosario y varias ciudades del norte argentino. En esas zonas, los jefes de familia se encuentran desempleados o realizando changas y no llegan a juntar el dinero necesario para comprar alimentos.
En un principio, cada ración servirá para alimentar a una familia tipo (4 personas) y tendrá unos 400 gramos aproximadamente. Pero se prevé que más adelante cada paquete ofrezca hasta 12 porciones.
La idea de la UNLP es trabajar con los productores del cordón hortícola de La Plata y utilizar el excedente de cosecha o producción que no se haya vendido para elaborar el alimento deshidratado.
Para construir la fábrica, la universidad llamará a una licitación el 5 de marzo. Funcionará en el predio de 60 hectáreas que posee la Facultad de Ciencias Agrarias y Forestales, en la calle 66 y 167 de la periferia platense, y sus instalaciones contarán con una superficie cubierta superior a los 1.100 m2. Allí funcionarán los laboratorios de control de calidad y también habrá un amplio sector de aulas para tareas de docencia y extensión.
“La inversión saldrá, en principio de la UNLP. Serán 120 millones de pesos. Hablamos con el ministro (de Desarrollo Social) Daniel Arroyo y Tolosa Paz (presidenta del Consejo Nacional de Coordinación de Políticas Sociales ) y la idea es que sea el Ministerio el que vaya comprando esa producción y poniéndola a la gente que la necesita”, señaló Tauber.
El valor de cada porción oscilará entre $16 y $20, la cuales serán repartidas de manera gratuita entre los que más las necesitan. “Al Estado se lo vamos a vender al costo, y si no tiene la plata para comprarlo lo vamos producir igual porque nuestro objetivo es darle comida a quien no come”, resaltó el presidente de la UNLP.
Las primeras entregas se realizarán en los barrios de la periferia de La Plata, Berriso y Ensenada ya que de acuerdo a un relevamiento realizado por el Consejo Social de la universidad es donde hay más familias necesitadas.
En tanto, desde el Rectorado ya gestionan la adquisición de la maquinaria, que incluye un deshidratador SBN-10 con capacidad para procesar una tonelada de verduras frescas por día.
“En una primera etapa se elaborarán 50 mil raciones mensuales, teniendo en cuenta que la fábrica funcionará un solo turno. El proyecto es escalable y estamos convencidos que esta cantidad crecerá exponencialmente”, pronosticó Tauber, quien también confió en que otras universidades copien este modelo de producción y se sumen a la batalla contra el hambre.
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