Cómo es “Vivera Orgánica”, el proyecto de huerta de las mujeres del Barrio Rodrigo Bueno

Nació a fines de 2017 y ya comercializan bolsones de alimentos para el vecindario y, desde este sábado, para toda la comunidad. “¡Este lugar me hace feliz!”, dijo a Infobae una de las emprendedoras que compartió su historia

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Edelmira y Elizabeth revisan las verduras antes de ser cosechadas.
Edelmira y Elizabeth revisan las verduras antes de ser cosechadas.

Kale, cebolla, zanahoria, zapallo, albahaca morada, rúcula y las desconocidas plantas de mostaza son algunos de las verduras y hortalizas que un grupo de 15 mujeres de ese barrio siembran en la huerta orgánica levantada en medio de las torres de Puerto Madero y frente a las nuevas viviendas del sector reurbanizado, que pronto tendrá como vecina a una plaza esperada con ansiedad. Este proyecto es parte del proceso de integración del barrio y nació como una huerta orgánica comunitaria y autogestiva que desde hace pocas semanas comercializa sus alimentos al Patio de Comidas lindero, lo que les permite tener un ingreso sostenido. Este sábado 29 de febrero comenzará a venderlos a toda la comunidad a través de bolsones de 4 kilos.

Así lo contaron Edelmira Flores y Elizabeth Cuenca, las dos representantes del grupo que reciben a Infobae con vasos de agua y abrazos en agradecimiento por mostrar el resultado del trabajo que las enorgullece y emociona. “Hemos pasado muchas horas aquí para lograr esto”, reconocerá una de ellas visiblemente emocionada entre las hojas verdes que rebosan de clorofila y los aromas de verduras y especias que harán jugar a la memoria.

En el trayecto por los 300 metros cuadrados entre el sector de huerta y vivero, donde hay plantines de futuros árboles nativos, las mujeres contarán que Vivera Orgánica del Barrio Rodrigo Bueno -así se llama-, es el resultado de la actividad iniciada en la huerta barrial que ya venían desarrollando y que a los conocimientos que ya tenían, porque provienen de zonas rurales, en octubre de 2019 se sumó la Fundación Un Árbol para mi vereda que encabeza proyectos en diferentes ámbitos de la Ciudad y los articula con la Agencia de Protección Ambiental (Apra).

Una vista de la huerta.
Una vista de la huerta.

Juntos rescataron los conocimientos y prácticas culturales nativas del grupo de mujeres oriundas de Perú que, con ese fin, en 2017, comenzaron a recuperar sus tradiciones, métodos de producción y mantenimiento de los espacios verdes del barrio como parte de la calidad de vida comunitaria. Al año siguiente, el Instituto de la Vivienda de la Ciudad (IVC) comenzó a acompañarlas en la iniciativa que derivó en el proyecto de vivero-huerta que fue parte del proceso de reurbanización barrial.

En los primeros días de febrero realizaron la primera cosecha.

“Un bolsón de cuatro kilos cuesta $250 acá y $400 para las personas de otros barrios. Lo que recaudamos lo usamos para generar ingresos que se vuelcan al mantenimiento de la huerta y el vivero", asegura Elizabeth Cuenca, una de las mujeres a cargo de la huerta.

“Volver a tocar la tierra y estar aquí me hace feliz”

Primera cosecha. @viveraorganica.r
Primera cosecha. @viveraorganica.r

Carmen Rosa Lobos (47) llega al final del recorrido con una bolsa azul tejida. Saluda con una sonrisa mientras sus compañeras de huerta cuentan que trae desechos para el compost. Cerca de la hora del almuerzo, la mujer de 47 años nacida en Ayacucho (Perú) que hace 22 llegó a la Argentina, se sumó al grupo de amigas y compartió su historia con Infobae.

“Estar acá me relaja, lo disfruto, me hace bien. ¡Aquí soy feliz!”, reconoce emocionada y cuenta que cuando era niña realizaba la misma tarea en su casa y que el primer contacto con la tierra que tuvo en esta etapa la hizo regresar a sus años en el sur peruano y a aquella satisfacción de sentirse “viva” por estar en contacto con la naturaleza.

“¡Aquí hay vida! Yo vengo para la huerta todos los días y me desestreso”, afirma la mujer que además es peluquera mientras toca las hojas de un kale y señala con la mano, palma al sol, las verduras y hortalizas que esperan su momento de cosecha. Recuerda: “En el taller primero hicimos plantines de lechuga y después de plantas autóctonas. Las primeras lechugas que cosechamos ¡eran impresionantes! ¡el color y el sabor era tan diferente a lo que venía comiendo!”.

“Es impresionante lo que pueden hacer la tierra, semillas y un par de manos. ¡Es emocionante, lo siento cuando lo hago y cada vez que hablo de esto!”, reconoce Elizabeth Cuenca.
Carmen deja sus residuos orgánicos en la compostera. Lo hace todos los días.
Carmen deja sus residuos orgánicos en la compostera. Lo hace todos los días.

Carmen es parte de la huerta desde hace un año y medio. Antes, por amor a las plantas, había formado parte del proyecto anterior “Huerta y naturaleza”. “Me encantó porque tenía muchas plantas en casa, pero me faltaba espacio. Cuando hablaron de esa propuesta me entusiasmó porque mi infancia la viví en una huerta, la de mis padres, crecí entre los sembrados en Ayacucho, al sur de Perú”.

Ya con la mirada perdida en sus recuerdo, comparte: “A los 7 años iba a vender las verduras que sembrábamos, llevaba una mantita y las vendía a los vecinos, y con eso subsistíamos. Por eso siento que esto viene de raíz y cuando se dio este proyecto me sumé sin pensarlo y ese primer contacto con la tierra, después de tantos años, fue mágico! Lo disfrutaba de niña y ahora otra vez el camino de la vida me trajo a la tierra".

La mujer que es madre de un joven de 21 años, cuenta que siente que el grupo del que forma parte es muy unido porque “hasta pensamos igual”. “Estamos siempre, no importa el clima, estamos todos los días. A este proyecto lo empezamos con pleno sol, pintamos las maderas para hacer los canteros, todo lo hicimos con nuestras manos. Siento que es hermoso encontrarme otra vez con la naturaleza... A esto lo hacemos con mucho amor, nuestro trabajo es sincero”, admite.

Las mujeres de la huerta difunden su trabajo en la cuenta de Instagram @viveraorganica.r
Las mujeres de la huerta difunden su trabajo en la cuenta de Instagram @viveraorganica.r

Carmen se emociona cuando cuenta lo que hace y del proyecto del que forma parte. “Ver a los chicos del barrio cuando vienen y se maravillan con este pedacito de naturaleza nos emociona porque este proyecto es importante para el ambiente y para la salud. Mi hijo que estudia para laboratorista, me acompaña, riega... Él me pide venir”.

La mujer nacida en Perú hace 47 años, dejó hace 22 su tierra natal junto con una amiga para buscar un mejor futuro en Argentina. “Cuando vinimos no teníamos en donde vivir y con el tiempo pudo alquilar en calle Larrea, cerca de Avenida Corrientes; luego me mudé a Pompeya. Y buscando a otra amiga llegamos a este barrio, Rodrigo Bueno, y nos radicamos acá”.

Ilusionada con el progreso de la huerta y el vivero como fuente de trabajo, Carmen pide: “Vengan a conocer nuestro trabajo porque realmente lo que llevarán a sus platos es comida sana y sobre todo sembrada con mucho amor”.

Cómo funciona “Vivera Orgánica del Barrio Rodrigo Bueno”

Rodrigo Gómez - Jefatura de Gabinete GCBA
Rodrigo Gómez - Jefatura de Gabinete GCBA

Es impresionante lo que pueden hacer la tierra, semillas y un par de manos. Es emocionante, lo siento cuando lo hago y cada vez que hablo de esto. En ese momento me olvido hasta de los problemas, nadie me saca de acá. Perdemos el control del tiempo”, reconoce Elizabeth Cuenca visiblemente emocionada mientras comparte la experiencia al lado de su ahora amiga Edelmira Flores que asume que “hasta me olvido de la familia”.

La huerta ocupa 300 metros y produce acelga, choclo, pepino, tomate, lechuga, zapallo, rabanito, kale, albahaca, entre otras hojas y hortalizas. Actualmente, producen bolsones de 3 kilos que venden a las y los vecinos del barrio y también al Patio Gastronómico que nace sobre Avenida España al 2200.

Entre las bondades mostradas, un detalle sustentable para imitar es el sistema de riego y uso del agua: utilizan un sistema de recolección de agua de lluvia que se acumulan en toneles con capacidad de 4 mil litros que llega a cada sector sembrado a través de un sistema de caño de riego que a la vez se convierte en vapor en el vivero.

“El sistema de riego por aspersión genera una nube de vapor, lo que hace que todas las plantas reciban humedad. Lo que se va a producir son tanto árboles como plantines de huerta”, contó Santiago Dell´ Oro Maini, coordinador del proyecto.

El tratamiento del suelo es 100% natural, sin otro fertilizante más que el compost y un sistema de riego con agua de lluvia, lo que lo hace más sustentable.
Plantines de flora nativa. (Rodrigo Gómez - Jefatura de Gabinete GCBA)
Plantines de flora nativa. (Rodrigo Gómez - Jefatura de Gabinete GCBA)

Esa cantidad de agua, los 4 mil litros, serán suficientes —si el periodo de lluvia es normal— para que abastecer el riego de toda la siembra sin necesidad de usar más agua que la de la lluvia.

La huerta es el lugar donde se capacita al barrio y a los vecinos de la ciudad, y en un futuro organizarán visitas de escuelas para mostrar la producción de verduras y hortalizas que tiene el fin de ser comercializadas en el barrio y a quienes deseen comprar alimentos sanos, frescos y orgánicos. Además realizan, en el sector vivero, plantines de flora nativa para vender al sector público y privado.

La huerta estará abierta al público todos los sábados de 18:00 a 20:00 y su desarrollo forma parte del proceso de urbanización barrial.

“Historias como la de este vivero demuestran el enorme potencial que tienen los vecinos. Este es un proyecto que nació en el barrio por iniciativa de un grupo de vecinas que le pusieron tanto amor y dedicación, y hoy es una fuente de trabajo para más personas. Además, es un paso adelante en el camino hacia la sustentabilidad", afirmó el jefe de gabinete porteño Felipe Miguel. “Desde la Ciudad vamos a seguir impulsando ese potencial en cada barrio para generar trabajo y que más vecinos hagan realidad sus proyectos”, prometió el funcionario.

Felipe Miguel, el jefe de gabinete porteño, en la huerta. Rodrigo Gómez - Jefatura de Gabinete GCBA
Felipe Miguel, el jefe de gabinete porteño, en la huerta. Rodrigo Gómez - Jefatura de Gabinete GCBA

“Estamos priorizando la producción de plantines de flora nativa porque hoy hay mas demanda que oferta. Vemos una veta comercial muy importante para restauración ambiental, por ejemplo del Riachuelo o de otros espacios de la Ciudad, y de los canteros como los del Paseo de Bajo donde hay aromáticas y arbustos. Pensamos a futuro proveerlo localmente y tener una salida comercial concreta que es mayor a lo que puede dar, en ganancia, la huerta”, señaló Matias Cheistwer, coordinador general del proyecto que además recuerda: “Este suelo no servía para cultivar, era de relleno, por eso se diseñó un espacio funcional y eficiente con canteros hacia arriba generando un pasillo largo de cemento adecuado para quienes tienen dificultades para caminar, como el caso de una señora que llega con andador”.

A ello agregó que “tiene el valor adicional de recuperar la flora local y que los habitantes de los barrios las conozcan. La idea es que algún día puedan venir vecinos y paisajistas pasar comprar esas especies al vivero especies difíciles de conseguir como ceibos, ombúes, algarrobo y tala”.

La huerta estará abierta para la venta desde el 29 febrero, todos los sábados de 18:00 a 20:00

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