Formada en un colegio de curas y locutora: la historia de la mujer trans que conducirá el noticiero central de la TV pública

Se llama Diana Zurco y fue desde el jardín al histórico colegio religioso Cardenal Stepinac, en Hurlingham. Allí, todavía con identidad de varón en su DNI, sufrió bullying. Fue peluquera y manicura y en 2014 se recibió de locutora. El 9 de marzo, cuando debute frente a cámaras, será la primera vez en la historia de la televisión argentina que una mujer trans esté al frente del noticiero central

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Diana Zurco tiene 40 años y fue la primera locutora trans egresada del ISER.
Diana Zurco tiene 40 años y fue la primera locutora trans egresada del ISER.

Por primera vez en la historia de la televisión argentina una mujer trans estará al frente del noticiero central: la elegida para ese rol es Diana Zurco y el anuncio llegó después de que el presidente Alberto Fernández hiciera un acto en Casa Rosada para entregar en mano el DNI número 9 mil desde que se sancionó la Ley de Identidad de Género en la Argentina. Desde entonces, muchos se preguntan quién es esta locutora de 40 años que a partir del 9 de marzo a las 20 estará frente a cámaras en vivo para todo el país nada menos que en la conducción del noticiero central, junto a Gabriela Radice y Ariel Senosiain.

Nacida y criada en Hurlingham, provincia de Buenos Aires, cuando era chica y todavía llevaba pelo y nombre de varón, ya sabía que quería llamarse Diana: usaba ese nombre porque jugaba a ser la protagonista de la serie V Invasión Extraterrestre. Pero nada de eso podía salir de su casa, ni siquiera de su cuarto: en el Cardenal Stepinac, un colegio histórico de curas al que fue desde el jardín, sus compañeros de clase le hacían bullying porque no era como el resto.

Dice que siempre se sintió mujer, que lo reprimió por miedo pero que, a la larga, "no se puede ocultar lo que sos”
Dice que siempre se sintió mujer, que lo reprimió por miedo pero que, a la larga, "no se puede ocultar lo que sos”

Había un chico gay en su clase –ella nunca se reconoció como un varón gay sino que siempre se sintió mujer–, y era su único amigo. Juntos sobrevivían al acoso. “Nunca me sentí un varón más, pero en la escuela lo vivía con culpa y con miedo. Y lo reprimía. Hasta que fue imposible, porque no se puede ocultar lo que sos”, contó en una entrevista.

No será la primera vez que esté en la TV: antes de entrar en Radio Ciudad, tuvo participaciones en el programa de Carlos Ares “La clase”, que se emitía por el Canal de la Ciudad, pero solo como estudiante porque aún no se había recibido. En diciembre de 2014 obtuvo su diploma en el Instituto Superior de Estudios Radiofónicos (ISER): fue la primera mujer trans en recibirse con su identidad de género autopercibida. En ese momento, la Ley de Identidad de Género tenía apenas dos años.

Sólo dos meses después de recibirse, entró en Radio Ciudad. Atenta a las posibilidades laborales, se había enterado de que había una búsqueda para el noticiero de la noche: “Querían una voz femenina, así que me presenté. Me hicieron varias pruebas y quedé”. Los primeros dos años, 2015 y 2016, estuvo como locutora y redactora de noticias del Servicio Informativo. En 2017 comenzó como locutora en un programa y su participación fue creciendo.

En la radio, donde fue parte de "Massaccesi que nunca”
En la radio, donde fue parte de "Massaccesi que nunca”

Hoy es la locutora de dos programas: de 12 a 14 en “Cosas que Pasan”, con Silvana Amato y Martín Rubinstein; y de 14 a 16 en “Massaccesi que nunca” con Mario Massaccesi. Pero la convocatoria para hacer historia en la Televisión Pública de Argentina le llegó mientras estaba de vacaciones.

De peluquera a locutora

Se crió con su mamá y su padrastro, a quien considera su papá: dos personas que llegaron del campo y no tuvieron estudios. En plena adolescencia los sentó para contarles lo que le pasaba. Al principio les planteó que no sabía si le gustaban las mujeres o los varones. Ellos lo aceptaron y la contuvieron con las herramientas que tenían a mano: le ofrecieron acompañarla a ver un psicólogo. Después de un tiempo, empezó a dejarse el pelo largo, a vestirse con ropa de mujer y a llamarse Diana. No fue fácil para sus padres, pero ella valora que no la hayan echado de su casa, que era entonces lo más habitual en muchas personas trans de su edad.

Aceptar su identidad de género no fue fácil para sus padres, pero hoy valora que no la hayan echado de su casa, que era lo habitual en muchas personas trans de su edad.
Aceptar su identidad de género no fue fácil para sus padres, pero hoy valora que no la hayan echado de su casa, que era lo habitual en muchas personas trans de su edad.

El apoyo familiar no le evitó la crisis. Salir al mundo como Diana era un desafío: a fines de los 90, la pregunta de cuáles eran las oportunidades para una chica trans no tenía respuesta. La crisis de 2001 la arrastró a dejar el último año de la escuela. Lo primero que hizo, pensando en una salida laboral, fue estudiar peluquería. Enseguida consiguió trabajo pero tampoco fue sencillo al principio, porque veía que ella no tenía posibilidades de ascender en los cargos.

Dice que ahí se dio cuenta de sus habilidades para la comunicación que le daban un lugar con las clientas y el equipo. Con su pelo lacio y largo de publicidad, también fue promotora de una marca de belleza en la calle Florida. Hasta que se cansó de trabajar muchas horas y ganar poco. Así que renunció, hizo un curso de manicuría y empezó a trabajar en casas.

Desde que era chica jugaba a hacer voces; de grande pudo seguir su vocación y se recibió de locutora.
Desde que era chica jugaba a hacer voces; de grande pudo seguir su vocación y se recibió de locutora.

Diana cuenta siempre que la locución estuvo desde que era chica y jugaba a hacer voces. Pasaron varios años hasta que se decidió a terminar el secundario y, mientras tanto, consiguió los apuntes del ISER. Apenas pudo se presentó al curso de ingreso. Y entró. Dice que, más allá de su vocación, la salud de su voz y todos los exámenes técnicos por los que tuvo que pasar, lo que le permitió entrar fue “el color de voz, que es femenino”. Y cuenta que desde siempre esa fue su voz natural.

Ya estaba en la carrera cuando se aprobó la Ley de Identidad de Género y apenas pudo hizo la rectificación del DNI con su identidad autopercibida. Por eso se convirtió en la primera locutora trans egresada del ISER. “Ojalá algún día ya no sea noticia que soy una locutora trans y que la noticia sea lo que hago. Yo hago lo mío para que llegue ese día en que se naturalicen nuestras identidades en la sociedad”, dice.

Junto a activistas de la diversidad y frente al Congreso de la Nación, en la marcha contra los travesticidios.
Junto a activistas de la diversidad y frente al Congreso de la Nación, en la marcha contra los travesticidios.

Consciente de que es una “privilegiada” dentro de su colectivo –el más marginado y excluido de la educación y el trabajo, además de tener un promedio de vida de entre 35 y 40 años–, dice que quiere usar su lugar para generar consciencia y ayudar a que las personas trans dejen de ser vistas como “raras”. Aunque no es una activista orgánica, va a cada lugar al que la llaman para dar su mensaje y da pelea a los prejuicios y la discriminación, que muchas veces todavía sufre: cuando va a un bar, cuando viaja en un colectivo, en un subte o en el Ferrocarril Sarmiento hasta su casa, muchas veces de noche después de salir de la radio.

Dos años antes de saber que iba a estar en la Televisión Pública, sin siquiera imaginarlo, ya decía lo importante que era que el Estado interviniera para cambiar la realidad de las personas trans en la Argentina: “Tu realidad, cómo es tu vida, todavía depende de dónde nazcas: no es lo mismo ser trans en una provincia o un pueblo que en Buenos Aires. Que haya personas trans en todos los trabajos es muy importante, y también en los medios. Y para que eso pase es clave el Estado: la Ley de Identidad de Género, el Cupo Laboral Trans, la Educación Sexual Integral, todo eso lo puede y lo tiene que hacer el Estado”.

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