El próximo 27 de marzo, Luján será el lugar donde se replicará en Argentina la convocatoria “Economía de Francisco”, basada en el ideario del santo de Asís, que impulsa el Papa en todo el mundo y que tendrá su edición central en la citada ciudad italiana. En nuestro país la organización está encabezada por la Federación de Hogares de Cristo y los Movimientos Sociales. Monseñor Oscar Ojea, presidente de la Conferencia Episcopal Argentina será uno de los principales expositores del encuentro: “El Papa tiene una gran confianza en los jóvenes para salir de esta economía que mata”.
En otro orden, el 3 de marzo se presenta al público la “Investigación social sobre opiniones, actitudes, valores y comportamientos en relación con la Iglesia católica”, encargada por el Episcopado a la empresa de Consultoría e Investigación VOICES!
— ¿Qué nos puede contar de este informe? Usted será uno de los presentadores. ¿Cómo se gestó, por qué fue la comisión que se ocupa de sostenimiento económico de la Iglesia la encargada de solicitarlo, se consultó sobre “Economía de Francisco”?
— Es más simple que eso. Muchas veces hemos pensado en la Conferencia Episcopal en cómo presentar las necesidades de la Iglesia, muchas veces se ha pensado desde la Colecta Más por Menos, y ahora a partir de esta comisión. Se le encargó a este grupo hacer una encuesta sobre cómo miraba la gente la Iglesia, las obras de la Iglesia, en función de encarar más adelante el modo de sostener la iglesia, cómo ser más claros en la comunicación por una serie de cosas que no se saben de la Iglesia. Se hizo la encuesta, se planteó en la anterior Asamblea Plenaria de obispos [N. de la R.: noviembre 2019] y en esta vamos a presentarla. Como toda encuesta, hay cosas que hacen pensar y estamos contentos de haber encargado este trabajo. Hay algunas cosas que creo nos pueden ayudar a ver cómo se sitúa la Iglesia en este momento, cómo piensa la gente acerca de la Iglesia, o del Papa, de la Iglesia institución o de las cosas que hace la Iglesia. Es rico el trabajo. Pero no, no consultamos sobre “Economía de Francisco”. Es el ángulo de un grupo que está buscando, a partir de la resignación de las asignaciones del Estado a los obispos, cómo empezar a pensar en proponer a los fieles colaborar con la Iglesia. No está ligado a una reflexión sobre el sistema, como la “Economía de Francisco”. Es más bien, en el ángulo de pedir donaciones, cómo está el vínculo de la gente con la Iglesia respecto de lo que hace la Iglesia: qué aporto, cómo aporto.
<b>Economía de Francisco. Cómo será el encuentro</b>
Cuando el Papa convocó a este encuentro en mayo de 2019 propuso poner el foco en re-animar la economía, pensarla saludable y en un desarrollo sostenible que garantice dignidad a los pueblos. Con este mismo espíritu, Argentina replicará el evento y aportará sus conclusiones al mismo Papa.
Hablar de “Economía de Francisco” es hablar de jóvenes y sus innovadoras maneras de interpretar nuestro mundo, sus proyecciones, junto con los espacios de intercambio social y económico con visión creativa, multilateral y respeto intergeneracional. En Argentina asumieron el tema los sacerdotes de villas de emergencia que vienen trabajando hace más de 10 años con los Hogares de Cristo y los movimientos sociales con su experiencia en superar las adversidades tan duras de la pobreza con las herramientas del trabajo organizado y solidario.
“‘Economía de Francisco’ se entronca con Cristus Vivit”, afirma Ojea. “Para Francisco, los jóvenes son el ahora. ‘Ustedes son el ahora de Dios’, dice Francisco”.
Ojea pone el acento en esa capacidad de reinvención de los jóvenes ante las crisis: “En esta situación particular del mundo en que nos encontramos, donde hay un maltrato tremendo a la naturaleza y al ser humano, donde ellos pueden ver y constatar lo que significa --especialmente en algunos lugares del mundo-- el fenómeno de las migraciones, que especialmente en algunos lugares de América latina, en la cuenca de la Amazonia que fue la mirada central del Sínodo, especialmente allí se producen migraciones forzadas a las ciudades; en las ciudades, lo peor: la falta de adaptación de las comunidades autóctonas o indígenas a las ciudades, la trata de personas, el descarte, la drogadicción, la falta de hospitalidad… Frente a estas situaciones de enorme deterioro, ¿cómo pueden los jóvenes pensar en otros criterios de intercambio? ¿Cómo podemos pensar el intercambio humano y económico en un mundo que en un sentido avanza velozmente a través de la ciencia, de la técnica, de las conquistas de Internet, pero por otro lado se cae a pedazos como acaba de verse en el Sínodo de la Amazonia? Frente a esa realidad dramática ponemos a los jóvenes a pensar ¿qué pasa con la economía? Esto es el tema central”.
En Asís se espera a más de 2.000 jóvenes. En Argentina, números muy similares: “No recuerdo que haya habido un interés tan grande por una convocatoria papal, semejante a los encuentros de la juventud, en zonas del país que están muy alejadas de la Iglesia, en sus fronteras. Y esto es destacable”, indica entusiasmado el obispo de San Isidro.
— ¿De qué economía habla el Papa Francisco?
— Necesariamente el Papa propone pensar la economía pero ¿desde dónde? Para Francisco, en la evangelización, que es lo fundamental de su mensaje, de su programa que es Evangelii Gaudium, el sujeto de esa evangelización es el pueblo. Todo el pueblo evangeliza al pueblo pero… ¿qué pueblo? Según el Concilio Vaticano II la Iglesia es pueblo. La Iglesia es un pueblo unido con la unidad de la Trinidad [N. de la R.: Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo]. Entonces, ¿quién es sujeto de la evangelización? Un pueblo relacionado, donde se dan profundas relaciones. La economía actual mata porque hay desconocimiento, no hay relación. Es una economía basada en el individuo, no en el pueblo. Lo que hay que pensar es una economía que sirva al pueblo, que no produzca el 1% más rico por sobre el 99% menos rico o dicho de otra manera: que la mayor cantidad de los bienes no estén en poder del 1% de la humanidad sino que haya una distribución más equitativa de los bienes. Esto sólo se puede hacer trastocando las categorías. Lo que no quiere decir destruir el sistema capitalista sino ir hacia un sistema más humano, que contemple lo social, más centrado en el hombre, humanizando la economía. ¿Quién puede pensar esto? ¿Quiénes pueden pensar en las herramientas políticas para poder cambiar una economía que mata? Los jóvenes.
— Usted mantiene una estrecha cercanía con los sacerdotes que trabajan en villas y sabe que el diferencial cristiano es lo que hizo que los Hogares de Cristo puedan convocar a la réplica de Asís en nuestro país con solidez y credibilidad.
— Por gracia de Dios estuve cerca del momento del nacimiento de los Hogares de Cristo, algo verdaderamente providencial. Tengo que destacar el trabajo del padre Pepe [N de la R.: José María Di Paola, coordinador de los Hogares de Cristo y de la Comisión Nacional de Pastoral de Adicciones y Drogadependencia] en la parroquia de Caacupé [villa 21-24] y fui testigo también de los primeros intentos, a través de padrinazgos, de llegar a toda esa juventud rota y atrapada por la droga. Y finalmente el surgimiento de la confianza de generar anticuerpos en la misma comunidad de barrio. Eso me parece realmente maravilloso. A eso se llegó a través de la experiencia, del trabajo mismo. ¿Cómo podían nuestros barrios generar los anticuerpos necesarios para poder curarse, en la gente misma, con su capacidad de amor y de darse? Empezando por contar con vecinos amigables, que no criminalizaran a los chicos, que no los pusieran fuera, sin estigmatizarlos, sin juzgarlos. Al mismo tiempo que conocían a las familias, familias de las cuales los chicos habían escapado porque el consumo de drogas se roba todo para consumir, incluso aquello que pertenece a la propia familia. Y aparecen los grandes problemas, las grandes peleas. Los sacerdotes fueron siendo testigos de todo este proceso en el día a día, en la vida cotidiana comprometida con estas realidades. Y allí surge lo que yo diría así: concreción de la fe en la comunidad, en la capacidad vincular de la Iglesia, de poder ayudarnos unos a otros, y poder recibir la vida como viene, de acompañar esa vida, de formar y hacer familia. Ver que un chico lastimado tiene la capacidad de acompañar a otro que está internado en un hospital y pueden intercambiar bienes unos con otros. Ahí se ve el crecimiento de su autoestima al sentirse importantes para otros como verdadera familia. Y pude ver también a muchos chicos y chicas de clase media que al tener una verdadera relación sujeto-sujeto con los chicos, no como si la ida a los pobres fuera un camino hacia un caso, una realidad lejana o un tema para estudiar, sino ir con la propia vida y descubrir la propia pobreza cuando nos vemos en el espejo del otro. A través de ese mundo relacional se va dando la salud. Esa experiencia enorme de los Hogares de Cristo -sabemos que uno de los desencadenantes del tema de la droga es el vacío afectivo- hace que ellos puedan enseñarnos a nosotros muchas cosas. Como dice el Papa en el 198 de Evangelii gaudium: “Los pobres son nuestros maestros” no solo porque comparten el sentido de la fe sino porque por sus experiencias dolorosas conocen la pasión de Cristo. Entonces, poder escuchar esas experiencias, junto con los movimientos sociales que convocan también, de replicar “Economía de Francisco” creativamente, ver cómo podemos pensar en una economía más humana, donde la capacidad de distribución sea mayor, donde los bienes sean mucho mejor compartidos y, por supuesto, más cristiana.
— ¿La Argentina está lista para esta propuesta? Porque no es solo un mensaje sino una propuesta y un cambio de vida. Recuerdo que cuando Francisco era el cardenal Bergoglio propuso en el ámbito de las villas hacia el año 2000 un premio a los liderazgos positivos que surgían entre los mismos vecinos.
— Creo que está lista a partir de sus jóvenes porque en ellos hay inquietudes muy grandes sobre la construcción de un mundo del cuidado. El cuidado como pedagogía y como modo de ser enseñado está claramente expresado en Laudato Si’ y yo creo que es tomado por la sensibilidad de muchos de nuestros jóvenes, a veces en forma parcial, a veces insistiendo mucho solamente en las lecturas verdes de la ecología. Progresivamente el Papa está haciendo ver cómo el cuidado del planeta está estrechamente ligado al cuidado personal, al cuidado del otro, al cuidado de la vida. Entonces, de alguna manera yo pienso que nuestros jóvenes están en un camino de poder escuchar con mucha más apertura a las realidades que se propongan en economía. Los viejos, en cambio, enseguida ponemos rótulos, hemos vivido muchas decepciones en el ámbito económico… Cuando vemos venir de lejos algún movimiento ya lo clasificamos: esto es izquierda, esto es derecha, esto es peronismo, esto es antiperonismo, pero los jóvenes no. Los jóvenes están buscando cómo instalar una construcción de cuidado en una sociedad que pareciera que en muchos aspectos progresa. Y esta es una contradicción que me gustaría resaltar porque estuvo muy presente en el Sínodo de la Amazonia en el cual participé. Por un lado el avance tecnológico atroz donde cada día descubrimos algo nuevo y por otro lado vemos el avance impresionante de cambio climático, la temperatura del planeta, la subida del nivel del mar. Hace un mes, vengo de Madrid y la noticia en Barcelona eran las olas de 5 y 6 metros que nunca habían visto, con playas bajo el agua. Estamos conviviendo con realidades de una tremenda destrucción, con científicos que nos están diciendo “detengámonos un poquito porque si no no sabemos adónde va esto”. Hay algo nuevo y los jóvenes van a tener que asumir, pensar y crear. ¿Y qué mejor que aquellos jóvenes que han salido del infierno?, que han superado experiencias humanas dificilísimas, y que puedan aportar a cómo salimos de esto que todavía no hemos podido resolver.
— Sabemos que el Papa mandó un mensaje para el encuentro del 27 de marzo “Economía de Francisco” en Argentina. ¿Nos puede adelantar algo?
— Es un mensaje de enorme afecto, una reflexión evangélica sumamente profunda y una expresión del Santo Padre de una gran confianza en los jóvenes para poder salir de esta economía que mata.
“Economía de Francisco” en Luján, Argentina, contará con los siguientes expositores: Emilce Cuda, Martha Arriola, Pablo Chianetta, Eduardo “Gringo” Castro, Ramiro de la Serna, Franca Venturi y Leonarda Hoeller, además del propio obispo Ojea.
La convocatoria es amplia: “Desde la Familia Grande Hogares de Cristo queremos encontrarnos con vos para que sumes tu voz a esta propuesta y logremos elaborar nuestro compromiso con la construcción de la ‘Economía de Francisco’ en el territorio argentino, dándole particular visualización a las dificultades actuales que constatamos en nuestros barrios más pobres, esas instancias donde nuestros hermanos considerados descartables son los que le ponen el cuerpo a proyectos de vida degradados en su potencial plenitud. Y si sos vos quien está atravesando un momento vital de exclusión, sos nuestro invitado especialmente esperado. No importa la edad que tengas. No importa tu formación. Todas las Pastorales de nuestra Iglesia argentina, organizaciones sociales y espacios políticos son bienvenidos. Trabajadores-innovadores, universitarios sensibles a los cambios sociales, emprendedores creativos, funcionarios y políticos de a pie: pensemos juntos un cambio en la economía actual y así transformar los paradigmas de una economía posible y deseable para nuestro futuro”.
FOTOS: Adrián Escandar
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