Los valles Calchaquíes, en Salta, forman parte de uno de los paisajes naturales más preciados de la Argentina. Sin embargo, un enemigo impensado acecha sus entrañas: la trucha arco iris que invade hace años el río Calchaquí. Así lo advierten estudios científicos y expertos que señalan que se trata de una de las 100 especies invasoras más peligrosas del planeta.
La historia de la introducción de la trucha en aguas salteñas comienza hace unos 70 años cuando se creía, erróneamente, que este tipo de práctica mejoraría la calidad de los ecosistemas. En este caso se trata un ambiente árido de montaña y es precisamente allí donde radica su fragilidad.
“Las especies exóticas son especies introducidas en un ambiente originarias de otro ecosistema. El problema es que alteran todo su funcionamiento y pueden degradarlo hasta extinguirlo. La trucha, que es un salmónido, pertenece a una familia de peces originaria del hemisferio Norte. No es originaria de América del Sur y es una de las 100 especies más invasoras, según la UICN (Unión Internacional por el Cuidado de la Naturaleza) que evalúa este tipo de riesgos. Están entre los seres vivos más dañinos”, explica a Infobae el ictiólogo Felipe Alonso, becario post doctoral del Conicet del Instituto de Bio y Geociencias del NOA.
Este pez ya ha generado varios trastornos en especies que están al borde de la extinción, como la mojarra desnuda. “Incluso las crías de macá tobiano son atacadas por estos peces. Se trata de una especie muy voraz que hace peligrar muchos ecosistemas”, agrega el experto y asegura que el peligro en la zona de los valles Calchaquíes es que “se fomenta su protección como si fuera una especie nativa”.
De hecho, en la zona de La Poma se celebra hasta un festival de la trucha: “Todos los años se hace el festival provincial de la trucha, que es muy interesante en términos culturales, pero es un error fomentar la protección. La Poma está dentro de un área protegida con todas sus particularidades biológicas y si esas especies endémicas se extinguen no se encuentran en ningún otro lugar de la Tierra”, apunta Alonso.
Esta zona de la Argentina conforma un paisaje con un valle alargado de norte a sur que va bajando del Nevado de Acay, que alcanza unos 5800 metros, en donde tiene las nacientes el río Calchaquí que corre hasta Cafayate. Es un ambiente árido de montaña tiene muchos endemismos que sólo viven ahí y en ningún otro lugar de planeta Tierra.
Impactos
Entre los impactos que produce esta especie se encuentran la hibridación, la transmisión de enfermedades, la depredación y la competencia con las especies nativas.
Un paper del investigador tucumano Carlos Molineri detalla: “En los Estados Unidos, la introducción de la trucha arco iris en zonas fuera de su área de distribución nativa ha causado problemas debido a su capacidad de hibridación con las especies de salmónidos nativos, afectando su integridad genética. Algunas especies, como la garganta cortada de Alvord (Oncorhynchus clarki subsp1.), se han extinguido virtualmente. Otras especies que se sabe que están afectadas por la hibridación son la trucha degolladora de Lahontan (O. clarki henshawi); la trucha dorada (O. aquabonita); la trucha de banda roja (O. mykiss subsp.); la trucha de Gila (véase O. gilae en la Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN) y la trucha de Arizona (véase O. apache en la Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN) (Fuller, 2000)”.
El trabajo realizado por Molineri, que analiza la situación en el norte argentino, detalla que una patología asociada a este pez es la enfermedad de los remolinos, una afección causada por un protozoo (Myxobolus cerebralis) que provoca una disfunción en el sistema nervioso de los salmónidos y puede dar lugar a la curvatura de la columna vertebral.
“Esto hace que los peces pierdan la capacidad de mantener una orientación adecuada, provocando que naden en un movimiento espiral (McDowall, 1990). La repoblación de truchas criadas en criaderos en el medio silvestre ha causado brotes de esta enfermedad en los Estados Unidos, amenazando a las poblaciones de peces silvestres”, sostiene el autor.
En muchos países se ha informado de que la trucha arco iris introducida tiene efectos negativos en los peces, anfibios e invertebrados nativos. En Nueva Zelandia se sospecha que la trucha arco iris afecta a las especies de peces nativos a través de la depredación directa y la competencia por las zonas de alimentación, mientras que en los Estados Unidos hay pruebas de que lo mismo ocurre con peces como la giba jorobada, las ventosas y la squawfish.
“Dos de las especies más amenazadas en la zona de los valles Calchaquíes son la Corydoras gladisae y la Jenynsia maculata, del grupo de los limpiafondos. Se trata de peces con tamaños que van entre los 4 y 10 centímetros que son devorados por las truchas”, explica Alonso.
¿Es posible criar esta especie sin hacer peligrar los ecosistemas?
Los investigadores creen que sí puede hacerse. Sin embargo, recomiendan que se realice en lo que se conoce como sistemas cerrados de cría, sin contacto con cursos de agua. “Si se usa el agua del río que ingresa al piletón de cría y luego sale, es muy probable que se escapen peces y pasen al ambiente. Esto también está ocurriendo en el río Pulares”, agrega Alonso.
Desde la política pública, los investigadores creen que la especie no debe protegerse como su fuera nativa. El año pasado, por caso, la provincia de Salta publicó en el Boletín Oficial la veda de la pesca de la trucha: “Artículo14.- Trucha arco iris (Oncorhynchus mykiss)'. Se establece un período de veda reproductiva para la pesca de la trucha arco iris (Oncorhynchus mykiss) desde el 1 de abril de 2019 hasta el 30 de noviembre de 2019 inclusive, en los arroyos donde esta habite".
Para Alonso lo que habría que hacer es dejar que se extinga la especie. “Es un error establecer vedas o pesca con devolución. Estamos ante una de las especies más destructoras del mundo. Es necesario conservar nuestros ecosistemas que, de por sí, ya son muy frágiles”, indica.
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