Su amigo y colega Benito Quinquela Martín lo llamó “el pintor de las sandías”, por la frecuencia de ese tópico en sus coloridas naturalezas muertas. Luis José Pisano había nacido en Barano (Nápoles) en 1913, pero su familia, como tantas otras de Italia emigró a la Argentina en 1930 y se instaló en una casita modesta en La Boca.
Años más tarde, Luis José Pisano se mudó a Ramos Mejía, en los suburbios de la Capital. Pero siempre siguió perteneciendo al círculo de amigos de Quinquela Martín, ese que el popular pintor convocaba regularmente a reuniones en su casa taller.
Pisano falleció en 1996 y, cuando sus hijas, Marta y Norma, dejaron Buenos Aires para mudarse al pueblito de San Marcos Sierras, al noroeste de la provincia de Córdoba, decidieron hacer allí un pequeño museo para exhibir su obra.
Ubicado en las afueras de San Marcos, en plena la naturaleza, pero a sólo 2 kilómetros de la plaza central del pueblo, exhibe unas 200 piezas del artista, un 20 por ciento de toda la obra que dejó.
“Pisano es un artista importante -explica a Infobae el doctor Oscar Andrés de Masi, especialista en patrimonio-, se destaca por la potencia del color, es de esa generación que actuó en el medio local bajo la influencia de artistas como Jorge Larco y de la impronta cromática y compositiva de Cézanne: ese mandato del color, la línea negra…”
“Sus naturalezas muertas me hacen acordar a las de Mané Bernardo -agrega De Masi-, otra destacada artista de esa generación, discípula de Larco, y a algunas de las cosas que hemos visto en la etapa más colorida de Bruno Venier”.
Pisano se formó como profesor de Dibujo y Pintura en la Escuela Nacional de Bellas Artes Prilidiano Pueyrredón, donde tuvo por maestro, entre otros, a Lino Spilimbergo.
Fue un pintor reconocido en vida, que expuso sus obras y recibió premios por ellas. Su estilo es figurativo y se especializó en la pintura al óleo y en las naturalezas muertas como tema. Pero también hizo paisajes y retratos.
“Los paisajes urbanos de Pisano tienen algún parecido con los de Onofrio Pacenza, aunque éste era más surrealista, más escenográfico -dice Oscar de Masi-. Pisano es un artista formidable, su obra tiene un enorme valor y es muy homologable con otros de su tiempo. Tiene una coherencia epocal con otros pintores que actuaron en el medio argentino. Hay que preservarla. Es una obra importante y es referencia de una época, de una generación y de una suerte de manifiesto expresivo de una cantidad de artistas de su tiempo. La obra de Pisano tiene que ver con todo lo que fue el post-impresionismo en la Argentina”.
En un video sobre Luis José Pisano, Elida Lucagnoli -autora del libro “El pintor de sandías”, decía: “Los artistas y críticos afirman que esta escuela pictórica de La Boca está desplazada de los círculos del poder de las artes visuales. Representa una geografía mucho más vasta que la del arrabal boquense y se preserva de los círculos oficiales mimetizándose con el suburbio”.
<b>Video: Pisano, el pintor de sandías (extracto)</b>
Creado y administrado a pulmón por las dos hermanas, el pequeño Museo Pisano era una rareza por su inusual ubicación. Aunque mencionado en algunas páginas de Internet como uno de los sitios de interés de San Marcos Sierras, la apuesta por sumar un fuerte polo de atracción cultural a los encantos naturales que ofrece el lugar, no funcionó.
San Marcos Sierras, llamada “la capital de la miel”, está a 130 kilómetros de la capital cordobesa. Tiene unos 3000 habitantes, incluyendo su área rural, pero recibe a varios miles de turistas al año, atraídos por la posibilidad de unas vacaciones en contacto con la naturaleza, en un pueblo con calles de tierra y rodeado de un paisaje poco contaminado y con un río de agua pura como el Quilpo.
“Promocionábamos el Museo como una caminata”, dice Marta Pisano. Sin embargo, no se produjo la sinergia esperada entre el museo y el pueblo, entre el disfrute de ese paisaje silvestre y el atractivo estético de la obra del artista. Y las hermanas Pisano, que en breve dejarán San Marcos Sierras para instalarse en La Cumbre, decidieron cerrar el museo hace ya un par de años y buscan desde entonces un nuevo destino para la obra de su padre.
“Acá hay 65 años de trayectoria que en algún momento tiene que despertar -decía Marta Pisano en el video-. Por eso yo lo llamo tesoro escondido, porque aún no se lo ha encontrado, y lo lamento mucho. La gente que viene a ver el museo queda fascinada y no puede entender cómo no está difundida esta obra”.
Marta y Norma Pisano quieren donar la colección para que ésta siga expuesta, sea en un sitio público o privado. Pero donde esté a disposición del público.
Lamentablemente, Pisano no es el único artista cuya obra puede quedar “secreta”. “La misma dificultad enfrentan otros artistas -explica De Masi-. De hecho, la pinacoteca completa de Mané Bernardo, por ejemplo, está guardada y no se la ha podido donar. Habría que llamar la atención sobre Pisano y otros artistas que están bastante olvidados. Salvo Quinquela o Fader, que son las excepciones, el resto está bastante omitido en general y algunos casi diluidos en el tiempo. Hay una cantidad de artistas excelentes, como Norah Borges, que fue discípula de Larco, o (Héctor) Basaldúa… La pintura y la escultura argentinas tienen tanta riqueza que es lamentable que se las conozca tan poco. Hay que promover la identidad de la pintura argentina como eslabón de nuestra cultura. Pero no están dadas las condiciones de política cultural”.
Pronto San Marcos Sierras perderá el Museo y su tesoro: el legado completo del gran pintor que fue Luis José Pisano.
Por un tiempo, que es de esperar sea breve, la colección no estará disponible para ser apreciada por el público. Pese a la disposición de las hermanas Pisano de hacerlo, donar no es tan sencillo. Recibir una gran colección plantea a los museos un problema de infraestructura. Parte de una política cultural sería justamente crear las condiciones para que toda la riqueza pictórica hoy olvidada, o “escondida” como la colección Pisano, pueda ser disfrutada por todos.
“Me gustaría que esta obra esté expuesta en algún museo nacional; si no toda, por lo menos parte, en forma permanente, no que esté en los sótanos”, dice Marta Pisano.
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