Cavando y cavando, desde las tres de la tarde del sábado 15 de febrero y hasta el 15 de marzo los días sábados, martes y jueves, la cooperativa de arqueología Arqueoterra buscará dentro del predio del Parque Las Heras, ubicado en Palermo, recuperar restos materiales de la ex Penitenciaría Nacional, que funcionó entre 1877 y 1962. Los trabajos se realizan con el aval de la Dirección de Patrimonio de la Ciudad de Buenos Aires y el apoyo de la Comuna 14, el Museo Marítimo y del Presidio de Ushuaia y la Fundación Azara.
Arqueoterra es una cooperativa autogestionada integrada por Paula Daniela Calandrón, Axel Rex Weissel, Mauro Saiz Reales, Esteban Ali Brouchoud, Micaela Rossi, Sebastián Imposti y Rodrigo Javier Soto Bouhier, entre otros. Desde el 2015 realiza trabajos de difusión científica de la labor arqueológica, tareas de impacto y rescate arqueológico, y, a la par, funciona como equipo de investigación.
Durante la excavación también se invitará a los vecinos e interesados a acercarse para conocer sobre el tema y sobre los métodos de trabajo de la arqueología, y a compartir sus testimonios orales o fotográficos en el caso de que tengan información o documentos sobre la historia del parque o el presidio.
“La idea es comenzar por el lugar donde estaba el hospital, que un equipo de geofísicos mapeó. Hay una anomalía a dos metros bajo tierra, y allí se instaló el obrador. En ese lugar no hay obstáculos, como caños”, señala Brouchoud.
“En este trabajo buscamos investigar la producción, concepción y desenvolvimiento del sujeto criminal en el espacio de la Penitenciaría Nacional de Buenos Aires a través de dos ejes. En un primer lugar indagaremos sobre la relación entre el diseño del espacio arquitectónico del presidio y su relación con el castigo, la vigilancia y el disciplinamiento. Como segundo eje de análisis, nos interesa investigar el vínculo entre la Penitenciaría Nacional y los circuitos académicos de la época en relación a una concepción específica de lo que significaba un criminal. La Penitenciaría, que por un lado era la cristalización de un modelo de criminal reformable, también fue un espacio de investigación y estudio de los académicos para poder entender aquel comportamiento anormal que hacía al criminal”, explican los arqueólogos.
“La historia de la Penitenciaría Nacional comenzó en 1869, cuando el Estado argentino llama a concurso para “Planos y Presupuestos para la construcción de una Cárcel Modelo” con dos objetivos claros: revertir la situación de hacinamiento de la cárcel del Cabildo, y constituir la primera cárcel que representara los ideales reformatorios europeos de la época. Tanto las características constructivas como organizativas se basaron en un régimen que proponía el trabajo de los presos en procura del aprendizaje de oficios, obligatorio, regular y retribuido, con el objetivo de disciplinarlos en los nuevos valores impuestos por la Modernidad”, señalan los miembros de Arqueoterra.
“Fue inaugurada el 28 de mayo de 1877 con el nombre de Penitenciaría de Buenos Aires, ya que perteneció en primer lugar a la provincia de Buenos Aires, pero al federalizar la capital en 1880, la construcción pasó a llamarse Penitenciaría Nacional. En su inauguración se trasladaron 710 presos de la cárcel del Cabildo, debido a que las condiciones de sobrepoblación y pésima higiene hacían de aquellos calabozos recintos inhabitables. Arquitectónicamente, la Penitenciaría Nacional consistió en una construcción masiva de aproximadamente 10 hectáreas emplazada en una barranca, conformada por pabellones para los presidiarios, casa de guardia, talleres de oficio, laboratorios de imágenes y otras estructuras. Todo el perímetro del terreno fue rodeado por una muralla de una extensión total de aproximadamente un kilómetro, alcanzando una altura que oscilaba entre los siete y los ocho metros y un espesor en la base de cuatro metros y en la cúspide de dos metros ochenta centímetros”, completan.
Dentro de sus muros se registraron algunos hechos dramáticos del siglo XX, como las ejecuciones en 1931 de los anarquistas Severino Di Giovanni y Paulino Scarfo durante la presidencia de facto del general José Félix Uriburu, Y los fusilamientos de 1956, bajo el régimen de facto de Pedro Eugenio Aramburu, del general de división Juan José Valle, el suboficial Isauro Costa y los sargentos Luis Pugnetti y Luciano Rojas.
La Penitenciaría, que cuando se construyó estaba en las afueras de la ciudad, fue dinamitada porque había quedado atrapada entre edificios. Para demolerla se usó dinamita y maza. Hoy, en el verde del Parque Las Heras, se busca recuperar una parte de la historia de nuestro país.
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