Las tumbas famosas que cuentan la historia de Mar del Plata: del creador del clásico alfajor a Pedro Luro

La ciudad más importante de la Costa Atlántica acaba de cumplir 146 años y dos guías proponen una alternativa diferente para conocerla: a través de sus muertos

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Victoria Gazzanego y Andrea García
Victoria Gazzanego y Andrea García son dos guías turísticas de Mar del Plata, apasionadas de la arquitectura y a la investigación, que desde hace ya varios años invierten horas pensando en caminatas que permitan conocer, además de lugares, sus historias (Christian Heit)

“Lo triste no es ir al cementerio, sino quedarse”, se rieron hace décadas los Les Luthiers y el gag se convirtió en un lugar común, en una respuesta a mano cada vez que alguien se escandaliza o se persigna, frente a la simple mención de la palabra.

Y es que la muerte y casi todo lo que tiene que ver con la muerte, mientras que en otros países se vive con color, festejos u ofrendas, en Argentina se siente más como el recordatorio de un miedo fundamental: el miedo a morirse.

(Christian Heit)
(Christian Heit)

Victoria Gazzanego y Andrea García son dos guías turísticas de Mar del Plata, apasionadas de la arquitectura y a la investigación, que desde hace ya varios años invierten horas pensando en caminatas que permitan conocer, además de lugares, sus historias.

Por eso no tardaron mucho en darse cuenta de que el Cementerio de La Loma, en Almafuerte al 300, una imponente arcada al final de calle Bernardo de Irigoyen, con piso de damero blanco y negro, era un archivo a cielo abierto hacia el que pocos marplatenses miraban.

“Nosotras tenemos 14 caminatas, hay gente que hizo 13, pero te dice ‘la del cementerio no la hago’”, cuenta Victoria, sobre una constante, el rechazo de antemano a un recorrido que es histórico pero que en algún punto está relacionado con la muerte.

“Falta que quizás el cementerio sea considerado como un lugar de cultura más, entre tantos otros que tiene Mar del Plata”, agrega Andrea. Y es que la ciudad, que acaba de cumplir 146 años, guarda en La Loma parte de su historia más íntimas.

(Christian Heit)
(Christian Heit)

“Pero al de Recoleta fuiste”, comparten las guías con Infobae una de sus chicanas cuando alguien se muestra dubitativo frente a la caminata. A lo largo de los años, sin embargo, ambas llegaron a entender cómo jugaba en la cabeza de los marplatenses el paseo y las diferencias con el cementerio porteño.

“Lo que pasa es que la gente de Mar del Plata va a la Recoleta porque no tiene a nadie enterrado allá y aquí en cambio lo que te dicen es: ‘tengo a mi mamá, a mi papá o a quien sea’”, explica Andrea, sobre una proximidad que saben le juega en contra al recorrido.

“Lo que pasa con Recoleta es que los personajes te son ajenos porque ya están como en un panteón de la historia. Vos a los personajes los leíste en los libros, los viste en figuritas, Mar del Plata en cambio al ser una ciudad menos antigua y más pequeña, los nombres son de gente cercana”, suma Vicky.

La historia de Mar del Plata bajo tierra

“Le encontramos la vuelta contando la parte histórica de Mar del Plata, lo que hicimos con ese recorrido fue rememorar toda la historia de la ciudad”, comparten las guías, que a través de tumbas y bóvedas, se propusieron repasar desde los primeros pobladores a los nombres que siguen siendo parte de esas calles.

El gran ausente, coinciden, es el fundador de Mar del Plata, Patricio Peralta Ramos, enterrado junto a toda su familia en Recoleta. Pero sí está Pedro Luro, luego de que tras morir en 1890 en Cannes, Francia, sus restos fuera repatriados a la Argentina.

La bóveda de Sampietro es uno de los puntos altos del cementerio, un sepulcro masón que da pie a la historia de la masonería en tierras marplatenses, lleno de símbolos y de guiños. Inclusive hay una tumba diseñada por Alejandro Bustillo, arquitecto del Gran Hotel Provincial y el Casino Central.

Puertas de madera, una particularidad
Puertas de madera, una particularidad del cementerio marplatense, directamente relacionada a los carpinteros locales

“Todo el tiempo el recorrido se reactiva o se realimenta, porque viene alguien que era pariente o que simplemente sabe más que uno, y eso lo vamos sumando. Ellos te tiran la primera pista y nosotras después lo investigamos”, cuenta Andrea, sobre la dinámica en la que se convierten en detectives a partir de esos relatos.

En el cementerio hay sepulcros que datan de 1880, sin embargo en la década de 1920 fue que se cambió la sencilla entrada del frente, por la imponente arcada de la entrada. Las tumbas más antiguas pertenecen a familias como Urrita, Bonet, Varese, Álvarez Arguelles, los primeros hoteleros.

El monumento a Alfonsina. Las
El monumento a Alfonsina. Las guías también proponen un recorrido por las últimas calles que recorrió la poetisa hasta el mar

“Eso me parece importantísimo que lo podamos rescatar porque ahí hacemos como un recorrido inmigratorio también, ahí están Francia, España, Italia, Grecia, porque está Demetrio Elíades, el constructor del edificio Havanna y el fundador de los alfajores”, repasa Vicky.

En la década de 1940 Benjamín Sisterna, un panadero que había trabajado en la tradicional “Los dos chinos” de la Capital Federal, se mudó a Mar del Plata y conoció al dueño de una confitería del centro, Elíades, que había bautizado a su negocio con el nombre de la capital de Cuba, pero escribiéndolo en alemán: Havanna. Los dos, junto a Giuseppe Vaccotti, fundarían en 1947 la empresa que todavía lleva ese nombre y comenzarían su actividad como productores de alfajores el 6 de enero de 1948.

A pie, Victoria y Andrea, destejen la historia de la ciudad en la que viven. La del cementerio no es su única caminata, está la de la Torre Tanque, la de Playa Chica a Playa Grande, el recorrido fundacional, entre otras opciones, aunque admiten que su vedette es un paseo que irónicamente está relacionado con la muerte: el que repasa las últimas calles que caminó la poetisa Alfonsina Storni antes de arrojarse al mar.

Fotos: Christian Heit

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