Amor predestinado: ella encontró la guitarra de él en África, chatearon durante 8 meses y ahora recorren América juntos

Antes de conocerse personalmente, Manuel Pozzi y Dolores Campos pasaron casi un año chateando: él desde Utah; ella desde el Caribe. Su historia, aseguran, estaba escrita. Desde el primer beso “pactado” en un aeropuerto, pasando por su proyecto de contagiar al mundo con música y poesía, hasta su boda nómade en Brasil

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Manuel Pozzi (músico) y Dolores Campos (escritora) se conocieron por una sucesión de hechos casuales, estaban predestinados.  (@camposlolita)
Manuel Pozzi (músico) y Dolores Campos (escritora) se conocieron por una sucesión de hechos casuales, estaban predestinados. (@camposlolita)

Fue hace cuatro años en el Aeropuerto de Dubái. Mientras esperaba que su vuelo saliera rumbo a África, Dolores agarró su celular y se metió en Spotify. Además de bajar su ansiedad con un poco de música, Loli -como la llaman todos- quería impregnarse con algo de la cultura del país donde pasaría los próximos meses. “Mozambique”, escribió en el buscador que, enseguida, le ofreció un tema del músico Manuel Pozzi.

No era la primera vez que Manu aparecía en la vida de Loli. Varias amigas, incluso familiares, se lo habían mencionado. “Hay un chico que escribe, vive y se expresa igual que vos”, llegaron a decirle. Pero Loli nunca prestó atención a aquellas señales.

TODOS LOS CAMINOS CONDUCEN A MANU

Después de varias escalas, 12 en total, Loli llegó a una comunidad en Mozambique, donde se instaló durante 8 meses para hacer un voluntariado. Una mañana, mientras desayunaba, un grupo de niños comenzó a bailar a su alrededor. Ella puso música para alentarlos y uno de ellos sacó una guitarra, que llamó su atención porque tenía escritas unas frases en español. Cuando preguntó por el dueño del instrumento le contestaron que era de un argentino que había pasado por allí. "Trajo su música y nos dejó la guitarra. Su nombre es Manuel Pozzi”, le aseguraron.

Durante los meses que Loli estuvo en África, Manu fue su banda sonora de cabecera: se había aprendido todo su repertorio. Unos días antes de regresar a Argentina, donde planeaba volver de sorpresa, Loli mandó una foto suya desde el Caribe (para despistar) al grupo de WhatsApp familiar. “Debajo incluí el link del tema ‘Home’ (una canción de Manu) para insinuar que estaba yendo a casa. Quien despista da pistas”, cuenta y se ríe.

Si bien logró engañar a su familia, la canción que les mandó tuvo más repercusión de lo que podría haber imaginado. “De ese chico te hablaba”, le dijo su prima. “Soy la madrina de su hermano”, retrucó su tía. Desde la pantalla de su celular, Loli no podía creer lo que le comentaban. “¡Se calman, chusmas! ¡Es solo una canción!”, escribió.

En ese momento, por primera vez, Loli sintió que había una conexión muy fuerte entre ella y Manuel. Decidió buscarlo por Facebook y contarle lo presente que él estuvo durante su viaje. “La conversación fluyó desde el vamos: parecía que nos conocíamos de toda la vida. Además, él insistía en que nos habíamos visto alguna vez en otro lado”, cuenta. Después de aquel intercambio por redes, Manu -que ya se había leído todos los poemas que Loli había escrito y publicado en su muro de Facebook-, le dijo: “Casate conmigo”. Ella creyó que le estaba haciendo una broma, pero en verdad él hablaba en serio.

Se conocían sin conocerse, ella escuchaba su música y él sus poemas
Se conocían sin conocerse, ella escuchaba su música y él sus poemas

AMOR A DISTANCIA Y UN ENCUENTRO MUY ESPERADO

Corría marzo de 2017 y las conversaciones se volvieron cada vez más frecuentes e intensas. “Nuestra conexión era la más profunda del mundo. En el desayuno, durante el almuerzo o la cena: siempre encontrábamos una excusas para charlar o mandarnos selfies para actualizarnos con el minuto a minuto a minuto de nuestras vidas”, cuenta Loli acerca de los chats que duraron cerca de un año.

En ese momento, Manu estaba trabajando un centro de Ski en Utah (un estado del oeste de EE.UU). Casualmente, la banda musical favorita de Loli, Mumford and Sons, iba a dar un concierto en Los Ángeles y a ella se le ocurrió que podía volar a los Estados Unidos para ir al show. “Cuando le comenté a Manu sobre mi posible viaje me dijo: ‘Si venís a Los Ángeles tenés que cruzar a Utah’”, cuenta. Estaba claro: ambos querían darle fin a los kilómetros de distancia y conocerse en persona.

Aunque las entradas para el show se agotaron, Loli decidió viajar de todas formas. “Ya tengo pasaje”, le escribió a su enamorado. Con mezcla de felicidad y algo de nervios, desde Utah. Manu, festejó en secreto.

Las semanas previas al gran día, se dedicaron a planificar qué iban a hacer cuándo se vieran y, lo más importante, cómo iban a saludarse. “Habíamos pactado un determinado protocolo de saludo; supongo que lo hicimos porque nos mataba la ansiedad”, recuerda ella que, para cuando aterrizó en Utah, la temperatura era bajísima. “Yo venía del Caribe y había viajado con muy poco abrigo. Él se bajó del auto, se acercó sonriente, dio un abrazo y me envolvió con un poncho”, cuenta Loli. “Hola, te estaba esperando desde hacía mucho”, le susurró Manu al oído.

El beso, tan ansiado, tan soñado y tan imaginado no tardó en llegar. ¿Si superó sus expectativas? Aunque ella se adjudica haber dado el primer paso, los dos coinciden en que fue mágico.

DAME LA MANO Y VAMOS A DARLE LA VUELTA AL MUNDO

Lo que siguió después de aquel primer encuentro fue vertiginoso, sobre todo para Loli. “Tenía miedo de enamorarme y que eso me alejara de mi sueño de viajar”, dice a Infobae. Para Manu, en cambio, estaba todo muy claro. “Yo estoy para poner quinta a fondo, Loli, pero quiero saber si vos querés sacar el freno de mano”, indagó. Al final decidieron salir a recorrer América en una camioneta dando shows: ella recitaba poemas y él acompañaba con la guitarra.

Viaje por el desierto
Viaje por el desierto
Comparten el amor por los viajes, la música y poesía (@soymanupozzi)
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A medida que pasaban los días Manu y Loli se fueron dando cuenta de que estaban predestinados a estar juntos. Para muestra, como dice el refrán, sobra un botón. “Mi tía era la madrina de su hermano. ¿Y viste que Manu decía que me conocía de algún lado? Bueno, un día se acordó: ¡nos habíamos cruzado en una fiesta hacía una década!”, cuenta Loli.

A su lado, Manu agrega: “Ella tenía puesta un top negra, un pantalón blanco y el pelo semirecogido. Cuando la ví me acerqué a hablarle, pero alguien se me adelantó y la agarró de la mano”. Hace una pausa y remata: “Podríamos habernos conocido muchísimo antes porque frecuentábamos los mismos lugares, pero no lo hicimos. El momento en que sucedió, fue el momento perfecto”.

En julio de 2019 decidieron casarse. Hicieron, aseguran, "un festejo fuera de lo convencional” junto a sus familiares y amigos. “Lo celebramos con una ceremonia nómade en Itamambuca, una reserva natural de Brasil. Descalzos para estar contacto directo con la tierra sentados en círculo y rodeados por nuestros seres queridos”, explica ella.

Se casaron el julio del año pasado
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La boda rompió con todas las tradiciones de ceremonias convencionales.  Para dar el sí, estaban descalzos, sentados en círculo rodeados de amigos y familiares
La boda rompió con todas las tradiciones de ceremonias convencionales. Para dar el sí, estaban descalzos, sentados en círculo rodeados de amigos y familiares
"Hubo vals con estrellas, mundos por el aire, una hamaca voladora, rock n roll, disco, country, reggaeton, principalmente “Dancing queen”, la canción que se llevó todos los aplausos y las mejores coreos"
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Un dato más: con el tiempo, descubrieron que la guitarra de África no era de Manuel. “Fue muy loco porque se la adjudicaron a él y, de alguna manera, me lo adjudicaron a mí”.

En Hawai construyendo una vida nómade y atípica (@camposlolita)
En Hawai construyendo una vida nómade y atípica (@camposlolita)

(Si tenés una historia de vida para compartir, podés escribirme @camilahotano o cotano@infobae.com)

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