Los médicos Miguel de Tezanos Pinto y Pedro Pérez Bianco y el abogado Eduardo Biedma, acusados por el contagio masivo de VIH y hepatitis C entre 1985 y 1992 en la Fundación de la Hemofilia, fueron absueltos por el juez Javier Machado Pelloni del Tribunal Oral Federal 3 en un juicio que se llevó a cabo con un tribunal unipersonal.
La hemofilia es una enfermedad hereditaria, que se caracteriza por ocasionar importantes dificultades en la coagulación. Para impedir hemorragias en los pacientes, uno de los tratamientos más eficaces que existen es la aplicación periódica y preventiva del factor de coagulación faltante.
Hace 30 años, en la Fundación de la Hemofilia, se aplicó a pacientes hemofílicos concentrados coagulantes importados en los que más tarde se detectó la presencia de VIH y del virus de hepatitis. Así, en siete años se registraron a unas 211 personas enfermas de SIDA y al menos unas 800 con hepatitis C. La mayoría de esos pacientes murió, pero aún quedan al menos 50 con vida.
La demanda se inició en 2005 y los ex directivos de la Fundación habían sido sobreseídos por el juez Claudio Bonadio, quien había considerado que hubo prescripción de la acción penal. Sin embargo, en diciembre de 2015, la Cámara Federal de Casación Penal sostuvo en cambio que no había prescripción posible de la causa porque el contagio era un delito continuado y permanente y la causa se reabrió finalmente en 2017.
“Esa omisión también se inscribe por un no actuar en la propagación de la enfermedad y allí -ya no caben dudas- el dolo es total y completo”, sostuvieron en su momento los camaristas Jorge Ballestero y Leopoldo Bruglia.
El juez federal Sebastián Ramos, que quedó a cargo de la causa, procesó a los médicos y directivos de la Fundación por no haber controlado los concentrados de coagulación que se le suministraron a los hemofílicos, y luego la Cámara Federal porteña les agravó la calificación y los definió como responsables directos de los contagios.
En el fallo de primera instancia, Ramos había señalado que los procesados “ordenaron aplicar a los pacientes hemofílicos los factores de coagulación llamados Factor VIII y Factor IV, que contenían los virus VIH, HCV y HBV”, aún cuando había señales de alarma a nivel mundial por la posible contaminación de los concentrados ya que habían sido “previamente rechazados por Estados Unidos, Japón y Brasil”. En agosto del año pasado, la causa fue elevada a juicio oral.
Tezanos Pinto, Biedma y Perez Blanco fueron acusados durante el juicio por la supuesta violación del artículo 202 del código penal que establece penas de tres a quince años de prisión a quien propagare una enfermedad peligrosa y contagiosa para las personas. Gonzalo Giadone, el abogado de la querella, había pedido penas de 15, 14 y 7 años de prisión, respectivamente y la fiscalía, a cargo de Nicolás Czisik, en tanto, había solicitado penas más leves y la absolución de Biedma tras modificar la calificación del hecho que pasó de “contagio doloso” a “contagio culposo”.
Este martes, sin embargo, los acusados fueron absueltos por el juez Javier Machado Pelloni, quien antes de leer la sentencia destacó que el juicio se realizó en 21 audiencias durante 4 meses y que contó con el testimonio de 55 testigos entre los que hubo 23 profesionales de la salud. Los fundamentos de la sentencia se conocerán el 29 de marzo.
La sentencia fue celebrada por familiares y amigos de los acusados entre el público y desató críticas entre las víctimas del contagio masivo.
Para Salvador Biedma, hijo de Eduardo Biedma, “era lo esperable porque no tenía sentido este juicio, no hay una sola prueba que indique que los médicos tendrían que haber hecho lo contrario en un contexto absolutamente distinto, en el que ni siquiera se conocía el SIDA”. “Hablamos de una pandemia a nivel global, no es que se les ocurrió a unos médicos en la Argentina hacer un tratamiento, sino que se aplicaba en todo el mundo, y hubo contagios en todo el mundo”, agregó.
El joven ratificó sus dichos “como hijo de uno de los acusados, como hemofílico, habiéndome contagiado hepatitis C, habiéndome enterado de ese contagio, habiéndome curado gracias a la Fundación de la Hemofilia, y teniendo un hermano que murió por haberse contagiado HIV”. “En este contexto tuve que aguantarme que mi padre estuviera acusado por ese contagio”, concluyó.
En el momento en que se les permitió expresar sus últimas palabras en el juicio, el médico Pérez Bianco manifestó sentirse “profundamente apenado y con una gran tristeza en relación a los pacientes” que declararon en el juicio. Además, negó acusaciones en su contra en relación a haber portado un arma a la hora de atender a sus pacientes y sostuvo que hubo un “discurso parecido o igual, como siguiendo un guión que alguien les preparó”, en referencia a pacientes y familiares que declararon.
El doctor Miguel Tezanos Pinto, de 89 años, recordó que tiene 65 años en la profesión, 30 de ellos “dedicados al estudio y tratamiento de los enfermos con hemofilia”, y se mostró “tranquilo” porque sus pares reconocieron su trabajo. El tercer acusado, el abogado Biedma, prefirió guardar silencio ante el Tribunal.
“Nuestro país no está a la altura de poder investigar lo que fue el mayor contagio de sida y hepatitis C que fuera motivo de serias investigaciones y condenas en otras partes del mundo donde se produjo el mismo contagio”, sostuvo Giadone en diálogo con Télam. “Las corporaciones pesaron más que las víctimas. Temíamos que pasara eso, pero no teníamos la certeza”, sostuvo el abogado, que adelantó que esperará a leer los fundamentos para poder apelar la sentencia.
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