El jueves pasado, a pocas horas de terminar su visita a Francia, el presidente Alberto Fernández mantuvo un encuentro con abogados y miembros de organismos de Derechos Humanos. La reunión se realizó en el Hotel Regina y, según fuentes diplomáticas, fue impulsada por el amigo y asesor presidencial ad honorem Marco Enríquez Ominami (para sus amigos ¨MEO¨), un dirigente chileno que integra el Grupo de Puebla y que en la última elección presidencial de 2017 obtuvo el respaldo del 5% del electorado.
Entre otras solicitudes -como ser la libertad de la dirigente jujeña Milagro Salas- la abogada Sophie Thonon, presidenta de la Asociación France Amerique Latine y miembro del Grupo Pro Diálogo Argentina-Reino Unido (y que lograra que se condene a el ex oficial Alfredo Astiz por el secuestro de las monjas francesas), pidió al mandatario argentino que se le devolviera el status de refugiado político al ¨Comandante Salvador¨, Galvarino Sergio Apablaza, que el presidente Mauricio Macri había revocado en 2017, aunque sin atreverse a extraditarlo tal como lo solicitaban los gobiernos de Chile. El ex terrorista chileno, entre otras causas, está imputado por el asesinato del senador Jaime Guzmán en plena democracia trasandina.
¿Quién es el ¨Comandante Salvador¨? Aquí una corta pincelada de su vida:
El martes 11 de septiembre de 1973, en las horas del los ataque al Palacio de La Moneda y el suicidio de Salvador Allende Gossens, el senador y dirigente del Partido Comunista Chileno Volodia Teitelboim se encontraba volando de Roma a Moscú para luego tomar una conexión a Santiago. Su colega de la comisión directiva, el Secretario General del Partido Luis Corvalán, estaba por caer preso y su colega en la directiva de la Unidad Popular, el Secretario General del Partido Socialista Carlos Altamirano (“Compañero Roberto” para la inteligencia alemana comunista), se sumergía en la clandestinidad que solo abandonaría dos meses más tarde para huir a la Argentina con la ayuda de la Stassi, el Servicio de Inteligencia de la Alemania comunista.
Un año más tarde, en un día de un calor sofocante de junio de 1974, Volodia Teitelbaum descendió en el aeropuerto de La Habana. Era la máxima autoridad partidaria porque Luis Corvalán se encontraba preso del gobierno de Augusto Pinochet en la isla Dawson (luego fue canjeado en Zurich por el disidente soviético Vladímir Bukovski dentro de los términos de la Guerra Fría). Teitelboim vivía en Moscú y lo esperaban en el aeropuerto José Martí los dirigentes chilenos del PC, Rodrigo Rojas, Orel Vician y Julieta Campusano, todos encargados de recibir a sus compatriotas que se refugiaban en “la perla del Caribe”.
La principal actividad del alto dirigente comunista fue su cita en el Palacio de la Revolución, al que solo concurrió con Rodrigo Rojas. Allí era esperado por Fidel Castro Ruz, en ese entonces a punto de cumplir 48 años, su hermano Raúl, Ministro de Defensa; Manuel Piñeiro Lozada, “ Comandante Barbarroja”, el jefe del Departamento América y responsable de la exportación de la revolución cubana a América Latina y Carlos Rafael Rodríguez, vice primer ministro y máximo exponente del viejo partido comunista cubano.
Los chilenos entraron a la reunión y lo primero que escucharon de ¨Fifo¨, el líder cubano, fue un reproche: “El gran error del gobierno de (Salvador) Allende fue no contar con una fuerza militar que lo defendiera”. Sabía lo que decía porque hasta el final los comunistas se habían inclinado por “la vía legal” dentro del gobierno de la Unidad Popular, a diferencia de los socialistas, el partido de Allende, encabezados por el senador ¨termocéfalo¨ Carlos Altamirano, en ese junio del ’74 refugiado en Alemania Oriental.
A renglón seguido, Castro dijo que no veía una salida a través de la “vía armada” para enfrentar a la Junta Militar, por lo tanto ahora ofrecía que las academias militares de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Cuba formaran a los jóvenes militantes comunistas como futuros oficiales de “un nuevo ejército democrático de Chile”. Teitelboim y Rojas aceptaron la sorpresiva oferta y antes de abandonar la sala de reunión escucharon de Castro la siguiente frase: “Este acuerdo lo voy a guardar yo en mi caja fuerte, porque es el acta de nacimiento del nuevo ejército democrático de Chile”.
De esta manera los jóvenes chilenos dejaban de graduarse como simples guerrilleros en “Punto Cero” (por donde pasaron miles de latinoamericanos que sembraron de muerte América Latina) para pasar a ser oficiales graduados en la Escuela Militar Camilo Cienfuegos. Esa camada constituiría el Frente Patriótico Manuel Rodríguez (FPMR), brazo armado del Partido Comunista de Chile. Por otra parte, para el comandante Castro era su revancha con la historia: él había disentido con Allende en cuanto a que no se podía hacer una revolución “socialista” (comunista) a través de las urnas.
Entre los tantos chilenos que se presentaron a las escuelas militares de elite y vistieron uniformes verde oliva se destacó Juan Gutiérrez Fishmann, “El Chele”, que tenía la ventaja de ser el yerno de Raúl Castro. Otro fue “el comandante Salvador”, Galvarino Sergio Apablaza, quien llegaría a ser el jefe de la organización terrorista.
La primera experiencia de guerra de algunos de los noveles oficiales chilenos fue en 1978, cuando Castro los mandó a reforzar la ofensiva contra Anastasio “Tachito” Somoza en Nicaragua, junto con otros latinoamericanos en donde no faltaron argentinos del PRT-ERP y Montoneros. También pasaron por tierras africanas y El Salvador.
Dos años más tarde, septiembre de 1980, Luis Corvalán, que ya residía en la Unión Soviética, anunció por Radio Moscú la ofensiva militar contra Pinochet, y entre julio y septiembre de 1983 cuatro “comandantes” del FPMR, formados como oficiales en las academias de Cuba entraron en Chile, luego de ser despedidos solemnemente por el propio Fidel Castro. Guiadas por éstos oficiales, oleadas de futuros combatientes fueron ingresando al país trasandino hasta llegar a un número cercano a 400. Había dos tipos de niveles: los oficiales de las academias y los “mandos medios” instruidos en “Punto Cero” y otros centros PETI (Preparación Especial de Tropas Irregulares).
El 14 de diciembre de 1983 nace oficialmente la organización y se produce el “apagón” en amplias zonas del territorio chileno. Luego de esta acción llegarán los atentados con bombas, asaltos a mano armada y sabotajes. En esta etapa inicial el jefe era Raúl Pellegrin o “comandante José Miguel”. Otros referentes fueron Galvarino Sergio Apablaza (“comandante Salvador”) y Juan Gutiérrez Fishmann (“El Chele”). Como dijimos, estos realizaron estudios en institutos castrenses cubanos, excepto José Joaquín Valenzuela Levi (“comandante Ernesto o Bernardo”) con estudios militares en la Alemania comunista y Bulgaria. También merecen señalarse a Mauricio Hernández Norambuena (“comandante Ramiro”) y Cecilia Magni (“comandante Tamara”) que recibieron instrucción media (paramilitar).
Sobre todos ellos sobrevolaba Guillermo Teillier del Valle (“Sebastián Larraín” en la clandestinidad), jefe del Comité Militar del Partido Comunista de Chile y actual presidente del Partido Comunista de Chile, el mismo que prepara para el próximo 8 de marzo de 2020 un “paro revolucionario” con la exigencia de la renuncia del presidente Sebastian Piñera.
Para los estudiosos de la cuestión, recién en 1985 el FPMR estaría en un 100 % para operar militarmente en todo Chile, pero la primera acción se realizó en 1983 cuando asesinaron al carabinero José Miguel Jonquera, mientras custodiaba un camión de caudales. En sus primeros cuatro años de vida, el Frente realizaría alrededor de 7 mil atentados. También en esos años se destacaría el “comandante” Raúl Pellegrin. Todo esto sucedía mientras en octubre de 1985 la dirigencia política de derecha, centro e izquierda política firmaron el “Acuerdo Nacional para la Transición a la Plena Democracia” con el aval de la Iglesia Católica y sin la participación del Partido Comunista.
El 24 de mayo de 1986, con la ayuda de la Inteligencia castrista, el jefe de la División de Tropas Especiales del Ministerio del Interior, general Alejandro Ronda Marrero logró introducir en Chile 80 toneladas de armamentos por la caleta Carrizal Bajo en las costas de la Tercera Región. Con la supervisión de Guillermo Teillier, el “rodriguista” Orlando Bahamondes Barría, “Pedro”, fue el jefe máximo de la operación. La Central Nacional de Inteligencia (CNI), el 6 de agosto de 1986, incautó gran parte del material de guerra: 3.115 fusiles, 300 lanzacohetes, unas 2 mil granadas y decenas de ametralladoras pesadas más explosivos. A pesar de la importante pérdida algunas reservas se salvaron y otras armas ingresaron desde la Argentina por el Sur de Chile.
Para el PCCh y el FPMR, 1986 había sido declarado como el “Año Decisivo” para derrocar a Augusto Pinochet a través de la “Sublevación Nacional”. Años más tarde, el cubano Ronda Marrero, ¨el general de los pinchos duros¨, como se lo conocía, fue trasladado a la Venezuela de Hugo Chávez para comandar operaciones de inteligencia y perseguir dirigentes opositores.
El 7 de septiembre de 1986 se realizó la fallida Operación Siglo XX, comandada por José Joaquín Valenzuela Levi, el “comandante Ernesto” (entrenado en Cuba y Bulgaria) y Cecilia Magni, la “comandante Tamara”, contra el propio Augusto Pinochet cuando se dirigía desde su residencia en El Melocotón hacia Santiago. Murieron 5 escoltas del Presidente y Pinochet fue herido en sus manos.
Como resultado del fracaso de Siglo XX y otros errores militares se produjo un quiebre dentro del FPMR del que fue meticulosamente informado Fidel Castro en julio de 1987. En esa ocasión el jefe cubano dijo “no vamos a dejar solos a esos muchachos” cuando el comunismo chileno decidió desmovilizar su brazo armado. Al poco tiempo nació el FPMR Autónomo (o Frente Autónomo) que siguió realizando operaciones militares, como los atentados al coronel Carreño (septiembre de 1987) y al fiscal Torres (mayo de 1988). Es el año en que declara la Guerra Patriótica Nacional.
En el lanzamiento de la nueva campaña (octubre de 1988), el líder del grupo, Raúl Pellegrín Friedmann, perdió la vida tras la toma del poblado de Los Queñes. Su muerte, sumada a la de Cecilia Magni que lo acompañaba, significó un duro golpe para los militantes que integraban el Frente Autónomo. Su reemplazo al mando del FPMR fue asumido por Galvarino Apablaza, secundado en la comandancia por Juan Gutiérrez Fischmann y Mauricio Hernández Norambuena.
A los pocos días, un comunicado del FPMR publicita su división y su vocero reconoce las virtudes de los integrantes del FPMR-Autónomo, sin criticarlo. El vocero era Alex Vojkovic Tries, ex pareja de Michel Bachellet entre 1985 y 1987, los años más combativos de la organización terrorista. Por todos los medios se demostró que la ex mandataria no formó parte del grupo. Vojkovic murió en un accidente de auto en octubre de 2014.
Con la llegada de la democracia a Chile en marzo de 1990, el FPMR redujo la intensidad de sus acciones. Luego del asesinato del constitucionalista y senador Jaime Guzmán Errázuriz (1 de abril de 1991) y del secuestro de Cristián Edwards -hijo del empresario Agustín Edwards, propietario del diario El Mercurio (9 de septiembre de 1991)-, cesó sus operaciones militares hasta 1996. En todas las instancias de la investigación se comprobó que Cuba estuvo siempre detrás de todas las “operaciones militares”.
De acuerdo con la versión más conocida, los autores materiales del asesinato del Senador Nacional Jaime Guzmán, fundador de la Unión Democrática Independiente (UDI), fueron los militantes del Frente Patriótico Manuel Rodriguez (FPMR), Ricardo Palma Salamanca, “El Negro” y el ¨comandante Emilio¨ Raúl Escobar Poblete, mientras que los autores intelectuales eran Galvarino Apablaza, Mauricio Hernández Norambuena y “ El Chele” Juan Gutiérrez Fischmann.
El 30 de diciembre de 1991, en una espectacular operación que incluyó el uso de un helicóptero, el FPMR logró que se escaparan Ricardo Palma Salamanca, Pablo Muñoz Hoffmann, Mauricio Hernández Norambuena, “comandante Ramiro” y Patricio Ortiz Montenegro, frentistas que se encontraban recluidos en la Cárcel de Alta Seguridad de Santiago acusados de diversas acciones militares. En esa ocasión, el comando de rescate liderado por Raúl Escobar Poblete utilizó fusiles M-16 ingresados en 1986 por Carrizal Bajo.
Pasaron los años y en 1997, el hombre del Departamento América en la embajada de Cuba en Chile era José Luis Ojalvo. Tenía un frondoso currículo: en 1966 había trabajado con el “Che” Guevara cuando éste recaló en Checoslovaquia preparando la invasión a Bolivia (pero cuyo destino final era la Argentina) y estuvo destinado en varios países. A mediados de 1997, la inteligencia chilena interceptó unas 20 comunicaciones realizadas desde Cuba hacia su oficina por tres de los cuatro frentistas que se habían fugado de la Cárcel de Alta Seguridad. El juez que investigó la evasión mandó exhortos a La Habana pero nunca fueron respondidos, como tampoco se dijo nada de “El Chele” yerno de Raúl Castro. Cuando el embajador de Cuba en Santiago se enteró de la “filtración” telefónica, Ojalvo fue trasladado a Cuba y poco más tarde “murió”.
Palma Salamanca termino refugiado en Francia y nunca se le otorgo la extradición solicitada por Chile. Mauricio Hernández Norambuena, tras ser entregado por el gobierno de Brasil, cumple prisión con la condición de que no sean más de 30 años.
Galvarino Sergio Apablaza volvió a Cuba a mediados de los años 90, dejó a sus hijas estudiando en La Habana y terminó viviendo en Buenos Aires, bajo el nombre falso de Héctor Daniel Mondaca, donde conoce a su nueva pareja, la escritora chilena Paula Chahín Anania con la que tuvo tres hijos. En 2004 Apablaza fue detectado por el periodismo viviendo en una casa en las afueras de Buenos Aires y luego se supo que su esposa trabajaba en la Casa Rosada, a metros del despacho presidencial.
El presidente Ricardo Lagos y el primer gobierno de Piñera solicitaron su extradición y la Corte Suprema aprobó el pedido pero con la presión de la Comisión Nacional de Refugiados (Conare) fue declarado “refugiado político”. En 2010 el juez Claudio Bonadio cerró el caso. El 26 de octubre de 2011 fue visto entre el público que festejaba, en las puerta de Comodoro Py, las condenas a los jefes navales en la Causa Esma I.
El “comandante Emilio” Raúl Escobar Poblete, también acusado por el asesinato de Guzmán, fue detenido en junio de 2019 en México por varios secuestros y México acepto el pedido chileno de extradición. Su pareja Marcela Mardones Rojas, que vivía en México bajo un nombre falso, fue arrestada en Chile por el mismo caso y sentenciada a 10 años de cárcel.
Otro ex miembro del FPMR culpado por el mismo asesinato es Enrique Villanueva Molina, quien fue condenado a cadena perpetua pero en 2016 se le redujo la pena a 5 años de libertad vigilada.
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