“¿Por qué a mi hijo?”. Esa fue la primera pregunta que se hizo Vivian Mastellone (49) el 19 de enero de 2014, día que Iván (14) murió en un accidente de tránsito. La misma pregunta, probablemente, se hicieron Silvino Báez y Graciela Sosa, el papá y la mamá de Fernando Báez Sosa, asesinado a golpes por un grupo de rugbiers del club Náutico Arsenal Zárate en Villa Gesell.
Se llama “huérfano” al que se quedó sin padres; “viudo o viuda” a quien perdió a su pareja. Para la muerte de un hijo, en cambio, no hay una palabra. “No se puede describir semejante dolor”, sostiene Mastellone, referente del Grupo RENACER: padres que enfrentan la muerte de hijos.
“Ante una tragedia como el de Fernando Báez Sosa siempre pensamos en las familias. No los contactamos directamente, pero si hay alguien que los conoce, les acercamos nuestra propuesta. RENACER es para todos, pero no todos son para RENACER”, asegura Mastellone acerca del grupo fundado hace más de tres décadas por los cordobeses Gustavo Berti y Alicia Schneider y que hoy tiene más de 70 sedes en todo el país.
Tras la mediatización del caso Báez Sosa, son muchas las personas que se preguntan si es posible superar la muerte de un hijo. RENACER propone trascenderla. ¿De qué manera? Reuniendo a distintas personas que atravesaron la misma situación. “Rodearse de pares es la única forma de sobreponerse. Cuando vas a una reunión y ves que hay padres o madres que se ríen, que toman mate, pensás: ‘Quiero estar como ellos’”, agrega Mastellone, que todos los lunes y sábados lleva adelante reuniones con familias que perdieron a sus hijos, en las sedes de Almagro y Avellaneda, respectivamente.
Otra de las claves de este grupo es enfocarse en el “Para qué pasó esto” y no en el “Por qué”. “Trabajar en los porqués no sirve y nos lleva a lugares muy oscuros. Por eso no hablamos de lo que les pasó a nuestros hijos, sino de lo que nos dieron en vida”, asegura Mastellone. Hace una pausa y agrega: “Para cualquier padre la muerte de un hijo es una injusticia”.
En RENACER no trabajan con psicólogos ni especialistas de ninguna índole. Tampoco imponen valores sino todo lo contrario: dejan que cada familia haga su proceso en libertad. “Se trata de buscar un sentido a la vida. Hay tanto para hacer. Depende de cada persona", dice Mastellone que, tras la partida de su hijo Iván, decidió estudiar la carrera de acompañante terapéutico, profesión que ejerce actualmente.
Para alguien que enterró un hijo, las imágenes de Silvino Báez y Graciela Sosa despidiendo los restos de Fernando en el cementerio de la Chacarita no pueden pasar inadvertidas: “Era mi todo, mi vida, no tengo palabras. No puedo creer lo que nos pasó”, dijo la mamá de Fernando en diálogo con Infobae. El papá sostuvo algo similar: “Mi hijo era todo, era nuestra vida, era todo para nosotros”. Mastellone puede ponerse en sus zapatos porque ella también atravesó esa situación: “Cuando se te muere un hijo, se muere un todo. ¿Adónde ponés todo ese amor?”, concluye.
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