“En Argentina, los accidentes viales constituyen un complejo problema de salud pública”, es la primera oración del resumen del informe dirigido por Diego Golombek y Daniel Cardinali, investigadores del Conicet. El estudio, solicitado por el Ministerio de Trabajo y la Superintendencia de Riesgos del Trabajo, data de 2012: cobra vigencia a raíz de un nuevo siniestro fatal en micros de larga distancia. El martes a las 6 de la mañana un ómnibus doble piso de la empresa Vía Bariloche que iba de Miramar hasta Pacheco con 38 pasajeros volcó cerca del kilómetro 93 de la Ruta 2, mano a la Ciudad de Buenos Aires. El saldo: dos personas muertas y más de treinta heridos, cuatro de ellos de gravedad, con amputaciones de varios de sus miembros.
“Asimismo, los trastornos de sueño presentan una alta prevalencia en sociedades urbanas”, es la segunda oración del estudio. El trabajo se propuso cotejar las características del ritmo sueño vigilia, el ritmo circadiano, las alertas, las respuestas automáticas y el estrés con la actividad laboral de conductores de pasajeros de larga distancia. Lo encargaron oficinas estatales a investigadores del Conicet. Lo presentaron hace ocho años. “Este es un excelente ejemplo de cómo las políticas públicas pueden y deben basarse en evidencias científicas. ¡Ministerio de Transporte, acá estamos!”, gritó Golombek en sus redes sociales.
Su enojo obedece al nuevo accidente con micros de larga distancia. Para la Justicia, el chofer de 24 años se quedó dormido. Es la hipótesis que estudian los investigadores: su fundamento emerge del peritaje que se hizo en el lugar, donde ninguna marca en el asfalto sugiere una mala maniobra como causa del vuelco. En las últimas horas, también se difundió un presunto audio del segundo conductor del micro, de 35 años: “Acá estoy en la comisaría. Volcamos, ‘cumpa’, volcamos. Mi compañero volcó. Yo iba en la cucheta. Llegamos y rebotamos. Así como llegamos, limpié el micro y salimos de nuevo. Se durmió. Lo dejé dormir dos o tres horas, creo, no sé, no me acuerdo ya y después lo agarré, lo desperté para que maneje 100 kilómetros o 150 kilómetro. Y se durmió, ‘cumpa’, se durmió digo yo. Se despistó en una curva y caímos en un zanjón. Yo y el compañero estamos bien pero murieron dos personas”.
El conductor quedó imputado por decisión de la fiscal Mariana Albizu por homicidio culposo agravado por conducción negligente o imprudente de un vehículo motorizado. Ocho años antes, el biólogo y divulgador científico había advertido sobre la problemática del descanso en los conductores.
“Nos subimos a micros de larga distancia y registramos actividad, sueño, temperatura, hormonas. Encontramos jornadas demasiado extendidas, falta de descanso, inadecuada exposición a la luz, obesidad e incidencia de apneas de sueño. Hicimos un extenso reporte para la SRT y el Ministerio de Trabajo con recomendaciones varias, incluyendo un test de alerta para los choferes”, resumió. El paper completo saldrá, pronto, en la revista científica Sleep Health, de la Journal of the National Sleep Foundation.
“Evaluación de las características del ciclo sueño-vigilia en conductores de transporte público de pasajeros de larga distancia” es el título de un informe de 177 páginas. Se realizó un relevamiento a 184 conductores de distintos corredores geográficos. El estudio incluyó una encuesta y una serie de mediciones objetivas: evaluación del ritmo sueño-vigilia mediante actigrafía, ritmicidad circadiana mediante el ritmo periférico de temperatura corporal, alerta mediante la determinación de la respuesta psicomotora ante un estímulo, actividad autonómica mediante variabilidad de la frecuencia cardíaca y respuesta endócrina al estrés mediante determinaciones de cortisol salival.
En las encuestas a los choferes, las palabras más repetidas fueron “estudio”, “sirva”, “espero”, “mejorar”, “trabajo”, “descanso”, “conductores”. Los que emprenden recorridos más largos, entre 15 y 17 horas, presentaron mayores niveles de síntomas de depresión y agotamiento emocional en comparación con los que conducen tramos de entre 9 y 11 horas.
Entre los factores de riesgo cardiovascular, el 90% registró una alta prevalencia a trastornos de peso y el 54%, sedentarismo. El porcentaje de conductores con mala calidad de sueño y con somnolencia diurna fue de 15%, mientras quienes tienen riesgo elevado de padecer apneas de sueño asciende al 30%. Sin embargo, su preocupación principal fue el estado y el tránsito en las rutas.
“Se detectaron alteraciones en el ritmo sueño vigilia y en el ritmo circadiano de los sujetos estudiados, junto con modificaciones en las respuestas psicomotora, autonómica y endócrina”, reza una de las conclusiones del estudio que enmarca estas situaciones en un modelo de control de riesgos relativos a la fatiga. Supone, entonces, “un abordaje sistémico para el mejoramiento de las condiciones de trabajo del conductor”.
Golombek reflexionó, en diálogo con Infobae, sobre la naturaleza del informe. Prefirió, como primera medida, no caer en un pesimismo dramático. “Los trabajadores están interesados en el tema. Nuestro estudio se pudo hacer gracias a la colaboración de la UTA y, si bien las cámaras de empresarios no estaban plenamente felices con nuestra investigación, aceptaron y nos dejaron hacerla. El que falta acá es el Estado como regulador”.
Y recordó el germen del informe en lo que calificó como una posición anómala del sistema político argentino: “En ese entonces, el ministro de Trabajo, Carlos Tomada, tenía que evaluar una situación específica con los conductores de larga distancia. Le habían planteado la posibilidad de extender la jornada laboral. Tomada dijo que antes de decidir, quería asesorarse y nos convocó a nosotros. Entiendo que nuestro informe hizo que no se avalara ese protocolo. Ese es el rol conjunto del Estado y de la Ciencia”.
Nombró a los choferes pero también a los guardas, los médicos, los policías y los bomberos, aquellos oficios que están comúnmente afectados por la falta de sueño.
“Que haya relativamente pocos problemas habla de la profesionalidad de estos trabajadores”, analizó. “Los resultados no fueron trágicos ni dramáticos, fueron una señal de alarma de algo que todo el mundo sabe. En las profesiones que tienen jornadas extendidas, está claro que la falta de sueño conlleva un problema adicional, sobretodo si cuenta con la carga adicional de transportar personas. El sueño debe ser considerado un factor de riesgo tan importante como el alcohol. Las campañas de concientización también tendrían que decir ‘si no dormiste bien, no conduzcas’”, concluyó el doctor en biología.
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