La única habitación de una pequeña y humilde casa, perdida en la provincia de San Juan, fue el cobijo de una madre soltera de 26 años y de su beba de 11 meses. Aquella vieja cama matrimonial, en la que un día jugó a ser grande, contuvo sus lágrimas y su cuerpo golpeado por las manos de quien amó y por una enfermedad que a veces no le permite moverse. Sobre el colchón gastado por los años, durmieron las dos junto a la abuela de la pequeña, que no dudó en abrir las puertas de su hogar para contenerlas.
Celeste Becerra regresó a la casa de su madre luego de dejar la que compartía con su ex pareja. El hombre la golpeaba. Era violento física y verbalmente. Cansada de vivir esa situación, lo denunció, y se animó a abandonar ese infierno que no quería que su pequeña hija Acsa conociera. Tomó las pocas ropas que tenía y se fue de la casa.
Así volvió a la de su madre, en Villa Jofré, un humilde barrio del Departamento de Santa Lucía, ubicado a 6 kilómetros de la capital provincial. “Mi mamá me recibió con mucho amor, pero el lugar es muy pequeño. Dormimos las tres juntas en una cama, porque ella no tiene otra", contó a al Diario de Cuyo. Señaló, además, que su ex pareja tiene una orden de restricción porque “cada que me cruzaba en la calle, o donde fuera, me golpeaba”.
Los últimos años fueron muy duros para Celeste. A mediados de 2018 le diagnosticaron Lupus, una enfermedad crónica autoinmune que le afecta en sus articulaciones y músculos, generándole dolores intolerables que la hacen depender de medicación constante. Por esas dolencias no puede trabajar y espera el certificado de discapacidad que la habilite a tener su pensión. “A veces me duelen tanto los brazos que no puedo cargar a mi hija”, lamentó.
Cuando su historia se difundió por el barrio, de boca en boca, un grupo de vecinos se conmovió. Juntos decidieron hacerle un regalo inesperado: construyeron una habitación para ella y su hija. Entre todos, llevaron ladrillos y materiales, para construir el lugar en el fondo de la casa de la mamá de Celeste.
“Apenas nos enteramos de su triste situación no dudamos en ayudarla. Celeste tiene un corazón enorme y necesitaba un hogar urgente, aunque sea pequeño, para comenzar una nueva vida junto a su hijita”, dijo Karina Pereyra a Infobae, la vecina que al conocer la historia decidió hacer algo por ellas y organizó a los vecinos para ayudarlas.
“A veces puede apenas caminar y hasta hay días en los que le cuesta alzar a su bebita”, lamentó Pereyra y reveló que ante su convocatoria en pocas horas los vecinos se agruparon y comenzaron la cadena de solidaridad que en dos días terminó en una nueva habitación para Celeste y Acsa. La joven lloró al ingresar por primera vez a ese pequeño cuarto, su cuarto. “Por primera vez en años mis lágrimas fueron de felicidad”.
Barrios movilizados para ayudar a Celeste y su beba
Karina Pereyra es voluntaria de la Asociación Civil Emprender San Juan que desde hace 10 años ayuda a personas en situaciones de riesgo bajo el lema “la solidaridad es el primer paso”.
“Nuestra intención es que la gente se contagie y se sume, queremos que vean que muchas veces no necesitan de la ayuda del gobierno para hacer algo sino que es suficiente que un grupo se organice solidariamente para hacer las cosas”, respondió sobre cómo es el trabajo que realizan.
Desde esa asociación también velan para que las personas pueden desarrollar emprendimientos que, a largo plazo, les asegure su sustento: “Apuntamos al emprendimiento para que la gente no se conforme solo con lo que se le da sino que descubra qué le gusta o qué sabe hacer para que con eso pueda salir adelante. Tratamos de conseguir las herramientas y los materiales para que comiencen a trabajar en sus casas cuando, por ejemplo, tienen un hijo enfermo o internado o en caso de que tengan alguna incapacidad. Se les enseña a emprender con el objetivo de ganar su propio sustento”.
Bajo ese lema solidario fue como llegó a Karina la historia de la mujer que dejó la casa donde era golpeada para buscar una nueva vida. “Fui con un vecino para conocerla y saber sobre su caso. Al interiorizarnos sobre lo que estaba viviendo él decidió que había que construir una habitación de manera urgente porque estaba durmiendo en un cuarto muy pequeño con la madre, su beba y a veces un hermanito menor. Necesitaba rápido una habitación para ellas porque no tenían espacio”, recordó los detalles de la visita que realizó durante la primera semana de este año.
El vecino al que se refiere es Roberto Lara, un comerciante que en pocas horas organizó a un grupo de conocidos y entendidos en trabajos de albañilería para poner manos a la obra. “Él sacó plata de su bolsillo para la construcción. Luego se sumó otro vecino que llamó a un albañil para que viera qué materiales necesitaban para levantar la habitación, quien al enterarse de la situación de la chica decidió donar la mano de obra. Este hombre llevó a tres chicos que trabajan con él y a ellos se sumaron tres adolescentes más... En dos días, entre todos, pudieron construir una habitación muy amplia que terminó siendo un regalo inesperado”, recordó feliz.
Celeste también recibió como ayuda varias bolsas de comida para que a su beba no le falten alimentos. A esas bolsas le sumaron paquetes de pañales y un detalle importante: “Empezamos a tramitarle la pensión porque no puede trabajar por la discapacidad que tiene. Hay días en los que apenas camina y hay otros en los que ni siquiera se puede levantar de la cama. Si bien está medicada, cada vez necesita dosis más alta para paliar su dolor”.
Hoy, a los 26, Celeste pudo cumplir un sueño que ni se había atrevido a soñar: tener un lugar donde poder criar a su hija, una casita propia.
Cuando los vecinos la llamaron para que viera la nueva habitación, Celeste los abrazó y solo pudo llorar. Cuando la emoción le dio un respiro, les confió otro deseo: “Sueño con tener un trabajo y poder darle a mi bebé una mejor vida".
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