"Soy chatarrero”, se define Juan Pablo Ayciriex , uno de los tres socios del parador y principal impulsor de “buscar, comprar y reciclar objetos de todo tipo”. Este año juntó todo lo que había recolectado en subastas, remates y basura para poder diseñar un parador distinto: Nelson Beach.
A la favorable renovación del frente marítimo se le sumó este lugar. Sobre la larga Avenida del Mar se lo descubre rápidamente porque está de estreno, pero también porque cautiva por su loco diseño. “Lo defino como un espacio EcoPop: sustentable y de diseño. No hay otro igual en toda la Costa Atlántica. Son 180 metros cuadrados cubiertos y una terraza de 200 metros, con detalles únicos, auténticos y cómodos. Todo ideado por nosotros con la colaboración de amigos como Juan Ramón Gonzáles y Carlos Levington”, cuenta.
Juan Pablo habla rápido, casi sin respirar; tiene el ritmo de un porteño aunque nació en Pinamar :”Amo lo que hago y le pongo mucho entusiasmo. Me inspira el laburo, la gastronomía, el mar y las ganas de promover el balneario durante todo el año”.
Hijo de una arista plástica y un maestro mayor de obras, decidió estudiar Gastronomía y materializó su pasión en su primer proyecto propio: el primer Nelson que abrió sus puertas en 2015 sobre Bunge. “Nos fue muy bien porque tiene una impronta distinta a todo lo que hay en Pinamar. Más allá del diseño a partir de piezas recicladas ofrece una opción de resto bar con aires surferos”.
Esa primera experiencia los impulsó a seguir, pero ahora frente al mar.
Un portón de rejas antiguas “al estilo Locos Adams” da la bienvenida a los veraneantes que llegan desde la avenida. Una vez dentro del terreno una gigante marquesina de chapa “hecha collage" forma la fachada del restaurante.
Tanto Juan Pablo como su socio son cazadores de piezas desechadas. “Hace diez años que salgo a buscar cosas que otros tiran. Me encanta ir a los campos, chacras o lugares poco conocidos. Recorrí todo el país en busca de piezas únicas, llegué a ir a Misiones por el día para encontrar algo distinto”.
Para Juan Pablo todo tiene un segundo uso: “La rueda de un molino es el techo del chiringuito de la playa, la estructura de salón de Nelson Beach está hecha con partes de un gallinero de campo, el guardabarros de los sulkys se convirtieron en macetas... hay tanto que se puede hacer”.
Con un ambiente relajado y descontracturado, la gastronomía es otro plato fuerte que sigue el espíritu del parador. “La carta es amplia y variada. Tragos, licuados y refrescos. Para comer: hamburguesas, picadas, ceviches y la pesca del día con un pescador que sale a buscarla en kayak”.
A la hora de bajar a la playa, Nelson Beach, también innova. “La carpas tiene una impronta rústica y eco friendly, queremos que los veraneantes se queden todo el día. Te imaginás un asado al aire libre a orillas de mar... bueno acá lo tenemos. En vez de irte a tu casa, lo hacés sobre la arena con un chulengo que antes fue una rueda de tractor".
Y no hay playa sin un chapuzón el agua, otro hábito que promueve Juan Pablo: “Acá podes hacer surf, kite, kayak... y lo mantenemos todo el año, inclusive en la contra estación”.
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