La relación por correspondencia nació en 1973, pero se vieron por primera vez en 2020. Carola Blasig es argentina y Annette Rau es alemana, se conocen desde siempre pero tuvieron que esperar 44 años e intercambiar un centenar de cartas para verse en persona. El lugar elegido para el esperado encuentro fue Heilbronn, en el norte de Alemania.
“Nosotras tenemos la mejor amistad por carta… y algún día ¡nos vamos a conocer”, le había anticipado Annette a Carola en una de sus tantas correspondencias enviadas a Oberá, Misiones.
Antes del encuentro epistolar, Carola y Anette eran dos niñas de 11 años que vivían en ciudades muy distantes que ni siquiera conocían en el mapa. Una estaba en Sudamérica y la otra en Europa, y aunque todavía no se conocían el tiempo les hizo ver que tenían muchas más cosas en común de lo que podían imaginar.
En primer lugar, los padres de Carola eran alemanes. “Después de la Segunda Guerra Mundial, mi mamá vino a la Argentina. En Misiones conoció a mi padre,que nació acá pero tenía ascendencia alemana. Es decir, de alguna manera siempre tuve una conexión con Alemania”, le cuenta a Infobae.
Algunos días después de cumplir 11 años, una conocida de su familia la llevó sin saberlo al encuentro de Annette: “Era una especie de segunda abuela, Clara. Ella me incentivó para que escribiera en alemán al diario internacional Heilbronner Stimme, para buscar una amiga por correspondencia”.
Dos semanas después, llegó a Oberá la respuesta a su pedido. “Recibí más de 15 cartas. Recuerdo que lo viví con plena emoción, abría cada sobre con mucha ansiedad”. Sin embargo, entre la decena de historias, hubo una que le despertó un interés particular. “La carta de Annette se destacó de entrada del resto por su letra bonita y prolija, y su lenguaje claro y descriptivo”.
Los nervios se repetían cada vez que llegaba el cartero. O que no llegaba. “Éramos chicas y a pesar de estar lejos compartimos muchas anécdotas: le contaba del colegio, de mis vacaciones, ella me preguntaba mucho, también me relataba su día a día, historias de su perro... cosas de la edad”.
El intercambio postal se volvió una rutina, casi un ritual .“La relación sin fronteras se afianzó y la frecuencia se volvió cada vez más fluida. En un año llegué a escribirle 4 cartas, entre que las enviaba, le llegaban y recibía la respuesta era bastante”, cuenta Carola.
Para ambas era fascinante conocer la historia de otra persona a miles de kilómetros de distancia. “Había algo de curiosidad que hacía fuerte el ida y vuelta. Al estar en distintos hemisferios vivíamos en tiempos distintos. Además de mi interés por su vida, a Anette también le sorprendía mi vida”.
En un momento llegaron a ser confidentes. “Las decisiones personales trascendentales se las comuniqué por carta, cuando me casé, cuando me separé y el embarazo de mis dos hijos. Lo mismo hacía ella. Inclusive nos mandamos, postales, folletos, fotos y regalos”.
La vida pasó y los avances tecnológico facilitaron el intercambio entre las amigas. “En cierto punto la carta había pasado a desuso, entonces comenzamos a usar el e-mail. Con la llegada de las redes sociales ya no nos escribíamos tanto pero sí nos seguíamos por Facebook. Hoy tenemos largas charlas por Whatsapp. Imaginate todo lo que pasó en estos años, ahora ambas estamos divorciadas".
El encuentro más esperado se dio el 2 de enero. “Tenía que ir a Alemania, le avisé a Annette y coordinamos la cita. Estábamos muy nerviosas. Quien me recibió en Heilbronn, en Bad Friedrichshall, fue su hija Naomi, después vino Annette”.
-¿Cuál fue la primera reacción al verse cara a cara?
-Una mezcla de emociones inexplicable, movilizante. Lo increíble es que ella era tal cual la había imaginado a través del papel.
-¿Creíste que se iban a conocer personalmente?
-La sentía cercana y lejana a la vez, porque por algunos meses no sabíamos nada de la otra. La redes sociales volvieron a conectarnos reafirmando este vínculo.
-¿Qué hicieron durante el encuentro?
-Mi estadía duró tres días y pude confirmar y sellar todo lo que habíamos compartido durante estos 44 años. Pude ver su casa, conocer a sus mellizos, compartir sus costumbres a la hora de comer...no sé, todo era familiar. Lo que alguna vez había sido distante o alguna charla inconclusa, porque por carta no se podía contar, quedó cercano y real. Ahora nos conocemos de otra manera, hay más confianza, y eso va profundizar la comunicación.
-¿Anette guardó tus cartas?
-Sí... mucho más que yo. Me mostró todo lo que le escribí. Imaginate todas las que eran. Nos sentamos a leerlas juntas, había mucho que no recordaba. Fue un momento de mucha nostalgia.
-¿Cómo fue la convivencia ?
-Tuve la mejor mejor anfitriona. Me cocinó, me llevó a pasear, me mostró sus rincones preferidos, me presentó a su familia...y tuvimos las mejores charlas. Llegamos a ir juntas al diario por el que nos conocimos.
-¿Pudieron encontrar la publicación de 1973 que fue el inicio de su correspondencia?
-Todavía no. Nos contactamos con la redacción para poder recuperar ese pedazo tan importante de nuestra historia. El inicio de todo.
-¿Qué le llevaste de regalo?
-Mate. Lo probó, se tomó. Le pareció una costumbre interesante.
-¿Cómo fue la despedida?
-Anette estaba movilizada, lloramos las dos al decirnos un hasta luego.
-Hasta luego no es adiós. Entonces, ¿habrá un nuevo encuentro?
-Espero que sí. Quedamos en que vendría ella a Misiones. Espero que se anime.
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