Angustia. Eso es lo que transmite y entrecorta las palabras de Ignacio Grignaschi (38), amigo y compañero de equipo de Ezequiel Bermejo (43), el nadador del Club Atlético Brown de Adrogué, que desde hace una semana está desaparecido en el mar.
Ignacio y Ezequiel son parte del grupo de 11 miembros del club, 6 nadadores y 4 kayakistas, que la semana pasada partieron desde Adrogué con destino a Necochea, para participar de la 37ª edición de la competencia Río-Mar 2020. Como su nombre lo indica, el desafío de 10 kilómetros empieza en el Río Quequén y termina en el mar.
Ezequiel estuvo a punto de no competir. Una demora en la inscripción lo había dejado fuera del certamen, pero la baja a último momento de otra nadadora que le cedió su lugar, lo puso entre los 550 que compitieron.
“Su kayakista nos cuenta que Ezequiel venía tranquilo, que se hidrató cuatro o cinco veces. Pero en ese instante a él se le rompe el remo y no lo puede seguir más”, le cuenta Ignacio a Infobae, que en ese momento nadaba varios metros delante de su compañero.
Los nadadores pueden tener un kayakista que los acompañe, para guiarlos e hidratarlos a lo largo de la competencia. Si bien no es obligatorio Ezequiel contaba con la asistencia, pero el accidente del remo los obligó a separarse a unos 1500 metros de la meta.
Ezequiel nunca llegó. Desde mucho antes de que el último competidor saliera del agua, por la ubicación y la distancia de la llegada que había dado el kayakista de Ezequiel, sus compañeros supieron que algo andaba mal.
“Ese día hubo 120 abandonos, es muchísimo, no es normal, no pasa en todas las carreras”, explicó Ignacio. Hubo cuadros de hipotermia, kayaks dados vuelta y otros tantos perdidos. La conclusión tardía es que la competencia no debió haberse realizado, por lo menos no la etapa en mar abierto.
“Hubo muchos casos de hipotermia, de gente que quería abandonar y no tenía a nadie que los sacara. Y se sabía cómo iba a estar el clima. Hubo guardavidas que estaban totalmente en desacuerdo de que se haya hecho la competencia con el mar así”, describió el nadador algunas de las secuencias que recuerda de ese día.
Y siguió: “era todo un caos, a la llegada los mandaban a la carpa de la Cruz Roja, los tiraban a la arena caliente, a cada rato iba y venía una camioneta llevando gente a los hospitales y las salas de Necochea, colapsó porque no se estaba preparado para tanta gente abandonando”.
El jueves pasado el viento y el oleaje dificultaron la búsqueda de Ezequiel. Fuentes de la Prefectura Naval Argentina dijeron que los responsables del operativo aguardaban que mejoren las condiciones del mar para comenzar a realizar rastrillajes con buzos.
Por las mismas razones, el jueves el helicóptero de la fuerza no sobrevoló la zona. Pero ayer viernes, con mejores condiciones climáticas, el helicóptero tampoco apareció y eso preocupó a los familiares y amigos que dejaron trabajos y ocupaciones para seguir de cerca la búsqueda.
Bermejo es padre de dos nenas de 4 y 9 años. Sus hermanos se trasladaron a Necochea y acompañan con obsesión cada detalle de los operativos, que están convencidos podrían ser más. Viven horas dramáticas en las que luchan por no quebrarse, al tiempo que insisten para que se refuercen los trabajos.
“Este es el momento en el que necesitamos más recursos en el agua”, dice Ignacio, convencido de que por las horas que se están cumpliendo desde la desaparición, es donde más chances hay de encontrar a Ezequiel. “Por la familia y los amigos queremos estar para que lo busquen y que aparezca”, agregó.
El nadador ya sabe que no se presentará a los próximos certámenes en los que está inscripto. Una sensación extraña le dura en el cuerpo. “Todos los nadadores nos tenemos que unir y exigir más seguridad en las carreras, esto no puede volver a pasar”, reflexiona, y admite que le da mucho miedo pensar en el momento de volver a su club, de caminar los mismos espacios que compartía con su compañero.
“Debe haber muchas cosas que no conocemos y que necesitamos, los necesitamos ahora porque no nos sirve en un mes”, insiste Ignacio, que sostiene en uno de los pocos momentos de la charla en los que la angustia no le gana la voz cuando pronuncia el nombre de su amigo: “Esto no se termina hasta que no aparezca Ezequiel”.
Fotos: Christian Heit
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