Entre Avenida Divisadero, Cerezo, Becassina y Avellano se concentra toda la oferta nocturna de Cariló. Con Boyero como pasarela principal, fueron apenas un puñado de referentes ligados al mundo culinario quienes, a través de propuestas innovadoras, lograron crear un polo gastronómico en una ciudad que en la noche encuentra las luces de estos sitios sobresalir en un paisaje único, entre los árboles y las calles de tierra.
En una temporada que se vislumbran números récord, Cariló es para Pinamar un fortín de concentración turística en donde los veraneantes agotaron las camas de los hoteles para enero y posiblemente la cifra se repita en febrero. Según el último informe publicado por el municipio, Cariló tuvo un 97% de ocupación y elevó el promedio de Pinamar a un 92% para la primera quincena del año.
Para certificar este fenómeno, Infobae recorrió la zona durante un fin de semana y destacó cinco lugares que conviven a pocos metros y ofrecen menús, sabores y precios diferentes.
Demuru
Pedro Demuru, dueño del lugar, creó uno de los restaurantes más icónicos de Cariló. “Empecé a los 17 y tengo 42. Toda mi vida acá, en la cocina, pero no me dedico a pensar de dónde vengo y dónde estoy. Me dedico sinceramente a esto todos los días de mi vida. Siempre estoy obligado a esto y lo que más me gusta es estar acá. Es mi pasión”, dijo.
En cuanto a su propuesta, Demuru manifestó: “Creo que vienen por la relación precio/calidad. Se marcó una tendencia de innovación en Cariló. Muchos lo están copiando porque se está armando un polo gastronómico mucho más importante, y la competencia ayuda a que los demás crezcamos. Que mejoremos”.
“Son dos meses muy explosivos y durante el año se labura bien pero no se iguala a la temporada. Estoy todas las noches acá y por temporada duermo cuatro horas. Si no vengo una noche no pasa nada, pero estoy al tanto por teléfono”, confesó Demuru, quien recomendó la provoleta del lugar (queso provolone, rúcula, tomate concasse y olivas negras -$600-), peras quemadas (con queso azul y cake de zanahorias con reducción de aceto -$680-) y “el clásico pastel de cerdo (con queso mozzarella y puré de calabazas caramelizadas -$1.100, para dos-, el cual se agota todas las noches”.
Break 197
“Toda la temporada está explotado, durante el año estuvo bastante bien, pero hoy no puedo desenchufarme”, aseguró Ignacio Cattaneo, dueño de Break 197, quien ideó junto a su mujer un lugar en el que las comidas rápidas prevalecen, con platos que se cocinan en casa.
Cattaneo indicó que pensó en tres factores a la hora de llevar a cabo el lugar: calidad, buenas hamburguesas y cervezas. “Buen diseño de los platos y la estructura, yo destaco eso. También que las hamburguesas son caseras y el pan también. Recomendaría una hamburguesa bosque (rúcula, queso azul, hongos, tomates secos y cebolla caramelizada -$475- o la break (queso cheddar, cebolla caramelizada y panceta -$475-, que está muy buena. Si no hay milanesas o supremas -entre $450 y $585-, que obviamente son caseras”.
197 responde a tres números que poseen un significado íntimo e importante dentro de la familia de Cattaneo. Mi papá me decía que para saber si un restaurante iba a marchar bien debía pensar en una pregunta: ¿Yo me sentaría acá? Entonces hice todo lo necesario para pasar por la puerta y querer sentarme acá", indicó Cattaneo.
Josefa
De Pablo Algieri, un hombre que se convirtió en empresario gastronómico sin querer serlo. “Vine hace 20 años a vivir a Cariló porque me cansé de malvivir en Buenos Aires. Y me escapé. Pensé en ganar calidad de vida, sin ambiciones económicas y se juntó todo”, contó.
“Josefa por mi abuela, italiana. Tengo el recuerdo de ella, vestida de negro, amasando en una mesa larga. Y mucho de lo culinario lo aprendí de mis abuelas. Me gusta mucho cocinar, pero en casa, cuando estoy tranquilo. Pero en los platos del lugar intervengo yo”, sostuvo.
“Es un lugar de pastas, de comida confortable, no un lugar gourmet. Yo recomiendo los ravioles negros de salmón -$900-, los malfattis de espinaca -$900- que están espectaculares y los pappardelle negros con salsa de mariscos -$830-. Tenemos precios que son muy razonables”, destacó.
Bistro
Ubicado dentro del Hotel Marcin, posee 80 cubiertos por noche con una propuesta alejada del bullicio nocturno. Un salón frente al mar, shows en vivo y la posibilidad de cenar y luego disfrutar del café o un rico postre en el lobby del hotel con una vista excelente hacia el mar.
Rubén Puelle, su chef ejecutivo, explicó: “Abrimos de jueves a domingos y los días restantes la cena sólo se sirve en el lobby. Bistro es ideal porque son pocos cubiertos, con otro ambiente, mucho más íntimo”.
Y detalló: “En el lobby ofrecemos una gastronomía clásica, con una carta de minutas y ensaladas. En Bistro, una oferta variada, con sofisticadas creaciones en donde destaco el lomo con salsa de almendras envuelto en jamón crudo con papas noisette y arvejas. También el salmón rosado, con salsa cítrica y risotto negro (ambos platos están $650)”.
Griller
Sin dudas una experiencia única dentro de la noche carilosense. Franco Gasparrini, su dueño, ambientó los tres ambientes del lugar con la mirada puesta en Nueva York, su ciudad favorita, a la cual viaja una vez por año para copiar ideas de otros emprendimientos gastrónomicos y trasladarlas con mejoras a Griller.
“Un público de gente que viene literalmente todas las noches a comer acá. Tenemos un salón en la parte superior, que fue el primero que creamos. Es el que le aconsejamos a las parejas o familias que prefieren pasar una velada íntima y relajada. Abajo, el salón más grande, en el cual predominan las luces y el sonido, el cual empieza a elevarse con el correr de la noche”, confesó Gasparrini. El tercer sector es aledaño al restaurante, en la parte exterior, alejado del ruido y con mayor contacto con la naturaleza.
Y agregó: “En este sector la gente se desinhibe y baila. Es común pasar por acá a la 1 de la mañana y ver las mesas corridas”.
Gasparrini recomendó las ribs de cerdo con papas fritas ($1.180), el clásico de Griller, y el ojo de bife condimentado a la leña ($1.250), también acompañado por papas fritas. Ambos platos vienen con una ensalada a elección.
“El cubierto lo cobramos bien, y tratamos de estar siempre arriba en la realidad de mayor calidad de lo que cuesta el plato. Y siempre a los comensales les digo lo mismo: combinen la comida con las propuestas en la carta de tragos”, completó.
Fotos: Diego Medina.
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