Quisieron alejarse de la rutina, olvidarse de las obligaciones de todos los días por un tiempo indefinido. Los protagonistas de este viaje son Laura Benavides (27) y Mariano Candiotto (28), novios desde hace tres años. Sin mapa y con muy pocos ahorros salieron desde Neuquén en una combi Volkswagen de 1985. ¿El plan? Llegar hasta Alaska. O algo así: “La meta no es alcanzar el destino final, sino disfrutar todo del camino”, dice la joven, que es Licenciada en Administración de Empresas.
Fueron 14 meses de búsqueda previa para poder armar este proyecto que ellos bautizaron como Soltar y Viajar en sus redes, desde donde compartieron el día a día de su cambio de vida.
12 de enero de 2020: pusieron primera. Salieron desde la Plaza Bicentenario a las 9 de la mañana. Convocaron a amigos, conocidos y familiares a despedirlo. Partieron con la certeza de que lo que estaba por venir iba a ser mágico.
La fecha de inicio de la travesía no fue elegida de manera casual. El 12 de enero de 2017, Mariano y Laura se cruzaron por primera vez en el sur de la Argentina. “Coincidimos en unas vacaciones en el refugio Hielo Azul, en el Bolsón, cada uno con su grupo de amigos. Ese día llovía y me quise sacar la campera para colgarla, como no podía, él me ayudó. Charlamos todo el día, pero duró poco porque me volví a Neuquén y él a La Plata”, recordó Laura.
Durante un año intercambiaron mensajes, videollamadas e inclusive algunas visitas relámpagos para poder seguir la relación a distancia. Hasta que Mariano dio el paso más importante: se subió a un colectivo que lo dejó en la terminal de Cipolletti para buscarla. Instalados en Neuquén no se separaron más.
“Mariano siempre me comentó sus ganas de dejarlo todo para recorrer el mundo, a mí me parecía una locura. Mi idea era otra, quería recibirme, comprarme un terreno y tener hijo. Nunca estuvo en mis planes esta idea”, confesó Laura.
Con el tiempo, el deseo de Mariano se convirtió también en el proyecto de Laura. “Estaba mal en el trabajo, incomoda, desmotivada, sin ganas... y su idea dejó de parecerme un locura. Empecé a investigar cómo hicieron otros viajeros y me dí cuenta que era posible”.
Para completar el sueño hacía falta la gran protagonista: la combi. Encontraron en venta una Volkswagen modelo ’88 en Buenos Aires. “Conocimos a Carlos Costa un vendedor de techos rebatibles, él nos ayudó con todo, inclusive fue a verla y la señó con tres mil pesos”. Efectuada la compra -por 130.000 pesos- viajaron a buscarla. “Perdimos el avión y llegamos a dedo”.
-¿Por qué viajar en una combi?
-Tiene muchos beneficios. Para empezar, la independencia. Y el espacio: tiene lo justo para llevar solo lo necesario. Además, es fácil encontrar lugar de estacionamiento. Y agrego: llama mucho la atención y es simpática, entonces en la ruta te tocan bocina, te sacan fotos y te invitan a que se las muestres. Abre puertas.
-¿Cómo la prepararon para la aventura?
-Era negra, un estilo rockero, y estaba vacía. En Centenario la pintamos de celeste, le pusimos aislamiento con placas, le instalamos como un sofá cama. No tenemos heladera, sí un anafe a gas y una bacha con agua. Después revisamos todo lo mecánico, la anduvimos unos días previos hasta salir a la ruta. Y la bautizamos “La Negrita”.
-¿Idearon un itinerario?
-Investigamos mucho, pero no tenemos un mapa rutero. Recorremos máximo 300 kilómetros diarios. La combi no supera los 80 kilómetros por hora, así nos tomamos todo con calma. Nos encantaría pasar por La Plata y ver la familia de Mariano. También nos cautiva la carretera Austral. Perú, Ecuador, Colombia y Bolivia son todos destinos que nos atraen mucho.
-¿Tuvieron algún inconveniente?
-Sí, se nos paró dos veces desde que arrancamos, no está funcionando del todo bien pero no nos preocupa, lo tomamos como parte de la aventura. Nadie nos corre, sólo queremos disfrutar y vivir cada momento. Así que nos quedaremos unos días en Bariloche hasta que esté lista para retomar la ruta.
-¿Cómo piensan financiar el viaje?
-Salimos con muy pocos ahorros, no vamos a llegar con esta plata hasta Alaska, eso lo sabemos. La idea es vender en el trayecto cuadros, llaveros, y artesanías que preparamos. También estamos abiertos a los intercambios de hospedaje.
-¿Cómo reaccionaron sus familias y amigos por la decisión?
-No nos creían, se reían de nuestro plan. Cuando nos vieron comprometidos nos ayudaron con todo.
Si tenés una historia de vida para compartir, podés escribirme @camilahotano o cotano@infobae.com
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