Pancho Dotto: “No cuidé a mis parejas, mis novias se hartaban de mí y se iban”

El emblemático representante de modelos, instalado en Punta del Este durante el verano, analiza su carrera y cómo cambiaron las temporadas y el mundo de la belleza con los años. A favor y en contra de algunas evoluciones, habla sinceramente de lo que entiende y lo que no de este nuevo mundo

Guardar
En el balcón de su
En el balcón de su departamento de Punta del Este, en el edificio Yoo. Foto: M Souto.

Son las siete de la tarde y Pancho Dotto recibe a Infobae en bermudas. Estamos en el piso siete del edificio Yoo, en la avenida Roosevelt de Punta del Este. Lleva una remera blanca y el pelo despeinado, lejos de la imagen impecable que suele mostrar. Tiene lógica: saluda y pide que lo esperemos en el living mientras se baña. Nos muestra la heladera, la alacena, los cajones con comida, y dice que nos sirvamos a gusto lo que queramos.

En la mesa del living hay un montón de fotos viejas de su época de representante de modelos. En casi la mayoría de ellas está él abrazado a las top: Carola del Bianco, Déborah del Corral, Flor Salvioni, Julieta Kemble, Lara Bernasconi… Son todas fotos de Punta del Este, de cuando alquilaba la chaca La Fontana, camino a José Ignacio, y se instalaba allí con 30 modelos para hacer la temporada.

Eran los 90 y Pancho Dotto dominaba absolutamente la escena de la moda. Podía hacer crecer la carrera de una modelo con solo cambiarle el nombre y proponerla a tal o cual revista. Hasta el 2014, sus headquarters de temporada funcionaron. Se instalaba todo el verano y trabajaba a destajo.

Carola del Bianco, Carolina Perelitti,
Carola del Bianco, Carolina Perelitti, Valeria Mazza... muchas de las modelos con las que trabajó Dotto.
Una de las temporadas de
Una de las temporadas de Pancho Dotto en el Este, en La Fontana, la casa que alquilaba, cuando llevaba más de 30 modelos de su agencia para trabajar durante el verano.

“Una vez estaba en Puiggari, Entre Ríos, descansando después de la temporada y se me acercó un hombre. Me pidió hablarme y me dijo: 'Este verano yo estaba en Punta del Este y un día me senté en un bar de La Barra y en un par de horas te vi pasar de un lado para el otro mil veces, siempre en un auto espectacular descapotable, siempre acompañado de diferentes mujeres hermosas… Y yo pensé: pobre tipo, los quilombos que debe tener… '. ¡Y tenía razón! La gente pensaba que era puro disfrute pero era mucha responsabilidad y un trabajo muy cansador”, cuenta.

Pancho Dotto siempre fue atolondrado. Según él, fue uno de los secretos de su éxito. Hoy sin embargo, que elige bajar un poco las revoluciones y alejarse del frenesí, sigue siendo atolondrado. En primera instancia, lo atribuye a los tiempos de la entrevista. Minutos después, reflexiona: “Sí, todavía estoy aterrizando de la vida que tuve”.

-¿Me equivoco si digo que tenés una personalidad ansiosa?

-Sí, lo he sido toda la vida y es parte del secreto de mi éxito. Si no hubiese sido un tipo ansioso, perfeccionista y demás, no hubiera tenido el éxito que tuve. Y por otro lado, el éxito no me permitió generar vínculos estables como los que tiene la mayoría de la gente.

-¿No quisiste cambiarlo nunca eso?

-Hubo un cambio importante en mi vida. Ya no me veo para ciertas cosas. No me veo yendo a una fiesta para armar la foto. No me veo participando de eso, que yo vi durante 30 años.

-¿Y eso sigue siendo relevante? Porque por ahí no te ves vos, pero tampoco lo ve la sociedad ya… Digo, la foto que pretende mostrar qué es la belleza, qué es lo espléndido, lo exitoso…

-Me parece bárbaro que la sociedad cambie, que los estereotipos cambien, me parece fenómeno. Es lo mismo que se discutía hace muchos años. Una vez unas chicas se pusieron en topless en Punta del Este y se decía que todo el mundo iba a estar en topless. Hace muchos años ya… Y yo no vi a nadie en topless ahora. Y yo decía en aquella oportunidad que esas chicas forzaban una situación para llamar la atención. Pero no me parece que estemos preparados.

Los noventa: Pancho Dotto era
Los noventa: Pancho Dotto era tan importante en la temporada de Punta del Este que hasta tenía yates de su agencia.

-El contexto hoy, no sé si lo compartís, cambió. Hay una pulsión en la sociedad hacia cambiar los estándares de belleza o dejar de mirar la belleza con el foco de los 90, por ejemplo, la famosa belleza hegemónica… Hoy pareciera que la sociedad pide modelos más imperfectas, o modos de belleza que sean menos exigentes con el cuerpo.

-El primer scouting que hice, que lo gana en 1993 Dolores Barreiro, era para un comercial que no se necesitaba ser perfecta. De hecho, Carolina Peleritti no era una belleza perfecta, Débora del Corral tampoco, Valeria Mazza nunca fue 90-60-90, Pampita nunca midió más de 1,70… Es decir, yo nunca tuve nada que ver con la belleza perfecta… Vos querés que yo te hable directamente de las personas que son obesas o las que son extremadamente bajas… Y no me parece que sea un buen mensaje para esas personas que hagan el comercial de un jabón una vez o el desfile de tal o cual para llamar la atención, pensando que van a hacer todos los días un comercial como lo hacían las chicas que te nombré anteriormente. Me parece que en todos los extremos jugás con fuego y le hacés daño a alguien.

Amante de los autos, en
Amante de los autos, en Punta del Este se mueve en un Roll Royce del año 1989. Está impecable y es uno de los grandes orgullos de Dotto.

-¿Además de tu personalidad, qué otra cosa crees que era clave en tu manera de manejar la agencia?

-Yo todo lo que hice siempre en relación a la belleza fue acompañado de la actividad física, de la buena alimentación. En la Argentina hubo de todo eh, pero yo siempre me preocupaba por eso. Desde que empecé busqué chicas de 14 en adelante. Los que eran mi competencia decían de 18 en adelante. A mí me hubiera gustado trabajar con chicas de 40 o 30 en adelante, para no tener que hacer de padre, cuidarlas, y no tener todos los líos que pude haber tenido en función del aspiracional de las chicas. Yo siempre dije: en el mundo las quieren de 14 años, yo las busco de 14 años. Después vino en el mundo la prohibición de los 16 años. Empezaron a cambiar un montón de cosas con muchas de las cuales estoy de acuerdo. Y con un montón de cosas no. Con lo lógico y no forzado sí, con lo que se va de la lógica…

-¿Punta del Este fue importante en tu carrera?

-Fueron 25 años que vine ininterrumpidamente a trabaja a Punta del Este. Yo inventé un estilo de trabajo que tiene que ver con exponer a mis modelos a nivel nacional e internacional, que tuvo un costo no solo económico sino físico. Hoy tengo 64 años. Empecé a venir en el ‘89. Fueron temporadas muy fuertes. Si hubiera alguien analizando quiénes son los tipos que más hacen o hicieron por Punta del Este, me deberían haber dado la llave de la ciudad hace mucho tiempo.

-¿Era controversial que te instalaras todo el verano en una casa con tantas modelos a tu cargo?

-Yo siempre fui una persona demasiado obsesiva con los detalles. La gente siempre criticó sin saber. Al principio decían: qué locura todo, que estuvieran las chicas jóvenes viviendo con un hombre. Porque a mí siempre me gustaron las mujeres y me van a gustar siempre. Entonces para la gente era raro, se imaginaban cosas… No sé. Para mí no era raro porque yo lo único que pensaba era en la disciplina, en que aprendieran a desfilar las que no sabían, en que aprendieran a fotografiar, y en que se llevaran el rédito de las cuatro o cinco tapas de la revista más importante de ese momento, que era Para Tí. Salir en tapa de Para Tí en esa época era tocar el cielo con las manos.

A bordo de su Roll
A bordo de su Roll Royce comprado en Estados Unidos, Pancho se despide de la entrevista. Foto: M Souto.

-Te cambio de frente: ¿te enamoraste alguna vez?

-Sí, obvio que me enamoré. Si no me hubiera enamorado no hubiera tenido ningún sentido. Pero no cuidé a mis parejas. No las cuidé para nada. Tuve parejas estables pero me duraron máximo tres años y medio. Y de convivencia inclusive. Pero después se hartaban y se iban. Elizabeth Márquez fue una modelo muy conocida con quien tuve una relación. Cuando arranqué con ella, Elizabeth tenía 18 y yo tendría 31. Cuando se fue a vivir conmigo, la madre no le atendía el teléfono y tuve que ir a hablar para explicarle que estaba enamorado de ella… Ahora, a los 22 de ella una noche yo estaba en Punta del Este y me empezó a faltar el aire en un desfile de Giordano. Me llevan al sanatorio Mautone y aparece Elizabeth. Habíamos cumplido tres años y pico de pareja. Y días después, una mañana me levanto y empieza a armar la valija y se va. Me dice: ‘Vos no vas a cambiar nunca, yo estoy completamente enamorada de vos pero no vas a cambiar nunca así que me voy’. Y durante mucho tiempo yo pensé que era mala conmigo, y se lo dije en la cara en su momento, y después me di cuenta de que la madurez de ella era tremenda.

-¿Tuvo razón? ¿No cambiaste nunca?

-Claro que tuvo razón. Yo hace cinco o seis años que estoy queriendo aterrizar de la vida que tuve. Estoy en otra frecuencia, aunque te parezca mentira, pero soy otra persona.

-¿Tuviste parejas de tu edad?

-No tuve nunca parejas de mi edad. Por ahí cuando era más joven, pero no. Esto no quiere decir que mañana no me puedo enamorar de una mujer de mi edad, o más grande. Lo único cierto es que siempre me gustaron mucho las mujeres. Me parece muy importante la mujer en la vida de este planeta maravilloso. Sino no estaríamos nosotros acá.

SEGUÍ LEYENDO:

Guardar