El lunes 13 de enero, minutos después de las diez de la mañana, Narella Riquelme publicó en sus redes sociales un mensaje. Era carne de su indignación, el brote de su angustia. Lo redactó como una suerte de aviso preventivo. “Chicas de La Plata –anunció–: si cogen/hablan con la categoría 93-94 del Club Universitario de Rugby sepan que filman a minas sin su consentimiento y lo pasan en sus grupos de WhatsApp. Tengan cuidado porque se lo han hecho a muchas sin importar que sean novias, amigas o conocidas”. El tuit se viralizó rápidamente.
Su posteo cosechó más de 33 mil likes y el respaldo de comisiones de género. “Lamentablemente es la única vía que puedo tomar porque el patriarcado está en todos lados”, dijo la joven de 23 años, que hizo pública la denuncia por “violación a la intimidad” luego de descubrir que compartían imágenes sexuales que habían sido obtenidas sin su consentimiento. En diálogo con Infobae, Narella reveló cómo fueron los hechos que expuso a través de las redes sociales.
Su hermano, tres años menor, juega al rugby en el mismo club que los acusados. A través de él, comenzó a vincularse con otros jugadores del Universitario. “No es un club muy grande. Somos pocos, nos cruzamos en fiestas y nos empezamos a llevar bien. Nos juntábamos siempre. Salía sola con ellos porque confiaba, porque sabía que no me iba a pasar nada si estaba con ellos. A mi mamá, para que se quedara tranquila, le decía que salía con los chicos del club. Me llevaban y me traían. Estaba confiada y nunca había tenido ningún problema”, relató.
Comenzó a salir con uno de ellos, Hernán Estinel. “No éramos novios, nos veíamos cada tanto”, aclaró. La foto que desató el caso no es nueva: la sacó Fernando Fernández hace un año y medio. “Estábamos en la casa de Hernán. Tiene una casa grande, con dos plantas. Yo estaba arriba con él y abajo estaba Fernando con una amiga. Se ve que en algún momento subió y sacó esa foto, pero yo nunca lo vi, nunca me enteré de su existencia”. Hasta el último viernes.
La relación con Hernán se había enfriado. En una conversación fortuita, Mara Sist, la ex novia del joven que había sacado la foto, hizo una referencia superficial a la imagen. “Ella supuso que yo sabía que me habían sacado una foto. Charlando me dijo algo de la foto. ‘¿Qué foto?’, le dije. ‘La que estás con Hernán’. No entendía nada. Me costó muchísimo que alguien me pase la foto porque se encubren entre todos”, contó Narella. El mismo grupo de amigos que le daba confianza a su familia estaba ocultando la difusión no consentida de material íntimo.
Narella nunca pudo ver la foto. Le dijeron que desapareció y que no la tiene nadie: ella desconfía. Pero sí vio el sticker de Whatsapp que recortaron de esa imagen. Ni siquiera se lo enviaron: le mostraron una captura de pantalla de una conversación con la silueta de esa foto de índole privada. “El que me sacó la foto hace una hora se reía del sticker, yo estoy llorando hace dos días”, dijo en el hilo de Twitter que publicó el lunes. En efecto, cuando vio el sticker entró en llanto y en cólera. Las sospechas de la existencia de una foto de ella teniendo relaciones sexuales eran ciertas y su relación con un grupo de amigos que había compartido y ocultado una imagen suya había cambiado.
Cuando Narella expresó su enojo en las redes sociales, Hernán reaccionó con violencia. “En un rato paso por tu casa”, “te voy a hundir”, “te voy a hacer mierda”, le dijo en conversaciones privadas que ella hizo públicas. “Ayer me volvió loca –contó–. Primero me amenazó y después bajó mil cambios. Se puso en víctima y me decía que estaba mal porque en el sticker también aparecía él. Él cuando vio la foto se enojó, supuestamente, pero nunca me lo dijo ni tampoco hizo mucho para que la borraran. Siempre supo de la existencia de la foto y nunca hizo nada para que no me humillen con ese sticker”.
El martes, cuando su publicación tomó estado público, recibió un mensaje de Fernando Fernández, el responsable de la foto. “Me dijo que quería verme –relató–. Yo le tenía miedo porque lo conocía y por todo lo que había pasado Mara (su ex novia, quien lo demandó por violencia de género, solicitó un perímetro de exclusión y un botón antipánico). Así que llamé a mis viejos y a mi hermano para que también estén. Pero vino tranquilo, a pedirme perdón y con la propuesta de que borre todo lo que había publicado. Me dijo que estaba arrepentido, que había sido un boludo”.
En simultáneo, se viralizó un audio de uno de los rugbiers acusados. El autor es Fernández y el destinatario del mensaje es Franco, el hermano de Narella. En un burdo intento por justificar su actitud, reparó en las discrepancias de los cambios de tiempos, en el despertar de la conciencia feminista como acto de inflexión. “Yo no te conocía y no lo volvería a hacer, pero era un tema que no… a ver cómo te explico, no estaba tan delicado este tema de la mujer. Y sí, habré pasado esa foto al grupo, y esa foto quedó”.
Narella está en una posición incómoda, en una situación de indefensión. Su sensación es de incomprensión y de ahogamiento por la difusión. “No paro de llorar por lo que me hicieron. Porque además yo creí que eran mis amigos y que teníamos un vínculo casi familiar. Nunca pensé que una persona era capaz de sacarme una foto y cagarse de risa de mí durante tanto tiempo”. En la entrevista con este medio, confesó que probablemente vaya a hacer la denuncia para que el hecho no quede en nada y “porque ya me hablaron tres chicas que tuvieron problemas con Fernando”. Después dijo que lo estaba pensando. “No sé hasta qué punto seguirlo porque está mi hermano en el medio. Se fue todo a la mierda y ya no sé cómo seguirlo”, declaró.
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