Cada día y cerca de la misma hora, un perro mestizo negro y blanco espera sentado sobre la línea amarilla de la vereda a que llegue el colectivo que parará frente a él para invitarlo a subir. En menos de diez segundos bajará con caramelos caninos o algo de comida, que degustará recostado y con el manjar entre sus patas delanteras.
El video es de abril de 2019 y fue registrado en una de las calles de San Pablo, Brasil, pero en las últimas horas se viralizó y la acción del chófer conmueve en las redes sociales.
“Todos los días en Santos este perrito espera al conductor del autobús que le trae unos bocadillos. Felicidades y que Dios bendiga ese gesto. Quien sepa el nombre de ese conductor, por la amabilidad”, dice el texto que acompaña de Dieogo Passos con fecha 19 de abril de 2019 y que superó las 2.476.000 reproducciones en el posteo original de Facebook y otras millones en distintos perfiles de la misma red y Twitter.
En las últimas horas, el enternecedor video en el que se ve al expectante perro esperando y segundo después siguiendo al colectivo moviendo el rabo hasta que éste se detiene y, finalmente, sube. Segundos después baja feliz con un alimento en la boca.
Muy poco pudo saberse del chófer que aún emociona en las redes, pero sí se conocieron historias similares en distintas provincias argentinas.
Una de esas lindas historias ocurrió a mediados de diciembre de 2018 en Río Negro, cuando un perro de pelaje blanco, con una gran mancha negra alrededor de su ojo y la oreja izquierda subió a un colectivo en busca de su dueño perdido. Los pasajeros, que solían esperar al colectivo (cuya línea no se difundió para no perjudicar a los conductores) en la terminal de la ciudad de Roca, pronto notaron que el can esperaba todos los días por él y le hacían lugar para que subiera a la unidad para buscarlo entre las personas.
“Un chófer, creyendo que su dueño también viajaba (en el colectivo), decidió subirlo y llevarlo. El recorrido del ómnibus fue de Roca hasta Regina, pero resultó que allí tampoco encontró a su dueño. Sus ojos esperanzados cada vez que olfateaba un zapato o un pantalón, miraban con cierta complicidad al chofer, que con tan buen corazón, entendía que quería ayudarlo”, relató la historia el diario de Río Negro.
Seguí leyendo: