El deseo del presidente electo del Uruguay, Luis Lacalle Pou, que busca que Uruguay sea un país de puertas abiertas para los extranjeros que allí deseen radicarse, está a punto de convertirse en realidad. La flexibilización de las condiciones para obtener la residencia fiscal, de aplicación igualitaria tanto para los argentinos como para las personas de cualquier nacionalidad, despertó mucho interés pero también muchas dudas sobre estos cambios. Infobae entrevistó en Punta del Este al futuro ministro de Turismo, Germán Cardoso, quien brindó todos los detalles del proyecto.
-¿De qué se trata esta flexibilización de las condiciones para obtener la residencia fiscal?
-El gobierno entrante de Luis Lacalle Pou está en plena charla de elaboración del proyecto de ley de urgente consideración. Va a ser muy extenso, ya que va a tener unos 500 artículos y abarca muchísimas áreas del Estado, que se tienen que ordenar para entrar al gobierno tomando medidas en diversos ámbitos. Uno de ellos tiene que ver con apuntar a generar condiciones de flexibilización para la residencia fiscal. La residencia legal es fácil obtenerla. Un extranjero que ingresó legalmente al país, manifestando el ánimo de querer quedarse -sin siquiera imponer la exigencia de tener trabajo- puede obtener la residencia legal.
La residencia fiscal es diferente que la legal. Hay determinadas exigencias que, justamente, se buscan flexibilizar. Una de ellas, es la exigencia en el monto de la inversión. Hoy, para obtener la residencia fiscal, se exige una inversión en el orden de 1.800.000 dólares. Por eso, hay una determinada voluntad de bajar esa exigencia sensiblemente. En Portugal, una persona compra una propiedad de 500 mil euros y obtiene la ciudadanía.
La reforma también va en aspectos que tienen que ver con la exigencia de permanencia en el país. Lo primero que quiero aclarar es que el presidente electo Lacalle Pou nunca habló de un número, ni de un país. Así que eso de “100 mil argentinos” no se de dónde salió. Creo que salió de algún analista que fue para ese lado. El presidente dijo que el Uruguay abrió esta posibilidad al Mercosur y al mundo. Obviamente, cuando hablamos del Mercosur -por la proximidad que tenemos con la Argentina, por los lazos culturales, afectivos y familiares- es muy probable que se dé un intercambio o, es de esperar, que se pueda dar una importante respuesta de argentinos.
No es una norma elaborada específicamente pensando en captar un número determinado de argentinos. Lo que sí se está hablando y pensando es que Uruguay es un país, una isla de tranquilidad, donde hay estabilidad política y jurídica, se respetan las normas más allá de que haya un cambio de gobierno, se respeta la propiedad privada y los compromisos que el país adquirió: siempre se le da un fiel cumplimiento a todas las responsabilidades contraídas por los gobiernos. Eso hace una diferencia: que seamos reconocidos en la región y en el mundo.
A partir de ahí, tenemos buena calidad de vida, lindo entorno, buen medio ambiente, buenas playas, buenas rutas de comunicación, aeropuertos... estamos preparados para recibir lo que ha sido una identidad en la cultura del Uruguay. Es un país que se hizo en base a corrientes migratorias muy fuertes, igual que la Argentina, fundamentalmente de Europa y del área mediterránea. En los últimos años, esas corrientes migratorias han parado y hemos pasado a recibir -al igual que los argentinos- a una gran cantidad de venezolanos, cubanos y dominicanos: gente trabajadora, que la está pasando muy mal en su país y que viene en busca de un futuro mejor. Y está muy bien que lo hagan y tienen derecho a hacerlo. Pero acá hay un replanteo de la estrategia: vamos en la búsqueda de la captación de ciudadanos y de familias del mundo de poder adquisitivo medio y medio alto -que existen por miles- que hoy, en virtud de importantes desestabilizaciones y conflictos que hay en la región (como en Chile, Bolivia) y en el mundo miran con mucha incertidumbre, y analizan la posibilidad de instalarse en un lugar que haya tranquilidad, y que estén dadas todas las condiciones como seguridad jurídica, respeto a la inversión, etc.
-¿Qué modificación habrá en cuanto a la permanencia que se requiere en el país?
-Es difícil que una persona que tiene negocios, tenga la disponibilidad de afincarse rápidamente en otro lugar del mundo, y pierda total vínculo con el comercio que tenga en otros países. Por eso, buscamos flexibilizar la permanencia dentro del país sin salir para obtener la residencia fiscal. Hoy se exige que la persona esté 180 días adentro del país sin poder salir para obtener la residencia fiscal. Eso también es parte de lo que se está pensando flexibilizar: que la persona pueda traer a su familia, demostrar que la afincó acá, que inscribió a sus hijos en un colegio, que compró un propiedad, etc pero que pueda ir y venir, y eso no significa que haya una interrupción en el plazo de gestión de su residencia fiscal.
También, contemplamos reformas que van por el lado del inversionista. Por ejemplo, un extranjero compra una propiedad en Punta del Este, en Colonia o en Montevideo y, más allá de que cumpla con todos los requisitos -que la transacción sea bancaria y que venga a través de un banco que cumple con todas las normas y estándares de calidad y contralor, y que sea clase A- por determinadas variantes que se hicieron en los últimos gobiernos, se complica mucho la transacción y, en muchos casos, comprobamos que eso termina desalentando al comprador y desiste por el camino.
De hecho, hasta 2014 veníamos en un constante ascenso de extranjeros que compraban propiedades y, a partir de estas reformas que se hicieron, los números cayeron. No se trata de ir detrás del capital negro, que quede claro. Vamos a pedir todas las exigencias, que se sigan cumpliendo con las normas internacionales pero queremos que haya una celeridad y que la política interna de contralor del Uruguay no ponga obstáculos desde el Banco Central: queremos que el camino se facilite para que la persona pueda materializar la inversión lo antes posible.
-¿Cuándo estarán operativos todos estos cambios?
-La idea es que esta ley de urgencia ingrese al Parlamento en marzo, en las primeras semanas de gobierno. Ahora está en plena etapa de elaboración, no hay una fecha pero creo que será máximo para abril.
-¿Qué estrategias piensa implementar para atraer más turistas?
-No nos podemos mudar: estamos donde estamos y nuestros vecinos van a ser siempre la Argentina y Brasil. Ambos países son nuestros dos principales clientes en materia de turismo. La última medición arroja que, en el último año, llegaron 1.800.000 argentinos y 400 mil brasileños. En 2017, que fue el pico máximo de la mejor situación de la economía argentina, llegaron 2.300.000 argentinos. Tomando estos números, observamos que la corriente turística es muy parecida de ida y vuelta -en una cifra cercana a 2 millones de uruguayos por año a la Argentina- y a eso hay que seguirlo trabajando y fidelizándolo, como ocurrió hasta ahora.
Hoy, más allá de la grave situación económica que tuvo la Argentina y sus sobresaltos, la costa del Uruguay tiene asegurada una fidelización de público argentino. A los hechos me remito, si miramos en la calle la cantidad de argentinos que hay.
Vamos a seguir trabajando en esa corriente turística fuerte, vamos a tratar de equilibrar un poco más la cuenta por ese desequilibrio que hay entre argentinos y brasileños. Trabajaremos para cautivar más cantidad de brasileños durante todo el año.
Apenas asumamos, vamos a convocar a los ministros de turismo del Mercosur, para tener una cumbre y definir las prioridades de la realidad turística que cada país tiene. Queremos invitarlos a trabajar juntos como región, ese es un desafío interesantísimo y un oportunidad enorme. Hay corrientes turísticas muy fuertes en el mundo, fundamentalmente en Asia, que salen a vacacionar y no tienen en su radar a América Latina como un destino. Van a los Estados Unidos y a Europa.
Por una distancia enorme en kilómetros y diferencias culturales notorias, si los países del Mercosur vamos en forma solitaria a buscar a los chinos no va a ser fácil que vengan. Pero, si vamos como destino regional y llegamos con una oferta diversificada -incluso anexando a Chile, aprovechando la posibilidad cultural del intercambio de corrientes que tiene, ya que mira hacia el Pacífico y hacia Asia, por lo que tiene una influencia asiática marcada en toda su costa pacífica- vamos a ser mucho más exitosos y tenemos una tremenda oportunidad por delante.
Si tomamos como referencia solamente a los chinos, hay 230 millones que salen al año a vacacionar a los Estados Unidos y a Europa. Esa cifra es la Argentina, Uruguay y Brasil saliendo todos juntos, a la vez, a vacacionar. Si pongo un piso bien bajo y capto solo el 1 por ciento de esa corriente turística mundial -que hoy existe y no es una fantasía- son 2.300.000. Mueve la aguja de la cuenta de turistas de cualquier país.
Por eso, creo que tenemos una oportunidad linda e interesantísima de nuclearnos: vamos a batir los costos -porque los compartimos entre todos- y, sobre todo, nos va a dar mucha más espalda y fuerza presentándonos como destino regional, porque vamos a resultar mucho más atractivos para esas corrientes turísticas, que nos van a empezar a visualizar y todos vamos a salir mucho más beneficiados. No nos miremos con recelo como competidores, tenemos que juntarnos e ir por ellos: así ganamos todos.
-Días atrás, Ud. anunció que se reunirá con el ministro de Turismo de la Argentina, Matías Lammens. ¿Tiene relación con él o van a conocerse en ese encuentro?
-No lo conozco personalmente pero tengo muy buenas referencias suyas. Tengo dos amigos del ámbito del deporte que me han hablado bien de él. Uno es Jorge Barrera, presidente de Peñarol, y el otro es Alejandro Balbi, vicepresidente de Nacional. Ambos me hablaron muy bien y lo conocen por su trayectoria en San Lorenzo. Tengo las mejores referencias suyas pero aún no lo conocí.
-¿Cómo afectó al Uruguay el 30 por ciento de recargo por el dólar turista en la Argentina?
-A esta altura de enero, no le puedo decir cuánto nos afectó. Lo que sí está claro es que no nos benefició en nada. Son situaciones que dificultan y mucho. Somos conscientes de la situación de la Argentina. Si analizamos lo que les sucedió, con dos devaluaciones de la moneda muy fuertes y en doce meses, más esto del 30 por ciento -que para el turista sería como otra devaluación, una tercera en doce meses- uno mira la situación con preocupación. Del tipo de cambio estamos muy lejos y, con esto del 30 por ciento, hay que apelar al ingenio para tratar de mitigar -en la mayor medida posible- los daños de este impacto de último momento de la última semana de diciembre. Se tomaron medidas: ahora estamos expectantes y en evaluación constante.
-¿Esta imposición de un tributo del 30% a los gastos que los argentinos realicen en el exterior, afecta la relación con el Mercosur?
-Me gustaría apostar al diálogo y replantear entre los países socios del Mercosur la posibilidad de que esta medida no tuviera efecto para sus integrantes. Uno comprende las dificultades de la Argentina, no somos ajenos, pero las medidas proteccionistas en este sentido implican que cada acción tenga una reacción. Primero vamos a dialogar, ambos gobiernos estamos empezando casi al mismo tiempo -en la Argentina el gobierno empezó en diciembre y nosotros estamos empezando en marzo- así que, ojalá que podamos dialogar para entendernos y poder llegar a un punto medio de acuerdo en base a todo esto. Porque los caminos alternativos pueden ser varios, pero me quedaría prioritariamente con el diálogo: ponernos de acuerdo y que estas medidas no se apliquen dentro del Mercosur.
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