La mejor salida: un grupo de presos construyó muebles y juguetes para un hogar de menores

Son hombres y mujeres privados de la libertad de la Unidad Penal 46, de San Martín, y realizaron objetos infantiles que fueron entregados para Reyes a un hogar donde viven 17 niñas y niños cuyos derechos fueron vulnerados. Cómo funciona el programa de capacitación del Servicio Penitenciario Bonaerense.

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"Si bien estoy hace 3
"Si bien estoy hace 3 meses en esta unidad veo las maravillas que construyen porque realmente hace cosas impresionantes". (Foto: Servicio Penitenciario Bonaerense)

Casitas de muñecas, camionetas, camiones con acoplados, cocinas, heladeras, mesas y sillas que hoy son acariciados por pequeñas manos nacieron tras los muros de la Unidad Penal 46 de San Martín. Esa fábrica de juguetes dista mucho de ser igual a las que se ven en películas navideñas aunque la fecha de producción fue la misma: semanas antes de las Fiestas y con el deseo de que lleguen a destino a tiempo, internas e internos que cumplen condenas se convirtieron en los reyes y reinas magas que este 6 de enero regalaron alegría a 17 niñas y niños que viven en un hogar de menores bajo una medida de abrigo de 6 meses, tiempo en que la Justicia decide si pueden volver a sus casas o si ingresan al Juzgado de Familia con miras a una posible adopción.

Los internos fueron los creativos carpinteros y las reclusas dieron el toque de detalles y color a cada mueble y juguete, dignas de una fábrica real o del Polo Norte... Todos los constructores participan de los talleres de capacitación en oficios que se desarrollan en las distintas cárceles del Servicio Penitenciario Bonaerense y desde hace casi 10 años tiene fines solidarios. Esta vez, lo producido fue el regalo de Reyes que recibieron los pequeños del Hogar de Menores Nicolás Lowe, de Mercedes, que (también como en las películas de Nochebuena) tuvo su “milagro de Navidad”: cuando el proyecto fue iniciado, en el hogar vivían 23 niñas y niños, pero en las ultimas semanas seis de ellos ¡fueron adoptados!

La solidaridad durante el tiempo de condena es clave para las personas que cuentan los días para volver a casa. “Ver los resultados de lo que hacen los emociona, sobre todo cuando los reciben chicos de un hogar o que tienen las edades de sus hijos. De por sí, el hacerlo los saca de la realidad de todos los días”, dijo a Infobae Alejandro Maigua, Jefe de Talleres de la Unidad 46 del penal de San Martín, sobre el día después de terminar un trabajo que durante meses mantiene ocupados a una veintena de hombres privados de la libertad.

Del proyecto especial de día de Reyes también participaron un grupo del ala de mujeres. “Cuando los hombres terminaron con la producción, las chicas que hacen el taller de pintura de juguetes los pintaron todos. Y lo hicieron con muchas ganas, observando todos los detalles... Le pusieron mucho entusiasmo”, aseguró Cintia Mónaco, Jefa del Anexo Femenino de la misma unidad penitenciaria.

A través del trabajo mancomunado de 18 hombres y mujeres privadas de libertad se fabricaron ocho mesas, 17 sillas y 24 juguetes que fueron destinados a los niñas y niños de entre una semana y 14 años en situación de vulnerabilidad social.
Parte de los juguetes que
Parte de los juguetes que realizan los internos. (Foto: Servicio Penitenciario Bonaerense)

Aprender un oficio a través de la tarea solidaria, el objetivo del programa de talleres del Servicio Penitenciario

La fabricación de juguetes y muebles es parte del taller de carpintería de hombres y funciona desde 2010. Hace poco tiempo se inició el curso de pintura sobre madera en el Anexo Femenino, al otro lado del ala masculina de la Unidad 46 de San Martín. Esta iniciativa, además de dar capacitación a las y los internos, apunta a despertarles el costado solidario ya que las grandes producciones son donadas a instituciones que las necesitan como hospitales, otras unidades penales con ala materna e infantil y, como en este caso, hogares de menores. Pero también tienen la posibilidad de que sus invenciones sean regalos para sus seres queridos, previo consentimiento de las autoridades del Servicio Penitenciario.

Ese último objetivo cumplido fue el lunes de Reyes, cuando la última tanda de productos llegó al Hogar Nicolás Lowe, que depende de la iglesia Metodista y alberga a niños que fueron vulnerados sus derechos. “El contacto con este hogar lo hizo una compañera de la Unidad y luego se iniciaron los tramites para el permiso de donación”, revela Alejandro Maigua, Jefe de Talleres de la Unidad 46, a Infobae.

Esa compañera es Cintia Mónaco, Jefa del Anexo Femenino del penal de San Martín, que con resabios de emoción por haber participado de la entrega de los juguetes cuenta: "Como soy oriunda de la ciudad de Mercedes y allí hay un instituto de menores del que conozco sus necesidades, pensé en que sería bueno que esos niños sean los receptores de esta donación porque el amor que tienen conmueve”. Abrazos apretados, besos y los multiplicados “gracias” fueron las respuestas de las voluntarias del hogar mientras veían bajar los regalos de la camioneta. Pero los ojos llenos de lagrimas de las coordinadoras del hogar y de los niños emocionados —que no tardaron en inaugurar cada juguete— fueron el agradecimiento que, asegura la efectivo, nunca olvidará.

“Los chicos viven en el hogar hasta que se pueden reintegrar a su familia, en el mejor de los casos. La medida de abrigo es de 6 meses, y luego, si no pueden volver a su hogar ingresan al juzgado de familia, desde donde se evalúan la medida a tomar o posible adopción”.
Los internos fabricaron las mesas,
Los internos fabricaron las mesas, sillas y juguetes en el taller de carpintería y luego mujeres alojadas que participan del taller de pintura de juguetes, pintaron toda la producción. (Foto: Servicio Penitenciario Bonaerense)

Esas respuestas son, justamente, el motor de los internos que coordinan a sus compañeros en los talleres de carpintería, herrería y talabartería. “Les mostramos videos para que vean cómo reciben los chicos los regalos que ellos les hacen y así se motivan cuando hay que hacer alguna producción para donar porque se dan cuenta de que alguien se pone feliz con lo que ellos les hacen y se emocionan mucho —confió Maigua—. ¡Se les nota en la cara la satisfacción por lo que hacen!".

Pero además de la motivación por sentirse bien al hacer donaciones, las mujeres y hombres se ven alentados para continuar los talleres pensando en su propio futuro y el esperando momento de recuperar la libertad. “Esto les da la posibilidad de realizarse afuera y se alejan de la posibilidad de volver a entrar”, asevera Mónaco y cuenta que cuando ingresó a la Unidad “las internas salían de un régimen de alcaidía y al estar todo el día encerradas generaban más conflictos entre ellas y con nosotras. Pero desde que se sumaron estas actividades están con la mente en otra cosa, con otras ganas”.

Entusiasmada por los resultados de su corta gestión de apenas tres meses, agrega: "Ves que las chicas salen de sus celdas a limpiar, que piensan en un oficio... Además, tienen días de cancha con el profesor de Educación Física que las lleva a jugar al voley al sector externo. Y éstas cosas, que nos parecen simples, a ellas las ayuda a pensar distinto. Claro que hay problemas porque es una unidad penal, y los habrá siempre, pero ahora se producen en menor grado”.

Lo mismo pasa en el ala masculina del Penal de San Martín, que alberga a más de 900 internos. “Este programa arrancó en el Anexo de hombres en el año 2010 como parte de un proyecto de reinserción social a través de un oficio pensado en el momento de recuperar la libertad, para que entonces tengan un conocimiento del cual agarrarse para no quedar fuera del sistema; para que puedan buscar un trabajo con lo que aprendieron o en caso de que no encuentren un empleo que los ayude a comprarse las herramientas para trabajar en sus casas y así poder vivir del oficio que aprendieron”, se ilusiona el jefe de los talleres.

“Entre los internos hay instructores, que son los que se capacitan constantemente y a la vez motivan a sus compañeros en cada taller para que participen y les enseñan lo que aprendieron. Así se produce una cadena de conocimiento”.
La construcción de los objetos
La construcción de los objetos se realizó tras el pedido de la Coordinadora del Hogar Nicolás Lowe, Silvia Ortolo. Las niñas y niños que viven allí lo recibieron como regalos de Reyes. (Foto: Servicio Penitenciario Bonaerense)

“Hay chicas que se descubren con habilidades que desconocían tener. Por eso se les enseña e incentiva mucho para que vean qué pueden hacer y empiecen a aprender el oficio. En poco tiempo se abrirá el taller de muñecas soft, que son las de muñequitas de trapo. Estamos buscando dónde llevar las donaciones”, adelanta Mónaco a Infobae, al tiempo que sus hijos juegan y ríen a su lado.

Con una sonrisa emocionada, la mujer que alienta a las 107 reclusas para que tenga la misma posibilidad que ella mientras habla de su trabajo, confía: “Suelo ir al hogar desde hace bastante. Sé cuáles son sus necesidades y estoy feliz porque esta hermosa donación, porque el trabajo final fue realmente increíble haya sido para ellos”.

Consternada, sigue: “El lunes 6, cuando fue la entrega de los juguetes y muebles, llevé a mis hijos para que conozcan a los nenes del hogar. Ellos, al ver otra realidad valoran mucho la vida que tienen aunque son chiquitos, pero entienden lo que es tener un juguetito nuevo, tener una familia.. ¿Sabés qué me dijo mi hijo el primer día que paramos a hablar con los nenes? ¡Mami le voy a pedir a Dios que estos nenes consigan una familia! —se emociona— ¡Me di cuenta de que no estoy haciendo mal las cosas! Al darse cuenta de que hay nenes que no tienen a su mamá o a su papá los hizo valorar otras cosas porque ¿qué niño no pide algo? Pero no siempre hay para comprarles porque somos laburantes”.

Los muebles y juguetes que
Los muebles y juguetes que hacen los internos llegan a adultos y chicos con necesidades. (Foto: Servicio Penitenciario Bonaerense)

“Este tipo de actividades se impulsan desde el Ministerio de Justicia y conjugan dos ejes centrales del tratamiento penitenciario: la capacitación laboral y la solidaridad”, aseguró el director de la Unidad 46, Antonio Pedrozo. A su vez, Maigua dijo que “estas cosas se pueden hacer gracias a los directivos de la Unidad y a la jefatura del Servicio Penitenciario que facilitan el dictado de los talleres”.

Al cierre de esta nota, desde prensa del Servicio Penitenciario informaron que internos alojados en dos cárceles de Florencio Varela realizaron similares acciones solidarias en beneficio del Hospital “Mi Pueblo” de esa localidad y el merendero “Esquina lealtad” del barrio porteño de La Boca. Los emprendimientos se realizaron en las Unidades 32 y 42 del Servicio Penitenciario Bonaerense (SPB) desde donde se conjuraron la capacitación laboral, la puesta en práctica de los oficios adquiridos y el servicio a la comunidad.

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