Dignity: “No se puede medir al amor y al odio con la misma vara, porque el odio se contagia de manera masiva”

A fines del año pasado, Calu Rivero decidió comenzar a llamarse “Dignity”. Lo anunció en las redes y tuvo todo tipo de reacciones. Habla de cómo vive hoy el amor (propio y ajeno), y recuerda el origen de su famosa frase “brillantina para mí”

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Calu eligió cambiar: ahora es
Calu eligió cambiar: ahora es Dignity.

Esta nota comienza con un mail con un pedido de nota cuya primera palabra es Calu. Es enero del 2020 y ella ya es públicamente Dignity. Así se pronunció y así quiere que la llamen, pero al momento de iniciar el camino de la nota no lo tengo incorporado. Entonces escribo: Calu. A los pocos días responde. No me corrige y acepta la propuesta.

Ahora es la una de la tarde y el viento sopla. Ella tiene un vestido a rayas amarillas y negras en zig zag que caen hacia el suelo, como un sol descendiente de su pecho hacia los pies. Parece un vestido africano que viste un poco conduciéndolo, un poco dejándolo fluir. Algo así también su vida.

Está en Punta del Este, como cada verano. En Corazonada, su casa de Laguna Escondida. Alguien que no conoce de arquitectura dirá que son dos rectángulos largos con techo en punta y múltiples entradas y salidas y ventanas por las que entra la luna en una hora incierta de la noche, con un montón de árboles alrededor y una pequeña laguna que por estos días está baja; y una hamaca paraguaya colgada de dos ramas y montones de maderas apiladas a la espera del próximo fuego y un disco de arado contra ellas; y muchas mesas con sillas por distintas partes del jardín y un deck enorme a un lado y otro más pequeño al otro. Y en la cocina, una heladera chiquita que dice JAMES en la puerta y es como un detalle de sofisticación entre tanta naturaleza; y afuera un tarro de chapa donde lavarse los pies; y apenas un aire acondicionado en toda la casa -porque su padre lo usa- y un vestidor desordenado con su ropa y una sala de meditación donde quedó ya sin brasa el resto de un palo santo junto a un buda y varios almohadones en el piso.

Durmió poco porque bailó, porque fue al Festival de Cine de José Ignacio (no se pierde -casi- ninguna película), porque se reunió con amigos... “¿De qué queremos hablar? Algo distinto, profundo, es fuerte el cambio de década”, dice. Antes, prepara un mate y arma su día en una agenda virtual y caprichosa que en unas horas más deshará. Tal vez escriba ideas en un cuaderno. Tal vez postee una imagen en las redes. O dos. O tres. Todo sin concierto o con cierto orden que no vemos. Y sin verlo también comienza la entrevista.

Calu, como todos los años,
Calu, como todos los años, eligió Punta del Este para el verano.

“Ahora estoy leyendo a un psicólogo humanista de la época de Freud o Jung pero en vez de basarse como ellos en lo negativo, en la enfermedad, en la depresión, en la falta de identidad… él estudió a los autorrealizados. La gente que ya estaba en nirvana, la gente que es feliz porque está bien, que no está enferma. Y estudió cómo llegaron a eso, por qué está autorealizada. Es totalmente positivo y yo me siento mucho más afín a esa forma de ver la vida. Antes que estudiar la angustia me sale más estudiar la luz, ir hacia allá”, dice.

Desde que anunció su cambio de nombre, mucha gente en las redes reaccionó de manera burlesca y agresiva. Otro tanto entendió su proceso y la acompaña con admiración. Muchos otros no terminan de entender si es una performance, una broma que quedó o un truco. “Yo digo Dignity y se lo toman a chiste. Y yo bueno, está bien, no me río con vos, me rio de que te reís. Y ya no me importa, ya no le pongo valoración. ¿A vos te da gracia? Vos resolvé por qué no podés jugar con la fantasía, por qué no te permitís cambiar, qué te da miedo de eso que tiene que ser como toda la vida fue. Si a mí no me da miedo, ¿por qué te enojás vos? Está buenísimo que te genere algo, pero preguntate qué, si es gratis… Yo no voy a dejar mi cambio y mi transformación por lo que la gente y el relato indiquen. Ya no.”

"Está buenísimo que esto te
"Está buenísimo que esto te genere algo, pero preguntate qué, si es gratis… Yo no voy a dejar mi cambio y mi transformación por lo que la gente y el relato indiquen". Foto: @artis4lovers.

Ahora son ya las dos de la tarde y se escucha el ruido de unos pájaros. Ella tiene un nuevo nombre que suena profético e infantil a la vez. Profético, porque carga un mensaje. Infantil, porque lleva en sí la semilla de una libertad innominable. Y dice Dignity y en la boca se le arma una sonrisa, y en un segundo se puede ir, pero se queda.

-Tal vez sean más los comentarios positivos que los negativos pero por algún motivo nos llegan siempre más los negativos.

-Una de las cosas que leí en este libro es que no se puede medir al amor y al odio con la misma vara, porque el odio se contagia de manera masiva, es más fácil odiar en masa que amar en masa.

-Amar en masa tiene mala prensa, es como una cosa hippie. Odiar en masa puede ser visto como una revolución.

-Exacto. Si hablás de la luz y de algo lindo, sos una hippie con OSDE. Todos siempre van a tratar de minimizar eso que viene a traer más libertad a una sociedad. Siempre fue así: las personas que tratan de cambiar las estructuras o que traen un poco de empoderamiento o de libertad, liberación, son mal vistas. Pero sin dudas somos el resultado de nuestras experiencias vividas y cómo dejamos que esas experiencias nos afecten. No me interesa ser una amazona con el machete defediéndome. Mi objetivo es compartir, es crecer, utilizar el arte como un medio para seguir conectando con la gente.

-Así y todo, por más sentido que tenga lo que decís, bien puede ser tomado para el meme.

-Obvio. Pero es importante cambiar la conversación cultural. Si seguimos diciendo que el meme y la burla son graciosos no está bueno, y hasta que no te toca a vos no caes. Y está tan naturalizado. Porque es gracioso ver a una persona que se cae y decir “yo en año nuevo, ja ja”. Obvio que es gracioso, pero hace daño. Esas cosas me pregunto: ¿cómo se puede llegar a ser consciente del otro? Todos venimos de una batalla y hay que ser muy respetuosos de con quién te cruzás y cómo te cruzás. Yo ya me cansé de preparame para notas pensando que me van a hacer lo peor, me van a hacer las peores preguntas, me van a poner el peor título… Y en un momento dije: esperá, ¿por qué me someto a esto? No quiero ser parte de un sistema que se mueve así, que para que yo sea conocida tengo que bancarme las peores cosas. No. No es mi búsqueda. Pero también me encantaría que entre todos nos podamos reconstruir y re educar hacia un lugar más copado en el que dejemos que cada uno viva.

Una captura de pantalla de
Una captura de pantalla de un video que subió a su Instagram haciendo un baile, luego de presentar su nuevo corte de pelo e identidad.

-De algún modo fuiste durante mucho tiempo una figura en la Argentina a la que se le pegaba gratuitamente. Aquella frase por ejemplo de la “brillantina para mí” fue tomada para la joda y tenía su sentido. ¿Cómo lo viviste eso vos?

-Hay algunas cosas que no se pueden explicar, que si vamos a un lugar astrológico simplemente van a suceder. No tengo ni idea ni lo busco. Pero es real también que se le pega por linda, se le pega porque su carrera creció muy rápido, cómo llegó ahí, a quién se cogió… mucho machismo. Todos los arquetipos: la mujer esto, la mujer lo otro... me los comí enteros. Y creo que también pasó que yo no salí a atacar porque me parecía que era dar más alimento a eso. Pensaba: no tengo que explicarle a nadie quién soy y si ellos se divierten que se diviertan. El que se ríe del otro, el vivo… a mí me es tan claro que es lo opuesto. Habla tanto de vos que te rías del otro, que te moleste que sea tan libre… Y “brillantina para mí” hoy lo veo y digo: qué genia. Porque tenía 24 años, estaba en el peor de mis momentos, viviendo un trauma de la gran puta, e igual tenía que salir a dar notas…

-¿Qué pasaba en ese momento? ¿Era el momento en Dulce Amor con el tema de Darthés?

-Exacto, ahí. Pero yo sin hablarlo todavía. Y adentro era un volcán, tratando de sobrellevarlo. Y me preguntaron por Sean Penn, que yo no quería que me preguntaran por él y sabía que si decía algo iba a ser título, y como a mi no me interesaba eso por todos los prejuicios de que la mujer necesita al hombre para no sé qué, dije: voy a decir algo que sea tan ridículo que no lo puedan titular, y dije: “Fue una historia brillantina para mí”. ¿Por qué? Porque me trajo luz. Realmente ese hombre en el momento que yo estaba viviendo, fue luz. Entonces fue brillantina. Y listo. Y nadie lo entendió pero a la gente le generó tanta rareza en la cabeza que decía: ¿qué dice? Y a la vez gané porque no lo hicieron título. ¿Te pensás que hablaron de Sean Penn? No. Hablaron de la brillantina. Y para mí bárbaro. Y después lo tomaron muchos como “me cago en vos… brillantina para mí”. Y a mi me divierte mucho.

-Hace poco dijiste que te cortaste el pelo porque estaba cargado de un relato que ya dejaste ir. Y que ahora te llamemos Dignity construye otro relato, que puede ser más sano, pero no deja de serlo. ¿Creés que podrás vivir alguna vez por fuera de estos relatos?

-Creo que sí, siendo yo y viviendo en paz. Y después… obviamente que yo puedo tener el control de mi vida pero no el control de mi imagen pública. De lo que la gente opine o si le parece bien Dignity o no… allá ellos. Tiene que ver algo conmigo y la valoración que yo le doy a eso, a la opinión pública. Yo vivo de acuerdo a lo que a mí me gusta, a lo que a mí me resuena. Yo quiero que me llamen asi y te lo digo y no voy a estar diciéndolo todos los días. Lo digo una vez porque me parece interesante que sepas que vengo de una transformación hermosa, que así es como yo lo viví. Soy muy de entre la naturaleza, la Pachamama, los rituales… Soy del norte, para mí hay algo de eso que es muy afín. Entonces sentir que cambio la piel, dejar ir el pelo largo con todo ese relato, lo veo como algo ritual y hermoso.

-¿Y el nombre qué lugar toma?

-Se fue esto para que crezca otra cosa. Pero así es como yo lo vivo, que lo pueda entender la gente y cómo lo van a interpretar no lo puedo manejar. Yo lo único que puedo hacer es hablar cuando tengo algo para decir. Y para mí hoy lo que quiero decir es cómo hacemos para que esta conversación cultural cambie y sea más hermoso vivir en una sociedad donde estamos todos para el otro. Teniendo tan al alcance la luz, la inocencia, la dignidad… Todas esas palabras maravillosas. Dignidad tiene que ver con eso, con palabras que son hermosas pero nadie las usa.

Uno de los últimos posteos
Uno de los últimos posteos de Dignity en su Instagram, donde dice: "Viajar a eso que nos inquieta, que nos debatimos, que nos mueve y transforma".

Ahora es un día del 2019. Dignity llega al casamiento de unos amigos. En un momento de la ceremonia todos comienzan a rezar el Padre Nuestro. Ella saca su celular y mientras sucede la oración, lee en silencio su propio texto: “Nada es nuestro, que sos la tierra/ humildad transmite tu nombre/ No vengas, así descubrimos nosotros nuestro universo/ hagamos de nuestra voluntad la concreción de nuestro deseo...”. Meses atrás, también en Punta del Este y jugando con su ex novio, Joaquín Vitola, escribieron juntos el mantra de una religión más adecuada para ellos. Y en medio de la ceremonia y sin que nadie se entere, lo rezó.

“El poeta es un fingidor. Finge tan completamente que hasta finge que es dolor el dolor que en verdad siente”, escribió alguna vez el poeta Fernando Pessoa. Pocos como él jugaron tanto con la identidad, que adoptó hasta cinco nombres a la vez. En todos ellos fingía, pero tan completamente que su fábula se volvía realidad. ¿No es eso acaso de lo que se trata una identidad? Una mentira a la que todos adherimos como causa colectiva por nombrar. Por saber de qué se trata cada cosa del mundo. Y así fue que un día terminamos por creer que ella era Calu y ya no Carla Rivero Martínez, catamarqueña de Recreo La Paz, hija de Rita del Valle -catamarqueña también-, y Guillermo Rivero -cordobés-. ¿No es extraño que nos moleste que cree un nombre para abandonar otro nombre que también ella creó y en el que creímos sin reparos?

Ahora son las siete de la tarde de un día de enero del 2020 y el sol cae. Ella está sentada con las piernas cruzadas. Tiene un short de colores y una remera blanca que dice “I am from the Ilumination Nation” (Soy de la Nación de la Iluminación). Desde que vive en Nueva York escapa a las presentaciones con esa frase. Harta de que le preguntaran de dónde era, un día decidió empezar a descolocar a la gente. Al tiempo, le propuso a una marca de ropa hacer una remera que reprodujera el mensaje. Y ahora son las siete y el sol cae sobre una laguna en una chacra donde se hace yoga y ella tiene un aparatito en la mano que mide la frecuencia o la energía de su cuerpo y emite un sonido. Durante dos horas guiará un encuentro experimental de meditación y autoconocimiento.

-Hablamos ya de lo fácil que es odiar. ¿Es fácil amar en esta época?

-Yo creo que todo termina siempre en el auto conocimiento. Para conectar con otro, sea amigo, trabajo, pareja… primero tenés que saber muy bien quién sos, y tener muy en claro cuáles son tus sombras, qué te hace doler de lo que viviste cuando eras chico… Sino uno va con todas esas heridas o todo lo que vivió desconociéndolo y conecta con otra persona y esa persona toca una fibra que a vos te lleva a algo de cuando eras chico y no sabés por qué y te peleas y te genera una desconexión. Yo siento que toda mi vida fui un poco así, no conociéndome mucho y estando en relaciones donde no terminaba del todo cómoda. Y hoy, que me conozco, que me valoro, que sé mis fortalezas y sé lo que me hace vulnerable, me es mucho más fácil.

-¿Más fácil estar en pareja?

-Cuando vos podés tener un vínculo súper honesto y mostrarte como sos, sin tener que actuarle al otro, llegás a lugares hermosos. En mi último vínculo dije: ¿qué pasa si pruebo otra forma? Cada relación es una nueva oportunidad para decir: ¿sigo con el mismo discurso de yo soy así o ahora puedo ser más libre? Entonces cada vez que empiezo un nuevo vínculo me pregunto cómo quiero ser acá. Y en este vínculo dije: ¿qué pasa si soy lo más honesta posible? Y eso me llevó a lugares muy lindos, de conexión de almas.

-¿Seguís en una relación con Joaquín Vitola?

-No... Bueno… ahora digo que estoy confundida. Siento que todo pasa tan rápido. Yo vivo en Nueva York, él en la Argentina… el amor es fuertísimo y es hermoso y para mi él es familia, pero bueno, la realidad es que yo quiero estar donde está mi cuerpo y mi cabeza. La distancia es un tema que podés estar un tiempito pero cuando ves que las dos carreras están ancladas en dos lugares distintos no va a funcionar. Entonces nos vemos porque estoy acá y tengo un buen vínculo. Con esto de que yo juego con las palabras digo que estoy con-fundida, o fundida con… Puedo estar horas jugando con eso.

-¿Sufrís con los duelos? ¿Con que el amor se acabe?

-No. Yo sufro cuando no siento. Sufro sostener algo que no tiene vida, que lo sostengo sin saber por qué. Eso me genera sufrimiento: el no sentir, estar automatizada. Cuando yo sé que no va, porque tengo una mirada más realista, más simple de cómo yo quiero vivir, es muy claro. ¿El amor está? Sí, está, pero estamos en dos lugares distintos. Podemos estar así estirándolo y jugando con la ilusión mucho tiempo más, sí, ¿pero a dónde nos va a llevar?

Calu, en Laguna la Escondida,
Calu, en Laguna la Escondida, de Punta del Este.

-¿Te gustaría ser madre?

-Sí. Me fascina. Me fascinan los niños. Hace mucho tiempo tengo la sensación de que cuando sea madre va a venir una increíble. Los niños son el proyecto creativo que más me llama la atención realizar. A los 15 años yo iba a hacer estimulación temprana en una institución de niños que están sin sus papás, y yo le hacía estimulación a chicos de 0 a 10 años. Más que estimular era abrazar, cuidar, y para mí era increíble. Yo podía estar horas ahí. Y lo que ellos me daban a mi era mucho más de lo que yo le podía dar a ellos. Creo que ahí fue el primer momento en que lo deseé.

-Hablando de ser madre, tenés un proyecto de película con tu madre, ¿no?

-¡Sí! Estaba harta de los personajes dados. Ya no quería hacer más la chica sexy, buscona… No. Y entonces con mi mamá dijimos: escribamos una peli donde contemos las mujeres que conocemos que nos gustan, que son inteligentes, que tienen personalidad y que son protagonistas. Porque me divierte mucho cuando me llega un guión y dice rol protagónico y de las noventa escenas que hay, tiene diez. ¿Y es protagónico? Pregunto. Y sí, es la única mujer… No, eso no es ser protagónico. El protagonista es él y vos sos funcional a su historia nomás. Y ahora estoy así, digo las cosas como son. O como son para mí al menos.

Ahora son las once de la noche y ella está en una ronda entre amigos presentándose como parte de un juego. “Yo soy Dignity”, dice. Un hombre que la conoce solo de su vida pública y que está ahí medio de casualidad la mira extrañado. Ella lo nota y se ríe. “No, no soy la Calu Rrrrivero”, dice, impostando tono catamarqueño. El hombre sonríe, pero no se sabe si todo quedó más claro para él o más confuso. Cuando se vaya, cuando suba a su misteriosa moto y regrese a su casa, ese hombre no va a saber con quien estuvo, si fue real, si lo engañaron. Pero algo en el orden de su universo se habrá alterado para siempre. Una tormenta sana. Una profeta extraña en medio de la noche.

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