Confirmaron el traslado de la elefanta Mara a un santuario de Brasil durante los primeros meses de 2020

Luego de una larga espera, finalmente, se confirmó que el animal, de 50 años, dejará el Ecoparque porteño durante el primer cuatrimestre del próximo año

La elefanta Mara tiene 50 años (foto Tomás Cuesta)

Una de las noticias más esperadas por quienes desde hace años reclaman por el traslado de los animales que siguen en cautiverio llegó en la tarde de este jueves cuando el secretario de Ambiente de la Ciudad de Buenos Aires, Eduardo Macchiavelli, anunció que “está todo dispuesto para que en los próximos meses la elefanta Mara viaje al Santuario de Elefantes de Brasil” e informó que “la caja de traslado ya está en camino; los principales permisos y certificados ya fueron aprobados por las autoridades sanitarias de Brasil y Argentina".

Mara es la elefanta asiática que llegó al ex Zoo porteño luego de un decomiso judicial al Circo de Rodas, en 1995. Desde entonces comparte recinto con Kuky y Pupy, dos elefantas hermanas nacidas en el Parque Kruger de Sudáfrica.

Mara llegó al ex zoológico porteño el 16 de octubre de 1995. Nació en cautiverio en la India en 1969 (foto Tomás Cuesta)

Macchiavelli también confirmó que “ya está camino a Buenos Aires” la caja de transporte en la que Mara realizará su viaje y que llegará al predio el lunes 23 de diciembre. La caja será colocada en el recinto de las elefantas para que Mara pueda iniciar su entrenamiento.

Los especialistas informaron que los próximos pasos serán: entrenar a la elefanta para que ingrese de manera voluntaria y para que se acostumbre a ella; comenzar la cuarentena que deberá ser realizada junto con las elefantas africanas por no poder ser aislada y definir los detalles logísticos del traslado.

Mara cumplirá con el viaje que no pudo hacer la elefanta Pelusa, del zoológico de La Plata, que murió esperando su traslado. (Tomás Cuesta)

Si bien la fecha de traslado aún no está confirmada, “con seguridad se resolverá en los próximos meses dependiendo de cuestiones sanitarias y administrativas”, avisaron las autoridades porteñas.

El destino será el Santuario de Elefantes de Brasil, ubicado en el estado de Mato Grosso, el primero de este tipo en América Latina que es conducido por Global Sanctuary for Elephants (GSF) y por la organización Elephant Voices. Su misión es proteger y proporcionar un ambiente natural para elefantes que anteriormente estuvieron en cautiverio.

Con respecto al traslado, el subsecretario a cargo del Ecoparque Interactivo, Federico Iglesias, confirmó que “la derivación de Mara es un logro importante para el bienestar de ella y de las elefantas que todavía quedan ya que podrán disponer de más funcionalidad de espacio”.

Aunque los detalles logísticos no están definidos, se presume que el traslado se hará por tierra recorriendo una distancia de aproximadamente 2.700 kilómetros (entre Buenos Aires y Chapada dos Guimarães, la ciudad cercana al Santuario) y demandará entre cuatro y seis días, con paradas periódicas según la necesidad del animal.

La historia de la elefanta Mara

Mara nació en cautiverio hace 50 años: no conoce la vida sin rejas de por medio. (Tomás Cuesta)

El 16 de octubre de 1995, Mara llegó al Zoológico de Buenos Aires procedente del Circo Rodas luego de una vida cautiva: Mara no conoce lo que es la vida fuera de una jaula. Nació en cautiverio en la República de la India en 1969 y poco después fue comercializada por la Institución Tierpark Hagenbeck, de Hamburgo, Alemania. Allí vivió hasta mayo de 1970, momento en que la compró Ramón Tejedor y fue trasladada al Circo África de Montevideo. En junio de 1971, llegó a Argentina cuando fue vendida al Circo Sudamericano.

Su llegada al país significó recorrer circos y padecer constantes actos de crueldad al ser sometida incansablemente a técnicas de entrenamiento a base de golpes y latigazos para que logre trucos. El 9 de marzo de 1980 ingresó por última vez a uno, el Circo Rodas, del que salió en octubre de 1995 luego de un allanamiento que la convirtió en un “depósito judicial” e ingresó al zoológico porteño al recinto en el que aún permanece.

Luego de intensos reclamos encabezados por las organizaciones proteccionistas de animales –iniciados en diciembre de 2012 por la ONG SinZoo tras la fatídica muerte del oso polar Winner en la madrugada de la Navidad (a causa del calor de la ciudad y el estrés que le ocasionó de la pirotecnia)– , la sociedad dejó de considerar al zoológico como una institución educativa y comenzó a ver el padecimiento de los animales en cautiverio.

A ello se sumaron las arduas gestiones internacionales que, en este caso, consiguieron consensuar el tipo de análisis sanitarios requeridos entre Brasil y Argentina. De forma complementaria, recientemente se finalizaron exitosamente las gestiones tendientes a la obtención de los permisos de exportación (Argentina) y de importación (Brasil) ya que todavía para el Código Civil los animales son cosas.

Se presume que el traslado de Mara se hará por tierra recorriendo una distancia de aproximadamente 2.700 kilómetros (entre Buenos Aires y Chapada dos Guimarães, la ciudad cercana al Santuario) y demandará entre cuatro y seis días, con paradas periódicas según la necesidad del animal.

El anuncio del traslado de Mara se suma a la noticia más esperada por los animalistas junto con el que fue el traslado de la orangutana Sandra que el 26 de septiembre último dejó el recinto que ocupaba en el Ecoparque.

El Zoo porteño, y quizá la vieja concepción del modelo victoriano, cerró en junio de 2016 y desde entonces varios animales fueron reubicados en reservas o santuarios donde las condiciones de vida son mucho más parecidas al hábitat natural de cada especie.

A mediados del año pasado, los leones fueron enviados a un refugio especializado, llamado Wildcat Sanctuary, en Minnesota, Estados Unidos; los dos osos pardos fueron derivados a The Wild Animal Sanctuary, en Colorado; decenas de antílopes ya se mudaron a la Estación de Cría de Animales Silvestres (ECAS) de la provincia de Buenos Aires; los emúes al Ecoparque de América y muchos animales más chicos como vicuñas o cabras a granjas educativas.

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