Edgardo Fretes: “La abolición del secreto pontificio es la mejor noticia que podríamos haber tenido”

Así reaccionó el responsable del área de comunicación del Arzobispado de Mendoza al conocerse la decisión del papa Francisco

Este martes 17 se conoció el rescripto del Papa Francisco con el que se promulga la Instrucción sobre la confidencialidad de las causas donde se tratan delitos graves de abuso por parte de miembros de la Iglesia, sacerdotes, religiosos. Dicho de otra forma: se levanta la restricción de silencio que se venía imponiendo tanto a “la persona que hace el informe, la persona que alega haber sido ofendida y los testigos (…) con respecto a los hechos del caso”.

Y se pide explícitamente que entre en vigencia de inmediato. Esto es una auténtica medida de liberación para muchos actores de estos casos en los que por no poder expresarse en público o en foros o tribunales impedían el normal desarrollo de los juicios pertinentes.

Desde Infobae consultamos a Edgardo Fretes, periodista y docente universitario, casado con Mónica, 3 hijos, responsable del Área de Comunicación del arzobispado de Mendoza, arquidiócesis que recientemente atravesó instancias cruciales del juicio por el caso Próvolo en el que se conocieron delitos aberrantes cometidos a menores sordomudos por parte de los sacerdotes a cargo de los niños y personal laico de la institución.

— Después del largo y tortuoso del caso Próvolo, ¿cómo recibieron la noticia del levantamiento de la restricción de silencio impuesta desde la justicia eclesiástica?

— A fines del 2016, cuando se liberaba el hedor de lo que había sucedido puertas adentro del Instituto Antonio Próvolo, el fallecido monseñor Franzini me pedía que formara parte del Comité de Crisis para atender lo atinente a la comunicación de este verdadero atentado contra la dignidad de las personas víctimas de los ya sentenciados por la justicia civil. Desde hacía algún tiempo, junto a otros comunicadores, habíamos conformado la Pastoral de Comunicadores para la Arquidiócesis de Mendoza. La noticia del levantamiento del “secreto pontificio” para las causas de abuso, es una puerta abierta al sur en verano, es la mejor noticia que podríamos haber tenido, aquellos que abogamos por una cultura de la transparencia dentro de la Iglesia.

— ¿Piensan que la voluntad del Papa Francisco fue determinante en esta decisión?

— Obvio que mis conocimientos tienen que ver con el ámbito de la comunicación y no con el derecho canónico. Pero está claro que Francisco está poniendo los caballos delante de la carroza. Lo importante son las víctimas. Que puedan tener derecho a un representante legal canónico y que no estén obligadas a guardar silencio. Este secretismo en el que ha vivido nuestra querida Iglesia, que es santa por su cabeza que es Cristo, pero que está constituida por hombres y mujeres que en esencia son pecadores, no ha hecho más que colaborar en aumentar el dolor y la falta de justicia y el abuso de sanciones livianas para casos graves, no solo de abuso, en donde cuesta creer que el denunciado estuviera en condiciones de sostener su ministerio.

Edgardo Fretes es el responsable del Área de Comunicación del arzobispado de Mendoza

— ¿Hubiera evolucionado diferente la causa Próvolo de haber existido este levantamiento con anterioridad?

En el caso puntual de lo que hemos sufrido en Mendoza, este enorme cambio de rumbo que ofrece el Papa, hubiera evitado que el investigador de la causa canónica fuera imputado y procesado por encubrimiento por obedecer el secreto pontificio y no entregar los datos que él poseía en su investigación. Con esta nueva disposición se podría haber entregado a la justicia civil la información colectada por la investigación canónica y se hubiera evitado un altisonante cruce entre la Iglesia y la justicia que quería juzgar a los acusados y del que la prensa se sirvió para voluptuosos títulos. Cierto es que en este caso la investigación canónica era muy delgada, puesto que los abogados querellantes habían prohibido a las víctimas tener contacto alguno con las autoridades de la Iglesia, lo que también ha retrasado un fallo canónico sobre los ya condenados por la justicia penal mendocina. Lo cierto es que han sido y seguirán siendo tiempos duros, porque ante la barbarie del abuso a personas inocentes y con condiciones especiales no hay palabra que repare el daño ni dinero que lo resarza. No solo nos han faltado las palabras para intentar dar la cara ante lo inexplicable, sino que también hemos sentido y con razón el reclamo de los mismos católicos que han pedido claridad, oportunidad, transparencia y comunicación por parte de la Iglesia.

— Muy difícil lo que se vivió en Mendoza en todas las dimensiones, pero se van cerrando los caminos de escape para los victimarios.

— Quiero advertir, y esto no es fácil de comprender y de decir, pero es la verdad más áspera: la Iglesia de Mendoza y los católicos de Mendoza hemos sido víctimas de un sistema que poco a poco se va terminando, de mandar a esconder los problemas a lugares remotos, como si por eso fueran a corregir su conducta, en tiempos en los que internet y las redes no nos permitían saber quién es quién.

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