El arzobispo de La Plata habló sobre el suicidio de Eduardo Lorenzo: “Se quitó la vida después de meses de enorme tensión y sufrimiento”

Además, Víctor Manuel Fernández dejó un mensaje para los feligreses católicos: “Hay que unirnos en oración por él, para que el Dios de la vida lo reciba en el amor infinito”. Lorenzo estaba acusado de al menos cinco abusos sexuales a niños y adolescentes

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Víctor Manuel Fernández
Víctor Manuel Fernández

El arzobispo de la ciudad de La Plata, Víctor Manuel Fernández, se refirió este martes al suicidio del sacerdote Eduardo Lorenzo, acusado de abusar sexualmente de cinco jóvenes varones menores de edad durante los últimos 30 años.

"Se quitó la vida después de largos meses de enorme tensión y sufrimiento”, afirmó Fernández, quien también dejó un mensaje para los feligreses católicos: "Hay que unirnos en oración por él, para que el Dios de la vida lo reciba en el amor infinito”.

En una nota que salió publicado en la página del Arzobispado platense, el religioso sostuvo: "El mismo Señor nos ayudará a comprender algo en medio de este misterio oscuro y nos enseñará algo aún a través de este dolor. Los abrazo a todos con afecto en Cristo”.

Anoche, Lorenzo se suicidó de un disparo en la oficina de Caritas en La Plata, donde residía. Según informó la Policía, el cuerpo "fue encontrado tendido en el suelo, con posibles manchas hemáticas (de sangre) y, a un costado, un arma de fuego”.

Eduardo Lorenzo
Eduardo Lorenzo

La jueza Marcela Garmendia había librado este lunes una orden de detención de Lorenzo por el delito de “abuso sexual con acceso carnal agravado”. Sin embargo, no iba a ir preso todavía. Es que, paralelamente, Alfredo Gascón, abogado defensor del cura, que fue capellán en el Servicio Penitenciario Bonaerense, había presentado un pedido de eximición de prisión a Garmendia, quien en el mismo fallo en el que ordenó detener al sospechoso rechazó este requerimiento.

El pedido de detención era una medida que esperaban hace meses las víctimas y sus familiares, y que había reclamado la fiscal Ana Medina en octubre pasado, pero Garmendia la hizo efectiva recién ahora, este lunes, pues había estado esperando incorporar al expediente las pericias psicológicas hechas a Lorenzo y al primero de los denunciantes.

La pericia, de nueve páginas, concluyeron que el cura acusado tenía la personalidad de un manipulador, egocéntrico, sin autocrítica, narcisista y perverso.

El arzobispo de La Plata
El arzobispo de La Plata

Además, encontraron a Lorenzo con una “organización psíquica compleja”, con una imagen de sí mismo “grandilocuente, que encubre una estructura psicopática perversa de la personalidad”.

Las peritos indicaron que cada vez que le realizaron alguna referencia a las denuncias Lorenzo incrementó el tono de su voz e intentó imponer su análisis. Detectaron “gestualidad y actitud corporal asociada a la ira y se le torna dificultoso escuchar”.

“Presenta una autoestima enaltecida, sostenida en una exacerbada imagen de sí mismo grandiosa, cargada de atributos de perfección y benevolencia, identificada a su placer de ‘ayudar al otro’”. Pero tuvo un tono “despectivo e incluso denigratorio" para referirse a las víctimas denunciantes.

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Una de sus víctimas, Gustavo -nombre ficticio-, contó ante la Justicia que el sacerdote lo obligaba a hacerle masajes, lo emborrachó e intentó besarlo en la boca. “Me pedía que le hiciera masajes en la espalda y me subiera arriba de él”, detalló.

Según declaró, sufrió abusos por parte de Lorenzo entre 1991 y 1992 en la parroquia San José Obrero, de Berisso, y en la iglesia San Benito, en Olmos. El hombre contó que conoció al cura por su pertenencia a un grupo scout de la iglesia Rosa Mística, en el centro platense: “En ese momento Lorenzo coordinaba todos los grupos scouts a nivel regional y ahí comenzamos a tener una amistad. Al tiempo de haberlo conocido en la Rosa Mística, Lorenzo me invitó a ver grupos de scouts que tenía. Yo iba cada tanto, compartía alguna actividad. Y un día me invitó a cenar a la casa parroquial, que quedaba al lado de la iglesia San José Obrero. Fui y como no podía volver porque era tarde, me ofreció que me quede en una habitación que tenía”.

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