Monito, Tinolita, Negrita y Canela o “los perritos bandidos” de Juan Domingo Perón de alguna manera abrieron las páginas de la otra historia en las vidas de los presidentes de Argentina, la que muestra una parte tierna de las personas del poder. Será porque estos animales nunca supieron de protocolos pese a que participaron de reuniones de Gabinete e hicieron de las suyas en reclamo de atención a quienes para ellos no eran más que sus “amigos” humanos. El propio Perón contaba que las “monerías” de sus perros en medio de las reuniones de Estado lo distraían y que para calmarlos los alzaba y continuaba resolviendo las cuestiones nacionales con alguno de ellos acostado en su regazo.
Cleopatra, una de las caniches blancas favoritas de Cristina Kirchner; Balcarce, el perro mestizo que se sentó en el sillón de presidencial durante el primer año de gestión de Mauricio Macri y Dylan, el collie “nac y pop” que acompaña a Alberto Fernández -y que se acaba de mudar a la Quinta de Olivos- son los más conocidos.
Por su popularidad, porque sus imágenes se vieron en los medios y en las redes sociales, vale la pena hacer un repaso por la vida de los perros presidenciales más conocidos.
Los perritos “bandidos”
El amor que Juan Domingo Perón tenía por sus perros no es novedad. Los amaba, lo decía y dedicaba varias horas de su día a estar con ellos. “Era conmovedor ver cuánto amor y cuánta solicitud Perón derramaba sobre esos caniches bandidos. Reemplazaba su rol de abuelo sin nietos con un contacto con ellos permanente, que era de una ternura sin límites. Sus brazos se parecían a cuchas voladoras. Y lo eran ya que, como me confió, en ellos los albergaba incluso para que durmiesen”, contó el escritor Bruno Passarelli en el libro El Tango, los Perros, Gardel y Perón sobre una visita que hiciera al domicilio de Juan Domingo Perón durante su exilio en Madrid, en 1969.
Su llegada a la presidencia fue acompañada por los caniches Tinolita y Monito, quienes fueron padres de Negrita y Canela, su compañero inseparable por el que tenía gran debilidad. Tras su dolorosa muerte, en 1966, el líder justicialista le dijo a sus allegados: “Llevó tan lejos su fidelidad que dejó a la hija y a la nieta para que me cuidaran”, en referencia a las cachorras Tinola y Puchi.
Perón compartía su amor incondicional hacia los perros con Eva Duarte, no así —dicen— con María Estela Martínez. Pocos saben que la pasión del General por los animales no se limitaba a sus perros: en 1954 impulsó la Ley de Protección Animal (14.346), pionera en América Latina, aún vigente.
Las fotos de Perón con sus perros durante su primera presidencia y compartiendo momentos con ellos y Evita son muchas y otras tantas reflejan los años del exilio y los 11 años que vivió en España junto a sus perros. Lo que allí vivió, el ya viejo y cansado hombre que se convirtió en el gestor de uno de los movimientos populares más grandes de la Argentina lo compartió en una entrevista que brindó en 1965 al periodista Esteban Peicovich en la que además contó cómo eran sus días.
“Vuelvo a las 19. Juego con los perritos, que me entretienen mucho. Canela ya tiene diez años, es el abuelo. Es un exiliado como yo y me ha seguido en todas. Tinola, la madre, tiene seis, y Puchi, la hija, dos. Son grandes amigos míos. Canela, por ejemplo, es auténticamente un perro. Algunos suelen educar a los perros como si fueran hombres. Hay que dejarlos que sean perros. No contagiarles cosas de hombres; les hace mal”, dijo Perón al cronista tras 10 años de exilio.
Durante los años que duró su vida en España estuvo acompañado por sus perros y tras la pérdida de su favorito de pelaje marrón se aferró a su nieto, Canelita (lo sobrevivió y murió a los 13 años). Canela fue sepultado al pie de un algarrobo, lugar al que Perón iba a reflexionar en total recogimiento.
Alex, el perro de Néstor
Alex era el bóxer mimado de Néstor Kirchner que vivió con el mandatario y su familia en la casa de Río Gallegos hasta antes de que asumiera la presidencia en diciembre de ese año. Sin dar muchos detalles de la vida compartida con el perro, lo poco que se sabe es que se mudó a la Quinta de Olivos, tuvo hijos y murió en esa residencia. Fue sepultado en los jardines de la casa que ocupó el presidente patagónico.
Simón, el perro chavista, Cleopatra y Lolita: los amores caninos de Cristina
Simón, en homenaje a Simón Bolívar, es de raza mucuchíes y fue un regalo que le hizo el hermano del fallecido presidente venezolano Hugo Chávez, quien le había prometido a Cristina Fernández de Kirchner que le enviaría un cachorro de la raza nacional de Venezuela.
La entonces mandataria presentó al perro en noviembre de 2013 en la que fue su primera aparición pública luego de afrontar una operación que le significó cinco semanas de licencia médica. Fernández había sido operada en la Fundación Favaloro el 7 de octubre de 2013 de un hematoma cerebral y ese día, además, lució una camisa blanca tras años de vestir de luto por la muerte de Néstor Kirchner.
Simón no es el único perro que vivió con la flamante vicepresidenta. El primero fue Alex y siguió Cleopatra, una mini caniche toy que la acompañó en sus años como Jefa de Estado en la Quinta de Olivos, lugar en el que el animal murió. La pérdida de la perrita afectó tanto a Cristina que la hizo revivir uno de los momentos más duros de su vida, según escribió en su libro Sinceramente.
“Estábamos comiendo en Olivos, ya sin Néstor, y uno de mis secretarios, sin entrar al comedor donde estábamos, gritó: '¡Máximo!’. Me sorprendió porque lo llamó muy fuerte, casi imperativamente, y después de unos minutos cuando él regresó con cara rara, me dijo: ‘Mirá, mamá...’ -él nunca me llama mamá- y ahí, no sé por qué, me di cuenta que Cleo había muerto. Me puse a llorar desconsoladamente. Cleo había entrado en mi vida cuando era senadora y Néstor presidente, la única mascota que teníamos hasta entonces era nuestro bóxer, Alex. La muerte de Cleo fue horrible porque sentía que todo lo que me había rodeado se iba. Néstor se había encariñado con ella y había pasado de no aguantarla a adorarla, se preocupaba de que tuviera agua, que comiera. Ese día lloré mucho por lo de Cleo, pero en realidad lloraba por Néstor y por mí. Me sentía muy sola. Reviví la pérdida. Cleo era algo que nos unía, algo que teníamos él y yo. Máximo me vio tan mal que organizó que me fueran a buscar una perrita igual. Encontraron un criadero en San Fernando que tenía caniches mini toy parecidas a Cleo, hasta del mismo color. En síntesis: esa misma noche Lolita llegó a Olivos y todavía me acompaña”.
Si bien hace tiempo que la vicepresidenta no muestra fotos de sus perros en sus redes sociales, lo hizo varias veces y con el deseo de que sus seguidores vean cómo crecieron. En total, Cristina tiene seis perros: Martita, Rosita, Lolita, Kila, Vito y Simón.
Su pasión por la especie logró que en diciembre de 2014 anunciara que desde el 15 de enero de 2015 “en todos los vuelos de cabotaje de Aerolíneas Argentinas y Austral los pasajeros podrán embarcar mascotas en las cabinas de los aviones” y avisó que podrían subir “gatos y perros pequeños”.
Balcarce, el perrito del Pro
La aparición de un cachorro mestizo en las redes de la campaña presidencial de Mauricio Macri emocionó a sus seguidores y amantes de los aniamales al pensar que el perro había tenido la suerte de ser adoptado por el entonces candidato a presidente por el PRO.
Las tiernas fotos mostraban a Balcarce (llamada así por el nombre de la calle de la Casa Rosada), en plena campaña de cara a las elecciones de 2015, en el despacho del ex presidente de Boca, paseando y haciendo de las suyas en parques y plazas, incluso en los jardines oficiales.
Poco después de que Macri asumiera la presidencia, una nueva imagen volvió a encender las redes: el 23 de diciembre de 2015 apareció acostado en los jardines de la Casa Rosada y semanas después, el 16 de enero de 2016, “Balca” —como lo llamaban cariñosamente sus seguidores— sale en la épica foto sentado en el sillón presidencial.
Poco después, se conoció su verdadera historia: Balcarce fue adoptado de un refugio de perros de Castelar por los dirigentes del PRO meses antes de que Macri asumiera la presidencia.
La cuenta @elperritodelpro alcanzó los 7.326 seguidores en Instagram y con fecha 24 de julio de 2016 aparece la última foto en la que se lo ve con un sweater azul y una bufanda en la que varios usuarios preguntaron sobre su paradero.
Balcarce vivió un tiempo con la familia Macri y luego fue adoptado por Agustina Bonnecarrere, la encargada de la producción multimedia de las redes sociales de la presidencia y rescatista de perros de la calle.
Dylan, el collie “nacional y popular”
El perro estrella del momento —y nuevo habitante de la Quinta de Olivos— es Dylan, el perro del presidente Alberto Fernández, que es así presentado en su cuenta oficial: "Mi mejor amigo es Alberto Fernández. Él me llamó así en honor a Bob Dylan. Nací en Pilar y vivo en Puerto Madero. Soy un collie nacional y popular” y ya tiene 161.700 seguidores.
Dylan es el padre de Prócer, otro collie cachorró que también es protagonista de las redes caninas y que se gana la atención de las personas que lo cruzan cuando salen a pasear. Su nombre es un homenaje al perro de la misma raza que salió en un capítulo de los Simpsons.
Pasear y jugar en la plaza era la actividad cotidiana que Dylan realizaba hasta hace unos días con Fernández antes de que asumiera la presidencia, el 10 de diciembre. Allí jugaba y correteaba detrás de la pelota que su amigo le tiraba.
Es tanto el furor que causa este can en las calles de Buenos Aires que quienes lo reconocen se paran para hacerse una selfie con él. En la mañana de la asunción, Fernández subió a sus redes un video despidiéndose de su perros ante la mirada atenta de su vocero, Juan Pablo Biondi, y su chofer, Daniel Rodríguez.
Con la típica voz con la que se le habla a un perro, Fernández se agachó frente a Dylan y le dijo: “Chau, nos vemos en un rato” y lo acarició.
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