Los peligros del hogar, un drama frecuente: historias desgarradoras de niños que protagonizaron accidentes domésticos

Caídas, quemaduras, ahogamientos, intoxicaciones, aplastamientos y descargas eléctricas son algunos de los principales tipos de lesiones por causas externas, la primera causa de muerte en niños de 1 a 15 años. Infobae consultó a expertos y recogió historias de casos recientes para abordar una problemática común

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El domingo 8 de diciembre,
El domingo 8 de diciembre, en horas de la tarde, un niño de cinco años se subió a una ventana y se cayó desde el segundo piso de un edificio de Balvanera. Se llama Diego y está fuera de peligro

Diego tiene cinco años. El último domingo se había quedado solo en su casa mirando televisión. La chica que lo cuidaba cerró la puerta con llave y se fue a comprar comida. Quienes conocen a Diego lo definen como un chico inquieto: una vez quiso tirarse de un taxi en movimiento. Esta vez se trepó a una ventana y se cayó de un segundo piso de un edificio de barrio porteño de Balvanera. Lo internaron de urgencia en el Hospital Ricardo Gutiérrez con diagnóstico de politraumatismo y fractura en las costillas. Vive Diego -está fuera de peligro-. Su caso puso en relieve un drama recurrente: los descuidos y la inseguridad puertas adentro.

“Si nos preguntamos cuál es la principal causa de muerte de los niños y adolescentes, la respuesta no es el SIDA, ni el cáncer, ni la fibrosis quística, ni las enfermedades cardiovasculares. "Son las lesiones intencionales y las no intencionales las que en la mayor parte de los países constituyen la primera causa de muerte después del año de edad”, explicó el médico pediatra Ruben Zabala, secretario del Comité Nacional de Prevención de Lesiones de la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP).

Hace unos años, Jeremías estaba jugando en el patio con sus hermanos. Su mamá no estaba y su papá estaba trabajando en la cocina intentando arreglar el desagüe de la pileta. Era una jornada calurosa de verano en Río Cuarto, Córdoba. Jeremías tenía cuatro años y mucha sed. En la mesa había una botella grande de gaseosa. La destapó, tomó un largo y abusivo trago. Sus gritos alertaron al papá. Estuvo quince días internado con compromiso de esófago y estómago, con suero y alimentación parenteral. Tuvo, como secuela, una estenosis severa.

Brisa, quien estaba encargada de
Brisa, quien estaba encargada de cuidar al niño, lo había dejado mirando televisión. El caso se difundió en todo el país y evidenció una problemática habitual: los descuidos adultos que causan severos daños en los más chicos

La historia de Jeremías, como la de Diego, introduce la pregunta: ¿son accidentes domésticos? La respuesta es de Zabala, pero podría ser representativa de la comunidad pediátrica: “La palabra ‘accidente’, que deberíamos cambiar por ‘lesión no intencional’, carga un significado de inevitabilidad que tiene implicancias: en efecto, si son inevitables, nada podemos hacer para prevenirlos. Cuando analizamos las causas de los accidentes, vemos que son multicausales, donde factores del huésped (edad, sexo, comportamiento del niño), del agente (electricidad, fuego, energía) y del ambiente (elementos de riesgo, falta de protección de los mismos, inadecuada supervisión) contribuyen a que se provoque la lesión”. “Por lo tanto -describió el profesional- los accidentes no son producto del azar, el destino o la mala suerte. Todos pueden evitarse”.

Lo que le pasó a Estefanía en una vivienda precaria de la provincia de La Pampa también pudo haberse evitado. Yanina la había tenido a los quince años. Quedó embarazada en un hogar de menores y también era madre de Joaquín, a quien había parido a los trece años. Su historia estaba signada por el desamparo y la falta de recursos. Estefanía tenía dos años cuando ocurrió el hecho. Su mamá había ido a la casa de una vecina a pedirle un elemento que le faltaba para el guiso que estaba cocinando. Su hermano, tres años mayor, estaba a su cuidado. El aroma le activó el hambre. Agarró un pan porque no le parecía extraño mojarlo en la olla: ya lo había hecho en otras oportunidades. Abrió el horno para pararse en la puerta y así alcanzar la olla. La cocina se desprendió de la pared, la olla con comida hirviendo se derramó sobre su espalda y miembros superiores e inferiores izquierdos.

La historia remite a un caso popular y soporta la visión de Ingrid Waisman, médica pediatra neonatóloga, miembro honorario nacional de la SAP y del Comité Nacional de Prevención de Lesiones. En diciembre de 1984, Carlos Martínez -antes de adoptar el apellido Tevez- tenía diez meses y vivía en Fuerte Apache. Su mamá estaba tomando mate en la cama cuando, producto de un descuido, el agua hirviendo cayó sobre el rostro, el cuello y el pecho del bebé. Llovía: para cuidar las heridas, lo envolvieron en una frazada para trasladarlo al hospital. Ese procedimiento incorrecto dio origen a sus cicatrices.

En febrero, un niño de cuatro años se ahogó en Cerrillos, Salta, cuando su familia lo descuidó. En el mismo mes, un niño de dos años murió aplastado por un televisor en Pinamar. Se había colgado al aparato para trepar a la mesada cuando se precipitó. Por día mueren tres niños por accidentes en el país

Waisman dijo que las lesiones no intencionales más comunes son las caídas, las quemaduras y las intoxicaciones, en ese orden. “Las quemaduras tienen mucha relación con el entorno social: lo sufren las clases más desprotegidas y menos favorecidas y suele ocurrir en la cocina o en los elementos para calefaccionar. Lo sufren los más chicos. Las quemaduras son lesiones graves porque también daña mucho la integridad del paciente en términos psicológicos. Las marcas quedan en el cuerpo y el alma”, destacó la profesional.

Las lesiones de causas externas (LCE) representa en la Argentina la primera causa de muerte en niños de entre uno y quince años, con una tasa de 11,6 casos por cada cien mil chicos, en rigor a las estadísticas de la Sociedad Argentina de Pediatría. Los accidentes de tránsito ocupan el 25% de los casos, seguido por la asfixia y el ahogamiento. Las lesiones no intencionales pueden ser infinitas: caídas, quemaduras con líquidos, fuego u objetos calientes, intoxicaciones con medicamentos, heridas con objetos cortantes, aplastamiento, atragantamiento, descargas eléctricas.

En 2016, según la Dirección de Estadísticas e Información en Salud (DEIS), murieron 10.233 niños menores de quince años en el país. El 11% (1.120) falleció por lesiones de causas externas: el 38,5% de ese total (431 o el equivalente a un niño cada veinte horas) ocurrió en el ámbito del hogar. El cálculo aumenta en menores de cinco años: el 59,4% de las muertes fue puertas adentro. La mayoría de los fallecimientos por asfixia (75,9%), quemaduras (75%), suicidios (42,4%), envenenamiento (72,5%), fuerzas mecánicas (68,4%), electrocución (67,2%) y caídas (50%) también sucedieron en el interior de la vivienda.

"Es importante destacar que las
"Es importante destacar que las lesiones más frecuentes no suelen ser las de mayor gravedad. Así, las caídas y golpes constituyen el motivo más frecuente de consultas a la guardia, pero en su mayoría no revisten gravedad. En cambio el ahogamiento, lesión poco frecuente, constituye la primera causa de muerte entre uno y tres años. Al analizar las consultas realizadas se encontró que las quemaduras revistieron mayor gravedad que el resto de las causas, requiriendo internación de los niños casi en la mitad de los casos", acreditó Ruben Zabala

Las caídas fueron la causa más frecuentes de lesiones que requirieron consulta médica, de acuerdo a una investigación entre 2004 y 2012 del Sistema Nacional de Vigilancia de Lesiones (SIVILE) del Ministerio de Salud. El dato SIVILE arrojó que el 50,6% de un total de 9.562 consultas fue por un traumatismo producto de una caída.

“El triste episodio que se han desarrollado en los últimos días -en donde un niño de corta edad cayó al vacío- ha provocado una profunda inquietud, asombro y miedo en gran parte de la sociedad. La creciente observación de lesiones producidas por caídas es un motivo de preocupación no sólo por su incidencia sino también por la gravedad de alguna de ellas. A pesar que muchas de las lesiones observadas se deben al imprudente proceder de quienes no pueden ni saben protegerse, es conveniente recalcar que la seguridad de los niños depende de los adultos”, describió el doctor Jorge Fiorentino, jefe del Departamento de Urgencias del Hospital Infantil doctor Ricardo Gutiérrez.

La mejor prevención es la supervisión permanente del adulto responsable”, aseveró el experto. Contó que el Hospital de Niños registra aproximadamente siete mil consultas anuales por traumatismos y que el total de cirugías anuales que se realizan en el establecimiento médico un 14% corresponde a patología traumática. Compartió un estudio desarrollado entre 2017 y 2018 con un total de 232 casos de traumas por caída de altura en niños de un mes hasta 177 meses (casi quince años).

El informe arrojó una serie de conclusiones. El 55,17% fueron niños hombres; el 80,17% ocurrió en el ámbito doméstico y solo el 5,17% en la escuela; el 68,1% de los accidentes sucedió en el área de la Ciudad de Buenos Aires y de esa cifra se extrajo una discriminación por barrio: casi la mitad de los accidentes -el 46,8%- pasaron en la Villa 31 y en la Villa 1-11-14.

"Los accidentes domésticos son lesiones
"Los accidentes domésticos son lesiones no intencionales. Si se pueden prevenir, no son accidentes. Hicimos una investigación sobre lesiones no intencionales que fueron consultadas en guardias: el 10% de los chicos menores de cinco años estaban solos. En estos casos, me parece que el enfoque no debe ser quién tiene la culpa o quién se descuidó. El enfoque cuál debe ser el origen del problema y cómo responder hay que responder ante esta situación", opinó Ingrid Waiman (Foto: Pexels)

El Hospital General de Agudos Parmenio Piñero presentó en la sexta edición del Congreso Argentino de Pediatría General de noviembre de 2014 una experiencia multisectorial en la Villa 20 del barrio de Lugano. El análisis de la médica pediatra Mariela Bustamante destacó cinco aspectos característicos: familias en situación de gran vulnerabilidad económica y social, trabajos informales, menores de 18 años corresponden al 40% de los habitantes, los niños permanecen en el hogar por falta de vacantes en las escuelas de nivel inicial, y carencia de espacios verdes para recreación. En su estudio, destacó que en el barrio de emergencia el 82% de los balcones y el 89% de las terrazas no tienen protección, que el 70% de las escaleras no tienen barandas, que las rejas solo ocupan la planta baja para evitar robos, y que dos tercios de los encuestados que habrían sufrido alguna caída no pudieron proteger sus hogares por razones económicas.

En el mismo documento hay referencias al programa Kids Don’t Fly (los niños no vuelan). Lo mismo hizo Fiorentino del Hospital Gutiérrez y los médicos Zabala y Waisman de la Sociedad Argentina de Pediatría. Todos lo apuntaron como una estrategia eficaz en la prevención de lesiones. Se implementó en Nueva York en la década del setenta y fue elaborado por el Departamento de Salud de la ciudad. Consistía en un programa que comprendía tres componentes: un sistema de notificación de los servicios de urgencia de los hospitales y la policía en los domicilios donde había ocurrido la caída, una campaña de educación con orientación a padres sobre prevención e información relativa a los cuidados, y dispositivos específico: se distribuyeron las barreras de seguridad para ventanas, de instalación sencilla y bajo costo. En el Bronx, un distrito neoyorquino reconocido por entonces por su precariedad, las incidencias disminuyeron un 50 por ciento.

“La casa debe tener los cuidados necesarios, debe ser un entorno seguro”, aconsejó Waisman. Enumeró una serie de medidas a atender en el ámbito del hogar: tapar enchufes de toma corriente, mesas y muebles sin filos en sus esquinas, instalar puertas en las subidas y bajadas de las escaleras, no al andador de niños, dejar elementos tóxicos y medicamentos fuera de su alcance, instalar cercas alrededor de las piletas, amurar debidamente televisores, y en la medida de lo posible -especialmente para hogares en condiciones económicas desfavorables- mantenerlos fuera de la cocina. Al respecto, Jorge Fiorentino aseguró que “la cocina es el ámbito donde se producen más frecuentemente las lesiones de los pacientes registrados y en donde cortes y quemaduras son las más habituales”.

Los niños habitualmente están en contacto con situaciones y elementos riesgosos mucho tiempo antes de tener la comprensión de que eso es un peligro”, sostuvo el doctor Rubén Zabala. “En el verano aumenta la incidencia de este tipo de lesiones debido a modificaciones en el tipo de actividades que se realizan, muchas de ellas al aire libre, traslados a otras casas no tan conocidas ni por el niño ni por el adulto, y una mayor exposición de los menores a situaciones menos cotidianas”, agregó el especialista.

Cinthia tenía tres años aquel verano. Estaba jugando en el patio con su hermano Gastón, dos años mayor que ella. Los cuidaba su mamá Susana. Vivían en un pueblo al sur de Córdoba. Tenía otra hija, Silvia de 18 años, que se había ido a estudiar a la gran ciudad. Los más chicos jugaban con agua: una manguera y una pequeña pileta. Era la hora de la merienda. Susana los secó y cuando estaba por prepararle la leche, llamó Silvia para contarle lo entusiasmada que estaba en haber empezado la universidad. La conversación duró quince minutos. Susana los llamó para merendar: estaba feliz. Gastón llegó desde el dormitorio rápido. Cinthia no. La buscó en la habitación, en el comedor, en la calle, en la casa de los vecinos. Sintió un relámpago cuando recordó el patio, el agua y la pileta. La encontró flotando, boca abajo. Así como Diego se cayó, Jeremías se lastimó y Estefanía se quemó, Cinthia murió ahogada.

Jorge Fiorentino, jefe del Departamento de Urgencias del Hospital Infantil Ricardo Gutiérrez, elaboró una serie de consejos y consideraciones para combatir esta problemática.

Recomendaciones ante una emergencia:

Tenga en cuenta algunas recomendaciones para tratar niños lesionados. Éstas ayudarán a la realización de las maniobras, transmitirán seguridad y disminuirán las complicaciones. Trate siempre de explicar qué va a hacer. Los niños se asustan mucho ante tales circunstancias, es por eso que se recomienda ganar su confianza mostrando seguridad y serenidad ante cualquier tipo de evento traumático. Hable pausadamente y recalque que se aliviara pronto tratando que su expresión gestual coincida con su mensaje. Uno de los aspectos más importantes para disminuir el dolor y la ansiedad es el contacto físico y la compañía. No tenga miedo en acariciar, abrazar y tocar afectuosamente a quien está atendiendo. Solicite ayuda si es necesario, jamás deje solo a la víctima y eventualmente acompañe al niño en su traslado hacia el hospital.

Botiquín de primeros auxilios:

- Termómetro

- Gasa estéril

- Vendas tipo “Cambridge”

- Antiséptico / desinfectante

- Tela adhesiva común e hipoalergénica

- Un trozo de tela de 50 por 50 centímetros que pueda ser doblado en diagonal para inmovilizar miembros o para vendaje compresivo

- Dos tablas o madera para entablillar de 50 centímetros de largo o férulas inflables de plástico

- Guantes y pañuelos descartables

- Una pinza de disección y tijera fuerte y delicada

No es conveniente que el botiquín contenga medicamentos que usan los adultos. Sólo se deberán incorporar en el botiquín los medicamentos que fueron recetados por el pediatra del niño lesionado, ya que éstos sólo deben administrarse por indicación médica. Hay analgésicos que pueden producir algunas complicaciones

Consejos útiles para la asistencia inicial:

La atención inicial de lesiones leves debería poder ser resuelta por la mayoría de los casos por los padres y/o cuidadores entrenados. Sobre el niño lesionado no debe haber más de dos personas auxiliándolo. Debe haber alguien disponible para realizar llamadas telefónicas o alcanzar diversos elementos. Las personas que no actúen directamente en la atención del niño no deben permanecer al lado del niño lesionado. Deben llamar a emergencias (SAME 107), a un médico o a un servicio contratado de tratamiento y traslado. Siempre tenga a mano los números telefónicos que usted considere necesarios en donde el teléfono del Centro de Intoxicaciones del Hospital de Niños nunca debe faltar: 4962-6666. Mantenga el botiquín equipado, accesible siempre y asegúrese que todos sepan donde está. Reponga siempre lo que se use.

Consideraciones finales:

- Patios en malas condiciones, espacio insuficiente, baldosas flojas, presencia de vidrios, canteros o macetas, columnas, peleas, juegos bruscos y pisos resbaladizos principalmente en áreas destinadas a los recreos son factores que intervienen de manera preponderante en la producción de lesiones.

- No utilice cera para limpiar los pisos, Las alfombras deben estar bien adheridas al piso y ser de material no inflamable y antideslizante. Es conveniente desalentar el uso de cortinas (de ser imposible, que sean cortas y de material no inflamable).

- La prevención es la acción más importante. Desestime su suerte. Difunda conocimientos, procure la motivación de los involucrados, ofrezca las herramientas necesarias para evitar inconvenientes.

- Vigilar permanentemente es muy difícil, pero no tanto es generar espacios seguros.

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