La curiosa vida de Lía Salvo, la gran polista argentina que se destaca en el mundo

Su familia se oponía a su sueño, que era dedicarse al deporte que amaba. A los 14 años compitió en su primer torneo. Jugó en el mismo equipo que Cambiaso y ya alcanzó el hándicap de 9 goles

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Lía Salvo empezó a taquear a los diez años en su pueblo natal, América (Irina Kazaridi)
Lía Salvo empezó a taquear a los diez años en su pueblo natal, América (Irina Kazaridi)

En 2005 Lía Salvo terminaba el colegio secundario en América, una pequeña localidad agrícola de 12 mil habitantes en la provincia de Buenos Aires, sin un rumbo definido. “Lo único que me gustaba eran los caballos, montar y ponerme a taquear. Pero en mi casa ese sueño fue todo un problema: mis padres no concebían la idea de que yo no estudiara una carrera”, cuenta a Infobae.

Diciembre de 2019, catorce años más tarde. Lía no sólo no hizo caso a los mandatos sino que está a punto de dejar su huella una vez más en el polo. Con su camiseta número 7 y de la mano de su equipo, Overo Z7 UAE, la deportista disputa hoy la gran final de la tercera edición del Abierto Femenino de Polo.

Durante la semifinal del Abierto de Polo Femenino, Lía metió siete goles (Asociación Argentina de Polo)
Durante la semifinal del Abierto de Polo Femenino, Lía metió siete goles (Asociación Argentina de Polo)

Pensar en una mujer jugando polo de manera profesional hace unas décadas era utópico. “Mujeres compitiendo en simultáneo al gran campeonato masculino era un escenario impensado para mí. Estoy orgullosa de ser testigo y protagonista de esta era", señala.

Este deporte, de origen persa, estuvo siempre vinculado con la nobleza y no sólo lo jugaban reyes, sino también reinas y doncellas. La Argentina fue uno de los precursores en reglamentar el polo e incluir a las mujeres en sus torneos, desde 2010. En la actualidad, nuestro país cuenta con un sistema de hándicap exclusivo.

De andar tranquilo, pero con pasos firmes, Lía logró posicionarse como la mejor polista argentina y la número tres del ranking mundial. Tiene un hándicap de 9 goles, lo que la convierte en la máxima referente argentina. Por su rol destacado le llegaron varios reconocimientos: hace unas semanas fue distinguida como ciudadana ilustre del deporte por la Legislatura porteña.

Diploma en mano, la polista fue distinguida por la Legislatura Porteña
Diploma en mano, la polista fue distinguida por la Legislatura Porteña

La deportista argentina le abrió el camino a otras y hace lo suyo para incluir la presencia femenina en la cancha. Los expertos coinciden en señalar que marcó un antes y un después de la mano de Adolfo Cambiaso al ganar un torneo de élite como el torneo Abierto del Jockey Club.

Pero Lía no sólo se destaca en el ámbito nacional. También cruzó las fronteras al competir internacionalmente en Reino Unido, España, Francia Singapur, Malasia y Tailandia.

En la caballeriza de Pilará tiene caballos propios y prestados
En la caballeriza de Pilará tiene caballos propios y prestados

-¿Cómo te definís dentro de la cancha?

-De mente fría y corazón caliente.

-¿Afuera?

-Muy tranquila.

-¿Cómo llegás al polo?

-Por mi papá Héctor. Soy la más chica de tres mujeres, él siempre fue un aficionado al polo, de manera amateur. Le pedía que me enseñara y me enamoré.

Lía y su papá, Héctor
Lía y su papá, Héctor

-¿A qué edad empezaste a taquear?

-Aprendí a montar a caballo a los cuatros años. Agarré un taco por primera vez a los diez. A los trece participé del mi primer torneo en Coronel Suárez pero perdimos.

-¿Tuviste el apoyo familiar para jugar de manera profesional?

-En mi casa nunca fue una opción, de hecho fue un problema. Mi mamá no concebía la idea de que yo no estudiara nada, sumado a que el polo era un deporte en su mayoría de hombres. Mi papá, en cambio, primero se opuso y después me dijo: “Si lo vas hacer, hacelo comprometida, algo bueno puede salir”.

- El polo tiene un fuerte legado familiar. ¿Tenías a alguien cercano que jugara?

-No profesionalmente. Encima mi marido (Juan Manuel Rojas) no es del mundo polista. Es abogado y le divierte el rugby. Pero viene a los partidos, está presente y me apoyó siempre.

-¿Cómo analizás la inclusión femenina?

-Cambió terriblemente, tengo la suerte poder vivirlo. No solo en Argentina, sino a nivel internacional. Es la era de la mujer y eso se contagió en el polo. Se abren puertas que antes estaban cerradas, por ejemplo, el Jockey Club de San Isidro. También hay fechas sólo de chicas. Esta final de hoy es otra demostración.

-¿Te pusieron trabas?

-Crecí en las caballerizas rodeada de hombres, y de la mano de mi papá, por eso no lo sufrí. Un día descubrí que había mujeres también. Eran otras chicas como yo, no sabía eran tantas y cada vez más. Hoy entiendo que no estoy sola en esta locura que me metí.

-¿Cómo es tu rutina durante los torneos?

-Me gusta entrar en calor con mi entrenador Alfredo Altuna, que conoce cómo ponerme en marcha para estar. Trato de entrenar, de hacer físico, potencia, aeróbico, ejercicios intermitentes. Después me preocupo por los caballos, que ellos lleguen bien para el partido. Me subo, practico penales y saques, entre otras cosas.

Con sus compañeras de equipo, el toque infaltable las medias fucsia
Con sus compañeras de equipo, el toque infaltable las medias fucsia

-¿Tenés cábalas ?

-Lo que no me pueden faltar son las medias fucsias y mantener el par de botas durante toda la competencia.

-¿Qué te pasa cuando jugás al polo?

-Me olvido de todo, soy feliz.

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