“Me emociona abrazar a mis amigos argentinos”: el marine inglés que combatió en Malvinas, vivió el infierno y hoy llena teatros

Durante el conflicto fue radio operador del ejército británico. Estuvo más de un mes en las islas, vio morir a su mejor amigo, y atravesó un largo proceso de estrés postraumático. Años después, se convirtió en psicólogo, se dedica a ayudar veteranos y es uno de los protagonistas de “Campo Minado”, la obra que reúne veteranos de ambos países y es éxito en la Argentina y el mundo

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Entrevista a David Jackson, veterano inglés de la Guerra de las Islas Malvinas

David Jackson tiene bigote como de piloto pero nunca fue piloto, fue radio operador. Tiene 61 años, dos hijas y una esposa. También tiene un perro, un auto que a veces no funciona y una casa no muy grande en su Inglaterra natal.

Pero ahora Dave -como le dicen- está instalado en la Argentina y no tiene nada de eso. Solo recuerdos. Y ahora un teatro repleto con el público de pie y envuelto en llanto que lo ovaciona. Pero para llegar a este preciso instante, Dave tuvo que atravesar el infierno de la guerra.

Fue en 1982. Viajó hasta las Islas Malvinas como cabo de los Royal Marines y fue el radio operador del General Julian Thompson, el comandante de las tropas de élite del Reino Unido. Al regresar a su país, no tuvo ni un día de festejo por ganar la guerra contra la Argentina. No es que le dieran la espalda sino que él no se sentía de ánimos para festejar nada. “Habían muerto amigos míos”, dice.

Él también pudo morir pero no lo dice, cuando el 11 de junio una escuadrilla de la Fuerza Aérea argentina bombardeó el puesto de comando de Thompson al lado del Monte Kent.

David Jackson (a la derecha
David Jackson (a la derecha de la foto) en su regreso a casa después de la guerra de Malvinas

No murió, corrió 25 metros hasta su trinchera mientras caían las bombas y sobrevivió. Al día de hoy cree que es la distancia más larga que corrió en su vida. Veinticinco años después volvió a aquel lugar y fotografió los cráteres que quedaron en la tierra y que no había notado en su momento. En ese viaje también despidió a un amigo al que no se había dado cuenta que extrañaba: Doc Love, quien cayó en helicóptero en la Bahía de San Carlos. Todo ese dolor y esas imágenes estuvieron ocultas mucho tiempo.

A su regreso de la guerra, en su pueblo quisieron celebrar, pero él quería estar solo y beber vodka. Ese día se alejó de la fiesta y se fue solo a un pub. “Pedí un vodka. Y después otro, y otro, y otro. En el bar encontré a un piloto de la Segunda Guerra Mundial. Conversamos y brindamos por los muertos de las islas y de todas las guerras. ¿Qué estaba celebrando la gente allá afuera? ¿Acaso no sabían que cargábamos con nuestros muertos? Yo no podía entender su alegría”.

Por varios meses en las fiestas públicas a los veteranos le daban tragos gratis. Empujado por eso y por la angustia, Dave se dedicó al alcohol. Al tiempo, descubrió que su mujer lo engañaba. Se separó y pronto volvió a alistarse para ir a otra guerra, esta vez en Irlanda del Norte. Eran tiempos de soldado para él, las cosas se hacían y se veían sin decir nada. Cuando la guerra ocurre, todo lo demás calla.

Mucho después, toda esa angustia hasta entonces indecible lo llevó a estudiar psicología y especializarse en estrés postraumático. Él mismo lo sufrió: a menudo, cuando un avión pasaba cerca de donde estaba, en su casa, en la oficina, donde fuera, se tiraba cuerpo a tierra y se cubría la cabeza, como si aún estuviera en Malvinas, como si aun corriera esos 25 metros. Ahora, lo primero que hace es unir su meñique y su índice como técnica para recordarse a sí mismo que eso ya pasó.

David en escena, en uno
David en escena, en uno de los momentos emotivos de "Campo Minado", la obra de Lola Arias

Ya recibido de psicólogo, empezó a atender gente y a ayudar a otros veteranos de otras guerras. Cincuenta libras a los civiles, mitad de precio a los ex combatientes. Tiempo después llegó acaso la más inesperada de las propuestas: ser parte de una obra de teatro en la que se relatarían historias de soldados de Malvinas, y donde los protagonistas serían esos mismos combatientes, tanto argentinos como ingleses.

Dave aceptó y entonces se acelera la historia hasta hoy. Hasta este preciso instante en que la sala Martín Coronado del teatro San Martín aplaude durante largos minutos mientras se seca las lágrimas frente a Dave Jackson, Lou Armour, Sukrim Rai, Marcelo Vallejo, Gabriel Sagastume y Rubén Otero.

Ellos son los personajes de “Campo Minado”, la obra de Lola Arias que se presenta en el San Martín hasta el domingo. Es un éxito tan rotundo que se presentó en todo el mundo: Inglaterra, Suiza, Japón, Escocia, España, Estados Unidos… Muchos no pueden creer la potencia de lo que ven, y otros, los más chicos, a veces hasta desconocen lo que se cuenta. “En Inglaterra muchos jóvenes se me acercaron para decirme que en Historia no habían visto nada de esta guerra, que no sabían que existía”, dice. Nadie puede salir indemne de Campo Minado, como nadie puede salir indemne de la guerra. Tal vez ahí radique su potencia, en exponer el trauma hasta hacerlo colectivo.

La relación con los jóvenes es fundamental para Dave, tanto que cada vez que puede recorre escuelas. Esta semana visitó el colegio San Juan de la Cruz, en Banfield. Cerca de 40 chicos se acercaron motu propio a la charla que la escuela organizó con David y Alejandro Diego, ex combatiente argentino.

David hablando con los estudiantes
David hablando con los estudiantes del colegio San Juan de la Cruz, en Banfield (Matías Arbotto)
Junto a Alejandro Diego, ex
Junto a Alejandro Diego, ex combatiente argentino. La medalla que llevan colgada se las regaló el colegio y se las pusieron uno al otro como gesto de fraternidad.

Muchos de esos chicos vieron la obra. Ignacio Fadón tiene 17 años y ya fue tres veces a verla. “Que él nos de tanto valor a los chicos es muy conmovedor”, dice después de la charla. Lucas De Nardo es otro de los estudiantes presentes. A modo de homenaje, recibió a David tocando una canción en la guitarra de las que el británico toca en la obra. “Mi tío es ex combatiente y siempre tuvo cosas que yo no entendía de él, y gracias a la obra pude entenderlo un poco más, porque a él no le gusta hablar de Malvinas”, cuenta.

Hubo dos momentos inolvidables: uno, cuando los veteranos se colocaron uno al otro una medalla en reconocimiento que les regaló la escuela; el otro, cuando David les explicó a los chicos lo más duro de la guerra. “Cuando el buque Sheffield fue hundido (NdR: el 4 de mayo de 1982), nuestra mente cambió por completo. Nos golpeó fuerte, pero para mí todo cambió verdaderamente cuando mataron a uno de mis mejores amigos. Ahí dije: esto es en serio... A ver, cierren los ojos. Piensen en su mejor amigo... Y ahora, puf... imaginen que ese amigo ya no está”.

Con estudiantes tras una función
Con estudiantes tras una función de Campo Minado

Después llegaron más regalos, más abrazos y mas fotos. Luego hubo un video homenaje y finalmente se despidió de los chicos, que estuvieron dos horas escuchándolo y preguntando. Y, con su predisposición siempre atenta a seguir tendiendo puentes, Dave se sentó para esta entrevista.

-¿Con qué te encontraste la primera vez que viniste a la Argentina?

-Me encontré con que hay un montón de información estereotípica acerca de los militares británicos que fuimos a la guerra. Con alguna de esa información me río porque siento que es ridícula, pero entiendo que si decís algo por muchos muchos años uno tiende a empezar a creerlo. Así que creo que es muy importante aprovechar las oportunidades para decir: “Soy lo mismo que un veterano argentino, no hay diferencias”. Soy un hombre de 61 años con hijos, con un auto que algunas veces no anda, con un perro, con una casa con cuentas… Pero fui a una guerra y experimenté lo mismo que ellos experimentaron.

David Jackson en los Royal
David Jackson en los Royal Marines

-¿Cómo es tu relación, al margen de la obra, con los argentinos que te cruzás en la calle y saben que sos un veterano Malvinas?

-Creo que algunas veces se sorprenden. ¿Un veterano de Malvinas inglés en la Argentina? Vos podés ver que se preguntan: “¿Quién sos?”. Hoy almorzamos cerca de la escuela y cuando la camarera se enteró de que yo era un veterano inglés en Banfield dijo: “¡Dios mio!”. Pero nunca tuve ninguna experiencia negativa en lo absoluto.

-¿Y la relación con nuestros veteranos?

-Cuando conozco veteranos me doy cuenta de que para ellos y para mí es una experiencia muy emocional, es muy difícil ponerlo en palabras. Algunas veces los veteranos de cualquier país solo quieren la validación de que son gente buena y que hicieron lo mejor que pudieron. Y especialmente acá: creo que ese es el sentimiento que recibo. Y si puedo ayudarlos a sentirse mejor acerca de sus experiencias creo que es algo positivo. Realmente lo creo.

El elenco de Campo Minado:
El elenco de Campo Minado: tres veteranos argentinos y tres veteranos británicos recuerdan sus experiencias en Malvinas

-Conociste a los argentinos por primera vez siendo tus enemigos en la guerra. Los volviste a conocer muchos años después como compañeros de obra. En cada caso, ¿eran distintos a lo que esperabas?

-Bueno, creo que ese concepto de “enemigo” en realidad no viene de nosotros, las personas formadas para pelear contra otras en un conflicto. Generalmente esa idea viene de gente que no fue a la guerra. No tengo duda de que en los dos países todavía hay gente que se siente amargada por la guerra, y que todavía siente que todos los argentinos o todos los británicos son enemigos, pero para mí cuando la guerra terminó seguí adelante haciendo el trabajo que amaba, que era estar en los Marines. No digo que no es emocional, porque es una experiencia difícil, pesada, atemorizante… Pero una vez que terminó, yo no pensé en la guerra por muchos años.

David Jackson parado en la
David Jackson parado en la orilla de la Bahía de San Carlos, donde se hizo el desembarco inglés. Cuando se cumplieron 25 años del conflicto viajó a las islas para poder despedir a su mejor amigo que murió cuando en este mar cayó su helicóptero

-¿Nunca experimentaste sentimientos de odio hacia los argentinos?

-No. Solo experimenté una situación difícil cuando fui a un evento el 2 de abril acá en el país y había cerca de dos mil veteranos. Una mujer se me acercó y me dijo que me odiaba y que yo había matado a su padre. Le dije que yo no había hecho eso, que yo nunca apreté el gatillo, que no era yo. Pero la entendí y me alejé, porque eso es lo mejor que uno puede hacer. Entendí que era su padre, y que debió ser increíblemente difícil para ella. Ella no estaba enojada conmigo, estaba enojada con los británicos.

Después de cada presentación, David
Después de cada presentación, David sale al hall a saludar a la gente. Más de una vez se le acercó algún hijo o hija de ex combatiente para decirle que gracias a la obra había entendido más a su padre

-¿Tenés hijas o hijos?

-Tengo dos hijas.

-¿Cómo se sienten con que su padre viva en la Argentina haciendo una obra acerca de las Malvinas, o las Falklands para ellas?

-Bueno, las dos vieron la obra dos veces ya. Estoy seguro de que están muy orgullosas de mí. Es algo que no discutimos, pero estoy seguro de que están muy orgullosas de mí, sí, y estoy seguro de que mi esposa está muy orgullosa de mí…

-¿Por qué no hablan de esto?

-Es interesante porque cuando me vaya de acá la próxima semana y llegue a casa voy a recuperar mi otra vida. Ahí no hablo de la obra. Voy a mostrarle fotos a mis amigos y ellos me preguntarán cómo me fue. Le voy a decir que fue genial y ellos van a preguntar si me fui de fiesta… las cosas que habla la gente. Pero yo voy a dejarlos y voy ponerme a hacer mis otros trabajos y probablemente una semana antes de viajar a Alemania a fines de febrero me voy a empezar a sentir muy emocionado porque voy a ver a cuatro amigos. Voy a estar emocionado porque voy a ver a los argentinos otra vez. Porque son buenos amigos. Y creo que es lo mismo para cualquiera en la vida: si no ves a un amigo por un tiempo largo te sentís un poco excitado de que vas a volver a verlo y vas a tomar una cerveza con él.

-Me quedo con eso: que vas a estar emocionado porque vas a ver a los argentinos otra vez.

-Voy a estarlo, sí. Claro que voy a estarlo.

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