Gonzalo Roselli (29) y Tomás Morixe (33) eran amigos, hoy son hermanos. Ocurrió después de haber compartido la experiencia más importante de su vida: un viaje en bicicleta por América Latina que se extendió más de un año. A partir de esta aventura a pedal, estos vecinos de la localidad de Berazategui, en el sur del Conurbano bonaerense, forjaron un lazo inquebrantable.
“Desde 2012 queríamos emprender esta aventura a pedal, pero no nos animábamos a dejara nuestras familias, trabajos, estudios. Básicamente renunciar a todo. Viajamos de mochileros a Machu Picchu como para probar. Fue una experiencia totalmente frustada”, confiesa a Infobae, Gonzalo, que ahora estudia Ingeniería Industrial en la Universidad Nacional de Quilmes.
El momento perfecto llegó casi cinco años más tarde: “No huimos de nada, simplemente salimos a cumplir nuestro sueño: viajar”, aseguran.
"Salimos en el 21 de marzo de 2017 hacia San Juan en nuestras bicis recién compradas. En las alforjas traseras cargamos nuestras mochilas, y la carpa que nos servía para dormir en cada parada. En el bolsillo, teníamos tres mil dólares. En total gastamos mil quinientos”. Hace diez meses que estos dos “nómadas a pedal”, como se definen, volvieron a Buenos Aires después de hacer “cicloturismo” por el continente.
A esta hazaña le sumaron clases de yoga y la meditación, algo que sus madres hacían en Buenos Aires. “Con Tomás crecimos juntos rodeados de estas actividades. En cada parada ofrecíamos talleres gratuitos y a cambio la gente nos ofrecía hospedaje. Nuestro objetivo no era sólo recorrer paisajes, sino poder dejarle algo a la gente que nos íbamos cruzando, mejorar su la calidad de vida y generales un bienestar”.
-¿Por qué la bicicleta para el recorrido?
-La libertad es total. Te movés como querés y cuando querés. No necesitás estacionamiento, hacés actividad física, no contaminás... ¡es económico! El disparador de todo esto fue un alemán que conoció mi hermana Agustina en un viaje por Colombia. Ellos estaban suscriptos a Warm Showers, una aplicación de intercambio de hospedaje gratuito a nivel mundial para “cicloturistas”. Él siguió su camino y de paso por Argentina se hospedó en mi casa con su bici. Nos compartió toda su hazaña y me impulsó hacerlo.
-¿Cómo planearon el viaje?
-Salimos sin rumbo, ni tiempo estipulado. Sólo pensamos en el primer destino que fue el norte argentino. Después, a medida que íbamos conociendo gente, ellos nos guiaban para conocer otros lugares.
El recorrido completo de los jóvenes: 6500 kilómetros por ruta oficial. Por día, 100 kilómetros. Partieron de sus casas hasta San Juan, después La Rioja. Cruzaron a Chile: ahí estuvieron en Iquique y Alica. Luego llegó el recorrido por Perú: estuvieron en Ilo, pasaron por Arequipa (una parte en camioneta por la altura), luego Cusco.
Ecuador lo pedalearon de punta a punta. Siguieron a Colombia: conocieron Pasto y Cali. De Cartagena de Indias volaron a Cancún, donde trabajaron algunos meses.
-¿Cómo prepararon las bicicletas para la aventura?
-Estrenamos nuevas. El único mantenimiento fue aceitar las cadenas. En el trayecto se nos pincharon las ruedas mil veces. Siempre usábamos ropa cómoda y con casco.
-El hospedaje lo resolvieron por intercambio de la aplicación. ¿Cómo financiaban su día a día?
-Teníamos ahorros que no queríamos gastar entonces hicimos de todo para generar algo de plata: desde la venta ambulante de sándwiches, ensaladas o trabajos de intercambio en hostels. También hicimos voluntariados en ONGs.
- ¿Cada cuánto descansaban?
-Pedaleábamos ocho horas diarias dos o tres días, a veinte kilómetros por hora promedio, llegábamos a un pueblito y descasábamos uno. Otras veces extendimos la estadía.
-¿Qué es lo negativo de ser nómadas a pedal?
-El factor climático, el viento, el sol intenso, la lluvia. También el camino, las subidas intensas, las bajadas.
¿El destino que más te gustó?
-La gente con la que nos cruzamos. Estuvimos enfermos y nos cuidaron, quisimos llegar a lugares más remotos, también nos ayudaron. La gente hace la diferencia y hace al lugar.
-¿Te enamoraste en el camino?
-Conocí mucha gente, pero no. En San Juan Tomás conoció a una chica y casi pierdo mi compañero de viaje.
-¿Cómo fue la convivencia durante los catorce meses?
-Al principio fue más difícil, con Tomás nunca habíamos compartido tanto tiempo juntos. Al tiempo nos acostumbramos a las conductas y hábitos de cada uno. Ya somos hermanos.
-¿Qué te cambió este viaje?
-Me muevo mucho más despacio, disfruto del anda. Soy otro, tengo otra personalidad, otra manera de ver la vida. Antes me enojaba por tonterías... si la comida estaba bien condimentada o no. Hoy valoro tener un plato caliente en la mesa, una ducha, una cama cómoda. Muchas veces no se tiene conciencia de todo lo que uno tiene, lo daba por sentado. Hoy soy un agradecido.
-¿Tenés otra hazaña en mente?
-Claro, ¡no me bajo más de la bici! Será en 2020.
Si tenés una historia de vida para compartir, podés escribirme @camilahotano o cotano@infobae.com
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