La primera vez que Maxi reparó en el tema fue hace, por lo menos, siete años. Hacía tiempo que él y Sabrina, su pareja, estaban buscando un primer embarazo y, como no llegaba, habían comenzado los estudios médicos. La vio “retorcerse del dolor” varias veces durante algunos estudios invasivos y en lo que reparó fue en la diferencia entre ella, que “le estaba re poniendo el cuerpo”, y él, que sólo podía acompañar tomando vitaminas.
Frida, que ahora tiene 6 años, llegó a través de un embarazo natural: una sorpresa después de tres años de incertidumbre y de dos tratamientos de fertilidad de baja complejidad fallidos. Si bien las inseminaciones son tratamientos mucho menos invasivos que los de alta complejidad (una in vitro, por ejemplo) igual suelen requerir estudios que pueden provocar dolor (en el caso de Sabrina sucedió con la histerosalpingografía, un examen de la cavidad uterina y las trompas de Falopio). Se pone el cuerpo, también, de otras formas: con la toma de hormonas, con las aplicaciones de inyecciones en la panza, con el efecto emocional del resultado negativo.
Después tuvieron a Eva, que ahora tiene dos años y medio, y ambos decidieron que no querían tener más hijos. Como la responsabilidad de la anticoncepción en las parejas estables también suele estar puesta en las mujeres, muchas se ponen un DIU, parches o empiezan a tomar pastillas anticonceptivas. “Pero cuando llegó ese momento pensé: ‘Es hora de poner el cuerpo también”, cuenta a Infobae Maxi Hermosilla, 37 años, diseñador gráfico y director creativo en una agencia de comunicación.
Como el tema de la vasectomía está lleno de mitos y nadie a su alrededor se la había hecho, la primera información que Maxi recibió fue a través de un hilo de Twitter. Después le contó a su pareja lo que había decidido, pidió un turno con el urólogo de su obra social y en abril se la hizo.
¿Por qué decidió él hacerse la vasectomía en vez de dejar que fuera ella quien buscara un método? “En algunos temas de la pareja, como en aquellos estudios dolorosos, en el parto o en la lactancia, los hombres no tenemos posibilidad de elegir; pero en este sí. Cuando estás en una relación las responsabilidades son compartidas, y eso incluye la anticoncepción”, dice. No es una idea suelta porque enseguida cuenta que en su casa manejan el concepto de “familia cooperativa”.
“A pesar de que son chicas, las nenas ya incorporaron el concepto de familia cooperativa: cada una sabe que, a la hora de comer, a una le toca llevar los platos, a la otra el agua. De una manera lúdica les fuimos explicando la idea de cooperar, de compartir, de comunidad, de equipo”, cuenta él. Maxi conoce el valor del trabajo en equipo porque es músico y forma parte de una banda. También porque dirige un grupo de trabajo en la agencia de comunicación, donde trata de que el reparto se responsabilidades sea horizontal. "¿Por qué en la pareja el reparto tendría que ser distinto?”, pregunta.
Dice él que ya piensa en el futuro, cuando a sus hijas les toque aprender sobre anticoncepción en el colegio. “Me parece que la mejor forma de educar es con el ejemplo, especialmente en temas de educación sexual. Cuando les enumeren todas las formas que tienen las mujeres de evitar un embarazo no deseado -DIU, chip, parches, pastillas- que ellas sepan que hay otra opción porque en casa su papá decidió hacerse cargo de la anticoncepción y hacerse la vasectomía”.
Mitos, preguntas insólitas y una ola de insultos
El tema está enredado en una selva de mitos. Por ejemplo, que hacerse la vasectomía implica dejar de tener erecciones, someterse a una castración, perder el deseo sexual o dejar de eyacular.
“Imagino de dónde viene todo eso: de esta sociedad ‘del macho fecundizador’, donde el hombre tiene que ser fértil y capaz de reproducirse hasta que es viejo". La misma sociedad -sigue- "que nos dice ‘corré como un hombre’, ‘no llores que parecés una nena’. En mi familia estos estereotipos no existían, por eso creo que la educación en casa es tan importante”. Y cuenta que su papá es pintor, que de chico iba con él a las obras en construcción y que jamás lo escuchó silbarle a una mujer o decirle obscenidades disfrazadas de piropos.
Como la vasectomía sigue estando poco difundida, Maxi decidió contar su experiencia en las redes sociales y ponerse a disposición para contestar preguntas. El posteo en su cuenta de Facebook se compartió casi 70.000 veces. Dice que las mujeres le hicieron preguntas, le contaron sus historias -"mi marido no se anima porque tiene miedo a la disfunción eréctil", por ejemplo-, y otras les dijeron que sus parejas se la habían hecho y todo había salido bien.
Pero no pasó lo mismo con los hombres. “Un 20 o 30% me hizo preguntas, todos los demás se dedicaron a insultarme”. Maxi contestó con humor pero se quedó pensando qué tan amenazados se sienten algunos ante la posibilidad de perder el privilegio de no tener que ocuparse del tema.
“Me dijeron: ‘Pollerudo, ¿te cortaste los huevos?’, ‘le estás matando un hermano a tus hijas’, ‘cómo te dejaste manipular’, ¿te dejaste operar por alguna feminista, abortero?, ‘ay, qué feminista que sos’, ‘uh, un aliade’, ‘¿para qué te la hacés si ya naciste sin pelotas’, ‘¿te hiciste puto?”, enumera. Una teoría es que alguno fue por más y reportó su posteo porque un tiempo después Facebook le dio de baja.
“Supongo que los insultos están vinculados a este concepto de masculinidad que decía. Una especie de ‘uh loco, hay un macho menos, quedamos pocos, vamos a hacerles la guerra para defendernos de estas feminazis, todos en scrum’”, ironiza. Recibió insultos de día, incluso a las 8 de la mañana.
¿Por qué salen algunos hombres a agredir con tanta furia frente a un tema como este? Enrique Stola, psiquiatra feminista, opina: “El dispositivo de dominación masculina hace que algunos hombres actúen rápidamente ante cualquier medida antipatriarcal, y es claro que la vasectomía es una acción que va en este sentido, porque inscribe en el cuerpo la decisión de no sostener los mandatos patriarcales, como la reproducción con modalidad machista”.
Y agrega: “Hay una frase que circula desde el norte de nuestro país hasta Centroamérica. Dice: ‘La mujer es como la escopeta: siempre tiene que estar cargada y detrás de la puerta’, es decir, embarazada y dentro de la casa. En ese sentido, el embarazo es un indicador del ‘ser macho’ y renunciar a la posibilidad de embarazar es renunciar a la dominación del cuerpo femenino. Hacerlo voluntariamente, además, es inadmisible para los machistas”.
Hubo también quienes le preguntaron a Maxi si se había "hecho judío, porque asociaban la vasectomía a la circuncisión, lo que muestra una falta de educación sexual terrible”. En su post dice “desmitifiquemos”:
- Si te haces la vasectomía no se te va a parar más. FALSO
- Si te haces la vasectomía no vas a tener más orgasmos. FALSO
- Si te haces la vasectomía te baja el nivel de testosterona. FALSO
- Si te haces la vasectomía trae consecuencias a largo plazo. FALSO.
Evidentemente, la falta de educación sexual capaz de instalar a la vasectomía como opción real se va compensando con relatos como el de él: desde que lo hizo, en su grupo de amigos ya se la hicieron otros dos y un tercero está en camino. “La sensación que tengo es que le di un empujón a un montón de personas que no sabían lo que era y que creían que implicaba castrarse”.
Maxi se despide, habla del feminismo y sostiene que “los hombres tenemos mucho que hacer. Yo pienso eso: si sos padre, no estés silbándole a las mujeres en la calle o tocándoles bocina. Enseñale a tus hijos quién puede tocarles sus partes íntimas y quién no, repartí las responsabilidades. En casa también estamos formando y educando a las generaciones que vienen”.
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