Desde 1869, año en que fue encomendado por el entonces presidente, Domingo Faustino Sarmiento, los censos nacionales realizados en la Argentina intentan mostrar no sólo la cantidad de habitantes de un país, sino sus condiciones materiales de existencia a la vez que ayudar a establecer políticas públicas en torno a sus resultados. Cada diez años, desde las últimas décadas, se realiza el Censo, cuya próxima edición 2020 debería tener lugar en octubre. De acuerdo a la evolución de la conciencia de la sociedad, es natural que se incorporen nuevas preguntas. Por ejemplo, en 2010 (aquel censo realizado el mismo día en que moría Néstor Kirchner) se incorporó la pregunta sobre el reconocimiento del encuestado como parte de la población afrodescendiente. Nadie objetó nada. Sin embargo, esta edición trae polémica. Y mucha.
El asunto es así: una de las condiciones de realización de los censos, hasta ahora, preservaba el anonimato de los encuestados como un requisito primordial sobre todo porque, metodológicamente, el anonimato no plantea desconfianza cuando se realiza la pregunta. Este año, por primera vez, se pedirá como parte del cuestionario el número del Documento Nacional de Identidad. Ya se realizan pruebas con esta metodología que, según las autoridades del INDEC –organismo a cargo del censo– no produjeron objeciones por parte de los encuestados. Pero sí del campo académico y de organizaciones que defienden la privacidad.
Gladys Massé es directora nacional de la organización de los censos de población. Esto dice a Infobae: “Son acontecimientos muy importantes: los censos dan un pantallazo de lo que es el país. Por eso, cada censo refleja el contexto social y socioeconómico del momento y cada relevamiento incluye temas nuevos, o metodologías diferentes de acuerdo a las demandas y requerimientos del contexto histórico. El censo 2001 incluyó por primera vez la pregunta de autorreconocimiento indígena y de personas con discapacidad. El 2010 incluyó la pregunta de autorreconocimiento de población afrodescendiente. Lo propio del 2020 es la variable identidad y género, que responde al contexto de nuestra sociedad.
— ¿Cómo sería la pregunta concreta que se introduce?
— Los censos por lo general incluyen la variable binaria, es decir, el sexo de nacimiento. En 2020 se incluirían para que la persona se autoidentifique con el género las siguientes categorías: varón, mujer, varón trans, mujer trans y otros. Claro que no pregunta la orientación sexual.
— ¿Hay más innovaciones?
— En fuentes de datos el censo es la fuente de datos madre. A partir de ellos se construye una muestra representativa de la población que, en el periodo intercensal, va a cubrir mercado de trabajo, situación demográfica por región, etcétera. También hay una sección que se denomina registros administrativos. En ese sentido, por primera vez como prueba estamos incluyendo el número del DNI.
— ¿Con qué objetivo?
— El Indec es un organismo estadístico. No es un dato para difundir , pero sí queremos ver si es posible trabajar en forma integrada con otras fuentes de datos, encuestas, registros administrativos, para ver si en el futuro se puede simplificar la metodología censal, como hicieron los países nórdicos. Es hacia donde se está virando, porque es muy caro el censo con la metodología tradicional. Recorrer todo el territorio en un día declarado como feriado.
— ¿Así se perdería el anonimato?
— En realidad no se pierde porque existe la Ley de Secreto Estadístico, que impide la difusión del dato.
— Pero el Estado tendría esa información como implemento propio.
— Sí, el Indec.
— Que es del Estado.
— Sí, depende del ministerio de Hacienda.
— Entonces el presidente o el ministro podrían pedir esa información.
— No. Nosotros no podemos brindar datos que permitan individualizar a las personas.
— ¿Y si hubiese un gobierno autoritario, esa información estaría disponible para ese gobierno?
— En nuestro país existe una no confianza en los organismos del Estado. Por eso tal vez no sea el momento de incluir una pregunta de este tipo, sino en treinta años. En las pruebas que realizamos en la ciudad de Buenos Aires, Mar del Plata, Bariloche y Humahuaca no hubo problemas en la población con la pregunta sobre el DNI, lo brinda sin problemas. Sí hemos recibido presentaciones que alertan sobre el impacto que pueda tener una omisión sobre población migrante, por ejemplo.
— Si se pregunta el DNI en una casa donde hay gente migrante que no tiene el documento por su carácter de ilegal, esa persona podría esconderse para no ser censada.
— Eso fue objeto de prueba. No recibimos ese rechazo por parte de la población.
<b>Objeciones al DNI</b>
Beatriz Busaniche es miembro de la Fundación Vía Libre, que se especializa en la protección de los datos personales sobre todo en la web y es una de las personas que se oponen a la pregunta por el DNI.
— ¿Por qué esa oposición?– pregunta Infobae.
— La mayoría de la gente no sabe cuáles son las implicancias de este tipo de bases de datos. Bancos multinacionales tienen filtraciones de bancos de datos. La ley protege esos datos, pero quizás un empleado infiel o un gobierno autoritario podría pasar esa información o hacerla pública. Si los datos se mantienen anónimos son preguntas interesante para realizar en un censo, pero si piden el número de DNI el anonimato queda abolido.
El objetivo de un censo es tener un mapa de la población, no tener un banco de datos de las personas (Beatriz Busaniche)
— Sin embargo, la Ley de Secreto Estadístico protege esos datos.
— La ley protege la información del censo y la deja en el Indec. La persona que viene a tu casa te pregunta sobre cuestiones edilicias, cuántas personas viven y también información estrictamente privada. El objetivo de un censo es tener un mapa de la población, no tener un banco de datos de las personas. El problema de los datos personales es grave. Hay una ley de protección de datos que es apropiada, pero desde que en 2000 De la Rúa vetó una parte de la ley no hay una autoridad que haga cumplir el texto.
— Pero si la legislación dice que la información queda en el Indec y que no debería salir de allí, ¿por qué la desconfianza entonces?
— Porque estás conformando una base de datos que según la ley de datos es ilegal porque no se permiten preguntas personales, étnicas, políticas, de género y religiosas.
— Muchas personas podrían decir con orgullo “soy trans” o “soy musulmán”...
— Esto va más allá de una decisión personal. El censo es obligatorio, ese día es feriado y es obligatorio abrir la puerta al censista y responder las preguntas. Pensemos si viene un gobierno autoritario o un dictador que plantea una limpieza étnica, que suena alejado de nuestra realidad, pero estas posibilidades nunca deben ser minimizadas. Hay fundamentalismos religiosos fuertes en la región, Bolsonaro gobierna Brasil, el conflicto en Bolivia tiene un componente étnico. En la Segunda Guerra los nazis implementaron el censo para ubicar a la población judía. En Francia, un burócrata llamado René Carmille, que manejaba la tecnología de las tarjetas perforadas de IBM, fue designado para sistematizar los datos. Pero Carmille los hackeó, cambio las preguntas religiosas, demoraba el trabajo y logró boicotear la limpieza étnica de los nazis en Francia. En los Países Bajos el censo se hizo bajo los parámetros que estaba planificado y se masacró al 73 por ciento de la población judía. En Francia ese porcentaje bajó al 25. Este tipo de base de datos no se tiene que hacer. Y una cosa que sorprende es que se justifique con que la población no tiene problemas al contestar cuando sería tan ridículo que debido a que la población no deja de consumir una medicina contraproducente, se siga administrando. Acá hay sociólogos, especialistas en censos, el Instituto Gino Germani estudia estas metodologías y todos se oponen.
<b>¿Censo o herramienta de control?</b>
Carolina Rosas es doctora en estudios de población e Investigadora del Instituto de Investigaciones Gino Germani de la Universidad de Buenos Aires y elaboró junto a sus colegas un documento pidiendo que se revise la nueva metodología censal. “Como se explica en la declaración del Instituto de Investigaciones Gino Germani de la Universidad de Buenos Aires, los censos nacionales son fundamentales porque mediante ellos el Estado puede medir su población cada diez años, conocer sus condiciones de vida y realizar un diseño informado de políticas públicas en materia de salud, trabajo, vivienda, educación, etc. Por lo tanto, el Estado debe realizar todo el esfuerzo necesario para garantizar la buena calidad del censo. Asegurar la confianza de la población en el operativo censal es un paso fundamental en ese sentido. Sin embargo, al incluir preguntas que identifican a las personas y develan su dirección laboral, se corre el riesgo de que aumente la desconfianza y los niveles de no respuesta, o que se produzca la subestimación de algunos sectores de la población que pueden decidir no abrirle la puerta al censista. Eso sería muy grave. Además, causa preocupación la duda de si el censo se va a transformar en una herramienta de control que podría ser conectada con otras bases de datos nacionales e internacionales”.
— La experiencia internacional, ¿no exhibe resultados a favor o en contra de esta metodología? –pregunta Infobae.
— Los lineamientos internacionales son muy claros y en los textos especializados claramente se reconoce que las personas pueden considerar intrusivas este tipo de preguntas. Estos lineamientos también insisten con la importancia que debe darse a la búsqueda de transparencia y recomiendan que, antes de incluir una pregunta sensible, se evalúe si existe realmente la necesidad de hacerlo. Lamentablemente, como dije, todavía la población no conoce cuáles son los motivos o la necesidad de contar con estos datos personales que el INDEC busca captar. Tampoco sabemos cómo serán tratados y resguardados en caso de que la iniciativa prospere. Una advertencia bien importante que encontramos en ese marco internacional es que la ausencia de reacción pública no debe interpretarse como aprobación pública. Sería un error que la inexistencia de rechazo entre el grupo captado en la prueba piloto sea interpretada como aprobación pública de toda la población argentina.
— ¿Pero hay casos concretos de experiencias negativas?
— En 2017 Perú indagó en su censo sobre el número de documento y, como informa el Observatorio Latinoamericano de Censos de Población, ello provocó rechazo de varios sectores que sintieron que la información requerida era demasiado personal, a la vez que se denunció la existencia de intereses privados detrás de la inclusión de esa pregunta. También quiero comentar el caso del censo 2020 de Estados Unidos, porque si bien allí no se plantea indagar por el DNI, sí ha surgido una gran controversia por el intento de incluir una pregunta sobre ciudadanía, que está ligada a la cuestión documentaria. Muchos sectores llaman a ese censo “antiinmigrante” y consideran que esa pregunta es intimidatoria. La cuestión escaló a la Corte Suprema y hasta se debió realizar un sondeo específico para evaluar la opinión pública, que dio como resultado un alto grado de rechazo. No estamos ante un cambio menor. Como sociedad debemos saber si el censo busca ir más allá de sus funciones habituales y, principalmente, debemos poder opinar al respecto.
El tiempo pasa volando. En octubre del año que viene, tocarán el timbre de nuestro hogar y deberemos responder a las preguntas del Censo 2020. Falta menos de un año y hay polémica. De cómo se resuelva el debate, quedarán elaborados los cuestionarios que darán un mapa del estado de la población del país.
Seguí leyendo: