El silencio y el estupor son el lenguaje que se respira en el barrio Ojo de Agua de Benavídez. Casi no hay gritos, se escuchan los golpes de las suelas apuradas de las zapatillas de familias que llegan desesperadas a la puerta de Escuela N° 41 del partido de Tigre.
Son las 9:35, pasaron poco más de tres horas después de que un micro que trasladaba a alumnos de sexto grado hacia la ciudad de San Clemente volcara en plena Ruta 2 y dejara un trágico saldo de dos niñas fallecidas y más de una decena de heridos. Una mujer de unos 55 años baja a toda prisa de un remise azul. Se llama Mirta, tiene una calza negra y una camiseta rosa. Su cara está descolocada. Intenta ingresar a la institución por la calle Brasil, pero la única puerta abierta es la de la entrada lateral a la escuela secundaria, sobre la calle Gral. Conesa. Una vez que cruza la reja, se abraza con su hijo Jorge en uno de los patios de la escuela y ambos lloran desconsoladamente.
Cinco minutos más tarde, Mirta vuelve a aparecer en escena, desesperada aún; está esperando a una sobrina. Cuando llega, la agarra fuerte de los brazos y le aclara “tené mucho cuidado porque él todavía no sabe nada”. Y ambas se pierden en uno de los edificios de la escuela. Un allegado a la familia le revelaría luego a Infobae que Mirta es la abuela de una de las pequeñas de 11 años que perdieron la vida esta mañana en la tragedia producida en la Ruta 2.
Un rato más tarde, a partir de las 10:30, la llegada de familiares es incesante. La mayoría de ellos no sabe bien qué pasó. Buscan información. Saben que murieron dos chicas, conocen los nombres porque fueron publicados por algunos medios, pero necesitan certezas. Tampoco conocen el estado de los niños que están heridos ni dónde están internados. Una vez que ingresaron al colegio, sólo se los volvió a ver cuando por pedido de las autoridades se reunieron en un patio interno que linda con la calle Conesa.
Están afligidos. Lloran, se abrazan. No tienen consuelo. Un grupo de especialistas los acompaña. Hay médicos, enfermeras y psicólogos que los asisten y pasan de un grupo a otro. A uno de los papás le miden en varias ocasiones el nivel de glucosa en sangre, probablemente por un cuadro de diabetes. La escena quedó expuesta a todos los curiosos que estaban en la zona.
En medio de la angustia, se agregan tensiones externas casi insólitas. Un chofer de un camión de una empresa transportadora de tanques de agua entró en cólera con los conductores de dos ambulancias, que habían dejado mal estacionados los vehículos sanitarios e impedían el trayecto del inmenso rodado por la calle Gral. Conesa. “A mí no me importa lo que pasó acá adentro, yo quiero laburar como cualquier otro”, le respondió el conductor del camión, con mal humor, a una persona que le pidió piedad por la situación especial que se vivía en la escuela.
“Es una vergüenza que siga pasando el tiempo y no les digan nada a los familiares. Pasaron horas y todos se enteran de las novedades por los medios. Es todo un caos”, se quejó Graciela, tía de Ainara, una de las chicas que viajaban en el micro.
Julio Zamora, intendente de Tigre, partido en el cual se encuentra la escuela, los acompañó durante toda la mañana y les transmitió la información que llegaba desde organismos oficiales. El micro que llevaba a los chicos tuvo un accidente en el kilómetro 141 de la Ruta 2, volcó en una curva por causas que se buscan establecer. El chofer quedó aprehendido a disposición del fiscal. Fue sometido a un control de alcoholemia y dio negativo. Las condiciones de visibilidad eran buenas. Se sospecha que mordió la banquina y perdió el control del vehículo. Explicaciones sobre una tragedia sin explicación.
El grupo de alumnos que protagonizó la tragedia pertenece a cuatro divisiones de sexto grado. "A" y "C", del turno mañana; "B" y "D", de la tarde. Era el tercer viaje que realizaban en el año. Se había pensado como una suerte de “trilogía de egresados”: una primera excursión gratuita a Tecnópolis y dos viajes con pernocte de una sola noche a una isla de Tigre y a San Clemente del Tuyú, por los que pagaron $200 por cada uno.
La sensación es de desconcierto. La mayoría de los familiares esperan una voz que los oriente y los ayude a viajar hacia los hospitales donde están los chicos. Finalmente, partieron dos micros con familiares hacia la zona de la tragedia. Otros parientes organizaron una caravana de autos para viajar por su cuenta hacia los hospitales donde se encuentran los heridos.
Muchos de los familiares que están dentro de la escuela habían acudido también hacía unas seis horas al mismo lugar, cuando a las 3 de la mañana el micro de la empresa Silvicar había partido hacia la Costa Atlántica. En medio de la tensión, Mariano López, con una camiseta violeta, se pasea de una esquina a otra, mientras atiende de vez en cuando a un medio de comunicación. Su hija Ludmila fue una de las heridas.
“Tuvo un corte en la cabeza y un fuerte golpe en el pecho. Le entró un poco de aire en los pulmones y por eso sigue internada, pero según me dijeron, está bien, por ahora”, reveló Mariano, después de la reunión con los titulares del Municipio de Tigre y de la institución educativa.
La conmoción alcanza a las diferentes generaciones de las mismas familias. “Acá estamos todos shockeados porque todos los padres de los chicos fueron compañeros nuestros de la misma escuela. Somos de la misma generación. En este barrio nos conocemos todos”, le dice a Infobae Roxana, una de las tías de Morena Andrada, fuera de peligro.
La familia Andrada, precisamente, era vecina de la familia de una de las pequeñas fallecidas. Según revelaron los vecinos, Silvia, la madre de una de las víctimas mortales, había sido una de las referentes en la venta de cupones de una rifa de productos hogareños, con el fin de juntar dinero y poder ayudar a aquellos con mayores dificultades monetarias.
Según los vecinos, la propia Silvia había llorado la noche anterior. Era el primer viaje escolar de su hija con pernocte (a la isla de Tigre no había ido) fuera del domicilio y estaba nerviosa con la llegada de esa excursión.
Hacia las 13, no quedaban familiares en el lugar. Sí había algunos compañeros de curso de los chicos accidentados que no viajaron por cuestiones económicas y deambulan asustados, también en búsqueda de noticias sobre sus amiguitos. No se los ve quebrados, como si la situación los sobrepasara, y buscaran cualquier excusa para hacerse chistes y distraerse. Los más chicos se distraen asombrados ante la avalancha de cámaras y móviles periodísticos que llegaron al lugar.
Mientras esperan novedades y aguardan detalles sobre los chicos internados –especialmente de los cuatro que están muy graves– algunos allegados a la institución empezaron a analizar la posibilidad de realizar una manifestación en las inmediaciones de la escuela, a las 18:30, para exigir justicia aunque hay sensaciones encontradas porque todavía no están del todo claras las causas del siniestro vial.
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