(Enviado Especial) Hasta 1982 la playa de Bahía de los Gitanos era la más popular de las Islas Malvinas. Su cercanía a la ciudad de Puerto Argentino, su arena blanca y su mar turquesa permitían que, durante algunos días del verano, el puñado de miles de habitantes pudieran acudir a su costa para el descanso o actividades recreativas.
Sin embargo, desde hace 37 años, esa misma zona se encuentra practicamente vacía. Sus únicos habitantes son pingüinos. Es que desde hace ya casi cuatro décadas, las arenas blancas todavía esconden debajo numerosas minas explosivas, que fueron plantadas por los militares argentinos y que hoy esperan ser desactivadas.
Los restos de la guerra de 1982 están esparcidos en diferentes rincones de la Isla Soledad en las Malvinas.
En un tramo de una ruta cercana a Puerto Soledad todavía yacen los restos de dos helicópteros argentinos derribados por las fuerzas británicas. En la zona de Monte Longdon, aún hay decenas de trincheras, precarias, construidas en su momento por los soldados argentinos. Algunas de ellas, todavía cuentan con las lonas utilizadas para la protección del viento.
Junto al proceso de identificación de ADN de los hasta ahora “Soldados sólo conocidos por Dios” en el cementerio de Darwin, el proceso de detección y destrucción de las minas son los únicos eslabones específicos todavía activos del proceso bélico.
Se estima que los militares argentinos enterraron un total de 25.000 minas en diferentes puntos de la Isla Soledad. A lo largo de las últimas dos décadas, se detectaron 122 áreas de exploración donde podrían hallarse nuevos explosivos. Del proceso inicial, comenzado en 2009, sólo quedan entre 11 y 12 áreas por estudiar.
Una de ellas, precisamente es la de la playa de Bahía de los Gitanos. Su belleza natural permite sólo una apreciación a cientos de metros de la arena y el mar. Todo el predio está cercado por alambres y carteles de “Peligro, explosivos”. De hecho, los expertos en ambientalismo permitieron que los pingüinos se quedaran en el lugar, ya que no poseen el peso suficiente como para activar cualquiera de los explosivos al pisarlos encima.
El Gobierno británico ya invirtió cerca de diez millones de libras en todo el proceso de desactivación de minas en las Islas Malvinas. En un principio, se discriminaron 20.000 minas anti-persona y unas 5.000 minas anti-vehículos.
Al igual que con la identificación de los soldados NN, el proceso de desactivación de las minas responde a un trabajo conjunto entre las fuerzas militares británicas y las argentinas. De acuerdo a los testimonios de ex combatientes y a documentación hallada en cuarteles argentinos una vez terminada la guerra, los investigadores pudieron determinar la localización del 50% de las minas. El resto debía ser estudiado minuciosamente.
Hasta el momento se hallaron modelos de minas SB-81 antitanques (italiana), SB-33 anti-personales, C-3-B anti-persona y P4B, antitanques (españolas), M1 (estadounidenses) y Minas Nº 4 y Nº 6 (israelíes).
Según los investigadores, las minas argentinas están instaladas mediante diferentes tendidos de cuerdas de ocho minas cada uno y con un espaciado irregular entre cada explosivo. Los diferentes tendidos fueron instalados paralelamente, por lo que en cada zona se puede llegar a determinar un denominado “panel” de explosivos. De hecho, en algunas zonas se han llegado a hallar numerosos “paneles”.
De acuerdo al terreno de búsqueda, los métodos de excavación son diferentes. Mientras la creencia popular permite pensar que sólo con el uso de perros entrenados y máquinas se podría resolver el asunto, la realidad es que se requiere de la labor humana para tomar las decisiones correctas en cada ocasión.
En la mayoría de las situaciones, se apela a una excavación con máquinas y a un análisis profundo posterior, hecho a pie y por seres humanos. La mayoría de los explosivos cuentan con cantidades mínimas de metal y su hallazgo se puede dar solamente con detectores ubicados a centímetros de la mina.
Hasta el momento, se hallaron explosivos ubicados a 20 cm de la superficie, mientras que hay otros que se creen que están varios metros por debajo de la tierra.
Como es de esperar, los explosivos más difíciles de encontrar son aquellos que se encuentran enterrados de un modo aislado y sin responder a un patrón de instalación específico. Para su hallazgo se requiere de técnicas especiales que suelen ser lentas y pueden verse afectadas por diversos factores externos, como la hostilidad del clima de la zona.
Las playas, precisamente, son los puntos de mayor dificultad para los hallazgos de las minas. El violento e insoportable viento genera producción de dunas en diferentes zonas. La ubicación de las mismas es cambiante, con lo cual es más complicado poder despejar áreas. En algunas cosas, la acumulación de arena sobre un mismo punto fue tal que se llegaron a encontrar minas enterradas a entre 6 y 10 metros de profundidad.
Asimismo, una vez que los explosivos son encontrados, hay dos métodos diferentes para su eliminación. En algunos casos se los quema. En otros, se lleva las minas a una zona aislada para ser detonadas.
Las autoridades británicas destacaron el profesionalismo de la instalación de las minas argentinas. De acuerdo a los registros analizados, se identificó cómo los militares argentinos planificaban desmantelar cada terreno minado una vez finalizada la guerra.
Así, según los últimos registros de estudio y eliminación, hasta mediados de 2017 se habían destruido 7.441 minas antipersona y 1.209 minas antitanques.
Todo el proyecto de desactivación de las minas explosivas en las Islas Malvinas fue comandado por el Destacamento de Servicio Conjunto de Desactivación de Artefactos Explosivos de las Fuerzas Militares de Reino Unido y llevado a cabo por diversas empresas privadas del mismo país.
Sin embargo aquellos que deben detectar, excavar y retirar los explosivos no son británicos, sino ciudadanos de Zimbabwe, África. Según se explicó a Infobae desde las autoridades de las Islas Malvinas, quienes llevan a cabo las tareas son los especialistas más experimentados del mundo en hallazgo y desactivación de minas explosivas.
Los representantes de las Islas especificaron que los poco más de cien zimbabwenses presentes en las Malvinas participaron en la destrucción de casi un millón de minas explosivas en la frontera de su país con Mozambique, producto de la guerra civil entre los años 1976 y 1979.
Las autoridades de Malvinas prohibieron a los medios sacar fotos o entrevistar a los especialistas de explosivos de Zimbabwe mientras ello se encontraban en plenas tareas de trabajo.
Así y todo, Infobae acudió a una de los hogares comunitarios donde residen decenas de operarios. Es una especie de hostel, que cuenta con un gran salón delantero, con mesas de pool, una barra de bar y música fuerte en su parte delantera, sobre la calle John Street, justo detrás de la Catedral principal de Puerto Argentino. Un operario mantuvo un diálogo breve con este medio y aclaró que no podía hacer declaraciones sin la autorización de un directivo de la empresa. La entrevista nunca pudo llevarse a cabo.
Los operarios de Zimbabwe advirtieron sentirse muy cómodos con el sueldo recibido. Sin embargo, algunos vecinos extranjeros de Malvinas indicaron que su salario es menor que el de la media del resto de los residentes.
En un principio, el objetivo de las autoridades es finalizar con los trabajos de destrucción de las minas explosivas para 2022. Una vez recuperados los terrenos, especialmente las playas, se decidirá si se habilita el retorno de los residentes y turistas o si se preserva el hábitat natural para las especies animales.
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