Pocas horas después de que se hiciera pública una denuncia por violación en su contra, el ex gobernador de Tucumán y actual senador nacional dio su versión a través de un hilo en la red social Twitter, donde tiene algo más de 8.000 seguidores.
Escribió que se había enterado de la denuncia –hecha por una sobrina segunda y ex asistente personal– por los medios: “Al respecto, deseo negar enfáticamente los hechos que denuncia. Cuento con numerosas pruebas y testigos que demuestran mi inocencia y la verdad”, arrancó.
A continuación, en varios tuits unificados en un hilo, siguió: “Ya he dado instrucciones a mis abogados para ponerme a disposición de la justicia para aclarar lo sucedido, pues es en ese ámbito donde se debe dilucidar lo ocurrido. Por otra parte, informo que desde hace tiempo he sido víctima de amenazas y exigencias indebidas por parte de quien ahora se presenta falsamente como víctima y ya con anterioridad promoví la denuncia y la investigación pertinente ante la justicia".
En el final de su defensa pública, escribió: “Todos saben quién soy. Llevo años desarrollando una honorable actuación pública, sin cuestionamientos algunos. Pues enfrentaré este embate con la esperanza de que la justicia ponga las cosas en su lugar y se demuestre quién es quién y queden al descubierto los oscuros designios que guían el accionar de la denunciante”.
Según explicó a Infobae el abogado de la denunciante, Roberto Santoro, los abusos sexuales habrían sucedido entre fines de 2017 y mayo de 2019 “cuando ella pudo decir ‘basta’”. En la denuncia primero habla de dos hechos –el 14 y el 27 de diciembre de 2017– en el departamento de él, en Puerto Madero. Luego, habla de otros abusos –agravados por acceso carnal– que habrían sucedido en Tucumán, en la casa que usaban como sede de campaña.
“Le provocó lesiones que están debidamente documentadas”, agregó Santoro. “Ella quedó muy mal, sentía que no tenía salida. Bajó más de 12 kilos en este tiempo, ha sido un calvario para ella”, agregó. Junto con la denuncia formal, la joven escribió una carta abierta en las redes sociales bajo el título #NoNosCallamosMás".
“Estoy segura que ninguna persona que haya sufrido violencia sexual quisiera estar en este lugar, desnudando la intimidad más dolorosa de su vida. Pero nos obligan a encontrar en esta manera la posibilidad de ser escuchadas. Ya no nos callamos más, pero tampoco queremos hablar por lo bajo de lo que nos pasa, de lo que sentimos, de lo que nos hicieron y de cómo hacemos para volver a la vida después de que hechos tan traumáticos nos la cambiaron para siempre”, arranca la carta.
Después dice: No escribo para convencer a nadie de nada. Estoy aquí contra la opresión del silencio y por la necesidad de recuperar mi vida, de sanar llamando a las cosas como son, sin suavizarlas ni teñirlas, poniéndole al monstruo nombre y apellido. Cuando no le ponés nombre, no existe.
El mío se llama José Jorge Alperovich, mi tío segundo y jefe, por quien fui violentada sexual, física y psicológicamente desde diciembre del 2017 hasta mayo de 2019. Durante un año y medio sufrí violaciones a mi integridad física y sexual. El avasallamiento fue demoledor. Tanto que ni siquiera pude ponerlo en palabras. Él oscilaba libre y cómodamente en los tres escenarios ante los que me posicionaba: el familiar, el laboral y el del horror de la intimidad que me forzaba a vivir con él.
No quería que me besara. Lo hacía igual. No quería que me manoseara. Lo hacía igual. No quería que me penetrara. Lo hacía igual. Inmovilizada y paralizada, mirando las habitaciones, esperando que todo termine, que el tiempo corra. Ya saldría de ahí y estaría en mi casa, ya habría más gente alrededor, ya el disimulo y el trabajo lo iban a alejar de mí. Ya se cansaría de mí, de que no quiera, de que sea “asexuada” como me llamaba. Pero su fijación no cesaba, durante mucho tiempo quiso más y más seguido, con más ganas, con más fuerza, con más violencia por mi resistencia".
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