Llegó a Nueva York con 9 mil dólares y un sueño: puso un foodtruck de empanadas que hoy factura 5 millones

En 2009, Ariel Barbouth y su mujer Leni emigraron a los Estados Unidos con algunos ahorros. En tres años emprendieron y dieron vida a “Nuchas”, un espacio argentino con sabores internacionales que es un éxito

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Leni y Ariel son socios
Leni y Ariel son socios de Nuchas

Hay pocas cosas más argentinas que una empanada de carne. En el punto más turístico de Nueva York, el Times Square, se llaman Nuchas, una creación de Ariel Barbouth (47), quien abandonó su legado familiar para desarrollar un proyecto gastronómico en los Estados Unidos.

Mi papá era dueño de una fábrica textil en Trelew. A mí me criaron y educaron para hacerme cargo de esa empresa. Pero me costaba imaginarme trabajando ahí. Nunca pensé que terminaría vendiendo empanadas… ¡mucho menos en la Gran Manzana!”, cuenta desde el otro lado del teléfono a Infobae.

Este argentino emprendedor llegó junto a su mujer, Leni, a los Estados Unidos en 2009 y sin nada. O con muy poco: “Teníamos solo dos cosas: nueve mil dólares y un sueño”.

Diez años más tarde, la pareja tiene una fábrica en Nueva Jersey, dos locales “Nuchas” -en la calle 32 de Manhattan y en Columbus Park, en Brooklyn-; una concesión en un anfiteatro en Long Island; un puesto en Javits, y un foodtruck y dos carritos. Todo un éxito, acompañado de dos premios Vendy 2014 y 2015, que reconocen la mejor comida callejera.

Del barrio porteño de Once, Ariel estudió Ingeniería Industrial en la Universidad Argentina de la Empresa, y se fue por el verano a mejorar su inglés a Estados Unidos. “Me instalé un tiempo, terminé mi carrera como ingeniero y después hice un posgrado en comercio internacional en Boston”, recuerda.

Con el foco puesto en la vida de oficina, una vez recibido tuvo distintas experiencias laborales: trabajó en la banca privada en Nueva York y terminó ayudando a un amigo a hacer un negocio de comidas. “Siempre disfruté de la comida y tuve la idea de hacer algo en el mundo gastronómico. Como buen ingeniero, me apasionaba todo lo que implicaba el proceso detrás de cada producto”.

En una de sus visitas a Buenos Aires, que duró casi un año sabático, el joven conoció a Leni: "Nos conocimos bailando tango”.

Leni y Ariel con el
Leni y Ariel con el trofeo de Veny Awards 2014

-¿Cuándo decidís emigrar para hacer tu emprendimiento?

-Durante mi estadía en Argentina, pensé que no había un producto como el nuestro. La intención era hacer algo argentino. Tenía un amigo con una fábrica, una patisserie neoyorquina, y me instalé ahí. Le usaba las máquinas a la noche, hacía algo de catering y algunas ferias en la calle. Al principio llevaba una docena de empanadas a cada reunión, iba recibiendo el feedback.

-¿Cuánto tiempo tardaste en lanzarlo?

-Casi tres años entre el diseño de la marca, la planificación, y el plan de negocio. Para algunos será suerte, para mí fue buscar la oportunidad correcta. Y no lo era, porque había explotado la burbuja inmobiliaria.

-¿Por qué empanadas argentinas en Nueva York?

-Nueva York tiene un vertiginoso crisol cultural. Cuando se trata de comida, las expectativas de calidad y creatividad culinaria son altas. Lo especial de la empanada es que la masa envuelve todas esas culturas.

Para aprender el secreto de la empanada argentina, Ariel viajó a Salta a conocer al cocinero Topeto Díaz, referente del universo de los repulgues. “Me enseñó que se pueden hacer empanadas de cualquier cosa. Él habla del famoso recado -para nosotros el relleno- que tiene tres pilares: sabor, color y aroma”.

-¿Cómo surge el nombre de tu marca?

-Nuchas suena a algo familiar al oído estadounidense. Empanadas no es tan fácil de pronunciar para los locales. Y queríamos algo simple y recordable. Funcionó.

-¿Cuándo sale la primera empanada a las calles?

-En el Mundial de fútbol de 2010. Jugaba Francia contra España. Monté una carpa con un amigo y vendí. Me di cuenta de que era mucho trabajo, que la logística era complicada. Pensé que tenía que salir a la calle en otro formato, un foodtruck debería andar.

-Terminaron en el punto más turístico de Nueva York...

-Aplicamos para un crédito, Leni logró la residencia permanente a través de la lotería de visas. En paralelo, apareció una licitación para Times Square. Y salió. Aplicaron 70 ideas y solo quedaron tres. No éramos conocidos, ni teníamos un gran presupuesto. El 11/11/11 fue la gran inauguración. Nos dieron un contrato por seis meses y ya vamos ocho años. Hoy con 50 empleados.

La famosa empanda argentina en
La famosa empanda argentina en Times Square (@nuchasnyc)

-¿Cuánto cuesta la unidad?

-Es un producto gourmet. Las empanadas se venden a 4 dólares.

- ¿Cuánto facturan?

-Seguimos creciendo año tras año. Vendemos más de cuatro millones de unidades, facturamos 5 millones de dólares. Empezamos con una inversión de apenas 9 mil. Queremos que Nuchas se convierta en global.

-¿De qué sabores disponen?

-El foco es la diversidad cultural. Hay más de nueve: espinaca, queso de cabra y portobellos, también jamón y queso e italiana. Algunas adaptaciones a los paladares latinos como Chipotle chicken, que tiene pollo, pimientos o una picante con seis quesos y jalapeños. También hay para veganos. El sabor continúa en la masa. El más popular: el criollo de carne, es igual que en la Argentina.

"Estados Unidos es una nación
"Estados Unidos es una nación de inmigrantes, para nosotros lo diferente es delicioso. Vivimos en un mundo lleno de diferentes personas, culturas y recetas y eso contiene nuestras empanadas. Todo lo que comemos nos une", asegura el emprendedor

-Más allá de la receta, hay todo una mensaje detrás. The empanada that doesn’t discriminate, algo así como la empanada que no discrimina.

-Estados Unidos es una nación de inmigrantes, para nosotros lo diferente es delicioso. Vivimos en un mundo lleno de diferentes personas, culturas y recetas y eso contiene nuestras empanadas. Todo lo que comemos nos une.

-¿Qué fue lo más difícil de este cambio de vida?

-El desarraigo. Somos mi mujer y yo. Estados Unidos está abierto a los pequeños emprendedores, eso nos da empuje, aunque cada vez que vuelvo a casa, me mueve.

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