La principal amenaza para la salud de los niños por nacer es la crisis climática. El impacto que el calentamiento global del planeta generará en el ambiente preocupa a los investigadores y científicos, especialmente por los efectos que puede tener en los chicos. Así lo advierte un informe publicado esta semana en la revista internacional The Lancet, que asegura que un niño que nazca hoy podría llegar a vivir en un mundo cuatro grados más cálido que el promedio preindustrial.
El calentamiento global afectará a su salud “desde la infancia y la adolescencia hasta la edad adulta y la vejez”, advierte el artículo. “En todo el mundo, los niños se encuentran entre los más afectados por el cambio climático”, asegura. El estudio toma las conclusiones de la revisión anual que un grupo de expertos de 35 instituciones científicas y agencias de Naciones Unidas realiza desde 2015.
Estos especialistas, agrupados bajo la iniciativa Lancet Countdown, monitorean 41 indicadores de impacto de la crisis climática, especialmente en la salud. Jaime Martínez-Urtaza, experto en seguridad alimentaria y epidemiología en el Centro de Estudios para el Medio Ambiente, la Pesca y la Acuicultura del Reino Unido, destacó, en declaraciones a EFE, la necesidad de que los impactos del cambio climático en la salud sean una de las líneas prioritarias en la próxima conferencia de Naciones Unidas (COP25), que se va a celebrar en Madrid, del 2 al 13 del mes próximo.
Para él, la comunidad internacional ha avanzado mucho en el diseño de estrategias para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, pero la atención sobre cómo adaptarse a los cambios y cómo generar estrategias de resistencia “no han sido totalmente abordados y necesitan una atención inmediata”.
El estudio de The Lancet advierte sobre las graves repercusiones sanitarias del cambio climático “a menos que el mundo cumpla con las metas del Acuerdo de París para limitar el calentamiento por debajo de los 2 grados”, y señala que durante el último año los impactos de la crisis han sido “más claros que nunca”.
Entre esos impactos, el informe cita las temperaturas más altas registradas hasta ahora en Europa occidental, los incendios forestales en Siberia, Queensland (Australia) o California, y que como consecuencia de ellos la población sufrió más asma, más infecciones respiratorias o una mayor insolación.
Los fenómenos meteorológicos extremos se intensificarán durante la vida adulta. Un total de 152 países de 196 experimentaron un aumento de las personas expuestas a incendios incontrolados desde 2001-2004, y el número de personas de más de 65 años expuestas a olas de calor alcanzó la cifra récord de 220 millones más en 2018 que en el 2000, 63 millones más que en 2017.
Hugh Montgomery, copresidente de Lancet Countdown y director del Instituto de Salud Humana del University College de Londres, sostiene en el artículo: “Los lactantes suelen ser los más afectados por los efectos potencialmente permanentes de la desnutrición”, recuerda el artículo. “Esta situación empeorará dramáticamente en los próximos años debido a los fenómenos meteorológicos extremos, como las inundaciones, sequías, incendios, el aumento del nivel del mar y la intrusión de agua salada”, añade Montgomery.
Es que, según la investigación, a medida que aumentan las temperaturas, los lactantes sufrirán las peores consecuencias de la malnutrición y la subida de precios de los alimentos: el potencial de rendimiento medio del maíz (-3%), el trigo de invierno (-4%), la soja (-3%) y el arroz (-2%) han disminuido en los últimos 30 años.
“Los niños son especialmente vulnerables a los riesgos sanitarios del cambio climático. Sus cuerpos y sistemas inmunitarios aún están en proceso de desarrollo, por lo que son más susceptibles a enfermedades y contaminantes medioambientales”, dijo Dr Nick Watts, Director Ejecutivo de Lancet Countdown. “Los daños ocurridos en la primera infancia son persistentes y generalizados, y sus repercusiones sanitarias duran toda una vida. Si todos los países no llevan a cabo una actuación drástica para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, los avances logrados en el bienestar y la esperanza de vida se verán comprometidos, y el cambio climático será lo que define la salud de toda una generación”, agregó.
Los niños también serán los que más sufran debido al aumento de las enfermedades infecciosas. El 2018 fue el segundo año con las condiciones climáticas más adecuadas registradas para la propagación de las bacterias que causan gran parte de las enfermedades diarreicas a nivel mundial.
Las “nuevas” condiciones climáticas son propicias para que se expandan las bacterias que causan las enfermedades diarreicas, para que aumenten los brotes de cólera en países donde la enfermedad no es frecuente, o para que se propaguen más rápidamente enfermedades como el dengue.
A lo largo de la adolescencia, el impacto de la contaminación del aire empeorará. La contaminación del aire también crece, lo que provoca una reducción de la función pulmonar, un empeoramiento del asma y otras enfermedades respiratorias e incrementa el riesgo de infartos de miocardio y apoplejías, con el consiguiente aumento de los gastos sanitarios para atender esas enfermedades.
Las muertes prematuras debido a la contaminación del aire exterior (PM2.5) se estabilizaron en 2,9 millones en todo el mundo en 2016 (más de 440 000 a causa del carbón) y el suministro de energía mundial total procedente del carbón aumentó en un 1,7 % entre 2016 y 2018, una subida que invirtió una tendencia descendente.
Estamos a tiempo
Si las actuaciones mundiales se ajustan a la ambición del Acuerdo de París, que limita el calentamiento del planeta a muy por debajo de 2° C, un niño que nazca hoy en el Reino Unido podría ver el fin de la utilización del carbón antes de su sexto cumpleaños, y el crecimiento de la energía solar y eólica tendría como resultado un aire más limpio en todo el país.
En Francia, los últimos vehículos de gasolina y diésel se venderán antes de que cumpla 21 años, y las rutas para ciclistas y zonas verdes contribuirán a ciudades más saludables y habitables. Antes de su 31 cumpleaños, un niño que nazca hoy verá al mundo alcanzar un nivel cero neto de emisiones, lo que garantizará un futuro más sano para las generaciones venideras gracias a un aire más limpio, agua para consumo más segura y alimentos más nutritivos.
“El camino que elija el mundo hoy afectará de manera irreversible al futuro de nuestros hijos”, dijo la coautora Stella Hartinger, de la Universidad Cayetano Heredia, Perú. “Debemos escuchar a los millones de jóvenes que han liderando la ola de huelgas escolares pidiendo una actuación urgente. Es necesario el trabajo de los 7500 millones de personas vivas hoy en día para garantizar que la salud de un niño que nazca hoy no esté definida por el cambio climático”.
A pesar de la magnitud del reto, el informe ofrece algunos motivos para un prudente optimismo: el crecimiento de la energía renovable supuso un 45% del crecimiento total en la producción de electricidad en 2018 (un 27 % procedente de la energía solar); mientras que la utilización de la electricidad como combustible para el transporte por carretera creció un 21 % a nivel mundial entre 2015 y 2016; y la electricidad con baja emisión de carbono supuso un tercio de la producción total de electricidad en 2016.
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