Como ocurre cada fin de semana desde enero de este año, la mañana del pasado sábado 26 de octubre un grupo de aficionados al skate y chicos de la Villa 31 de Retiro se reunieron en la cancha Ledezma de la Plaza Manzana 99 del barrio, debajo de la autopista Illia, para dar inicio a una nueva clase de ese deporte urbano.
Iba a ser una jornada como cualquier otra, pero de pronto el ruido de las ruedas contra el hormigón, que marca el recorrido de las tablas, se entremezcló con los sonidos emitidos por un grupo de obreros que, con la ayuda de una retroexcavadora, comenzaron a llenar de tierra y escombros la pista ubicada a unos metros, ante la mirada incrédula de profesores y alumnos.
Los profesores tenían sospechas de que esto podía suceder, ya que vecinos de la zona se lo habían alertado unos días antes. Les habían hecho conocer varios rumores, por ejemplo, que era una movida para construir un escenario. Sin encontrar explicaciones, se acercaron a los obreros y les preguntaron; ellos les dijeron que cumplían órdenes de una delegada del barrio y que formaban parte de una cooperativa.
Lo cierto es que hasta este jueves el bowl sigue inutilizable.
El bowl fue construido por la Secretaría de Integración Social y Urbana de la Ciudad (SISU), con la colaboración de una empresa privada. Son 13,5 metros de largo por 8,9 metros de ancho de hormigón, y en la parte más profunda llega al 1,8 metros de profundidad, que tienen poco que envidiarle a un campo de acción en el que riders profesionales despliegan sus habilidades.
La obra formó parte de un proyecto que incluye el equipamiento, la infraestructura de los bordes y la remodelación en general de la plaza. La inversión total fue de 30 millones de pesos.
Juan Salari, subsecretario de la SISU, explicó en diálogo con Infobae que se trató de una maniobra de “algunos vecinos de la zona” que, “con el aval de algún referente, tiraron tierra en el pozo” aunque "no rompieron el lugar”.
Si bien se trata de un espacio público, Salari descartó una posible denuncia: “La construcción de ciudadanía en el barrio lleva tiempo. Por suerte la gran mayoría de los vecinos tienen hábitos saludables y plantean relaciones maduras con nosotros en busca de integrar y urbanizar el lugar, de mediano a largo plazo”, comenzó a explicar el funcionario.
Y agregó: “Pero también hay algunos otros que tienen manías como estas y prefieren hacer cosas así, de prepo, para salirse con la suya. Nosotros siempre apelamos al diálogo para resolver estas cuestiones de forma pacífica. Pero si alguno sigue con estas iniciativas, se irá con una denuncia a su casa. Bajo ningún punto vamos a permitir que esto prospere”.
Al igual que otros proyectos, todas las obras cuentan con un mecanismo de valoración comunitaria y en el caso de espacios públicos, hay una fase de validación que se hace con referentes del lugar."Esas validaciones son complejas porque en el sector viven personas con distintos intereses y plantean distintos usos: algunos quieren juegos y hamacas, otros canchas de fútbol", contó el funcionario.
Eso mismo pasó en la Villa 31: “En principio, el bowl fue resistido. Esta obra había sido parada un par de veces. Pero son disputas que se plantean todo el tiempo en el barrio. Ahora hablamos con vecinos del lugar, les explicamos que este proyecto se había aprobado en su momento, y les dijimos que si tienen algo que conversar y cambiar se debe hacer dialogando con la Secretaría. Esta es una plaza para todos”, cerró Salari.
La pista se estrenó el 9 de octubre del año pasado con una demo, un encuentro que atrajo a varios de los mejores skaters del país y del extranjero. Aquella presentación cautivó a varios chicos, que continuaron practicando por su cuenta, sin la tutoría de expertos. Todo cambió a partir de enero de este año cuando un grupo de entusiastas tomaron la decisión de ocupar ese rol de manera voluntaria.
El proyecto educativo tiene nombre: “31 Escuela de Skate”. Actualmente son cerca de 40 los alumnos, de entre 3 y 16 años. A través del deporte, los impulsores explican que, más allá de contribuir a la urbanización de la comunidad, persiguen el objetivo de abrirle un abanico de posibilidades a los menores pensando hacia futuro.
También buscan inculcar un estilo de vida. Pretenden fomentar ciertos valores propios del skate como la amistad, la solidaridad, la responsabilidad, la convivencia, el esfuerzo, la perseverancia y el trabajo en equipo -enumeran quienes llevan adelante el proyecto-, al igual que afianzar el aprendizaje escolar y promover el desarrollo artístico.
En cuanto a lo puramente deportivo, la práctica se desarrolla principalmente en la cancha de fútbol. Allí los chicos y adolescentes aprenden a dar sus primeros pasos arriba de la tabla. Una vez más amañados, con mejor dominio de la tabla, el nivel de exigencia se eleva y los alumnos pasan a patinar en el bowl. Eso, por el momento, está imposibilitado.
Los trabajos de remoción y limpieza ya empezaron. Desde la SISU estiman que la pista estaría en condiciones para dentro de dos sábados.
De todas maneras, en todo este tiempo las clases no se interrumpieron y tampoco se suspenderá la cita del sábado próximo, a menos que las condiciones meteorológicas no lo permitan.
“De más está decir que perder un espacio para la práctica del deporte en este ámbito sería un retroceso y que hay un grupo de niños, niñas y adolescentes del barrio que quieren utilizarlo para andar en skate”, expresaron los profesores.
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