Dulce amor se llamaba la novela más amarga de su vida. Ella tenía que trabajar con Juan Darthés pero él la acorralaba, besaba e incomodaba con una prepotencia corporal que no estaba escrita en los guiones, ni marcada por la dirección. Ella le hablaba y le decía “no”. Y él, sin escucharla, sin frenar, sin tener en cuenta su palabra ni su angustia seguía como si no fuera una actriz, una mujer, una persona con la que trabajaba, sino un objeto frente al cual podía sobrepasarse.
Calu habló, lloró, pidió ayuda, escribió y no fue escuchada. Se fue de la novela y se fue del país en el 2012. Le inventaron romances, le dijeron que era frívola, la tildaban de poco responsable por dejar un culebrón y aceptar ofertas en el exterior. Tenía veinticuatro años.
Ahora, seis años después, Calu es otra, tan otra que se siente más cerca de muchas, de otras y de ella misma, también, pero esencialmente eleva su identidad con una palabra: dignidad. La puede decir en inglés –dignity- o la puede sentir en la profundidad del silencio y compartirla en la soledad más absoluta, sin señal, ni conexión, ni redes, desde donde se enteró del pedido de captura por violación agravada de la fiscalía nicaragüense a Juan Darthés, en Grecia.
Su rostro se humedeció de emociones. Pero ya no de erupciones. Poner el cuerpo no fue gratis. La agredieron, ridiculizaron y pusieron en duda en redes sociales y programas de televisión. Tuvo que enfrentarse a la querella del actor que la acusaba de haberlo perjudicado. Y que decía que iba a ir a la justicia para que se aclarara todo. Aunque después no se presentó, ni en diciembre del 2018, ni ante el pedido de captura por el caso de Thelma Fardin.
La justicia era una palabra que solo servía para amedrentar y hacerla pagar su defensa. No era para aclarar, sino para callarla. Pero ella habló con la decisión de no ir para atrás, ni perder su dignidad. Subió la cabeza.
Decidió apostar por ella, por la lucha contra la violencia machista y por un movimiento colectivo. El 8 de marzo de 2018 marchó en Buenos Aires, en el contexto del Paro Internacional de Mujeres, levantando un cartel que decía “No es no y eso no me hace una chica caprichosa”, pintado por su papá Guillermo y junto a su hermana Marou y el apoyo incondicional de su mamá Rita, con la que hilvana una película donde las mujeres tienen poder, sensibilidad e inteligencia.
El año pasado volvió a la televisión con “Campanas en la noche” que tuvo intentos de boicot. Hablar no es fácil. Y no es sin costos. “El machismo busca que tengas miedo”, reveló Calu. Y no es que está blindada o que no hay huellas de las heridas, sino que ella se reveló al miedo y creció gracias a su valentía.
Después de la denuncia de Thelma Fardin contra Juan Darthés muchos actores, productores y artistas le pidieron perdón, en público y en privado, porque ella inició una revolución, que en el mundo tiene los nombres de Ni Una Menos, Me too y Yo Te Creo Hermana.
Pero en Argentina se nombraba como un amor dulce a la prepotencia de la fuerza sin consentimiento filmada para ser consumida por miles de televidentes. Ellas soñaban con besos que ella se saca entre pesadillas. Porque el amor se decide, se acepta, se respeta. El arte también. Y la violencia no entra en ningún guión.
El juez del Décimo Distrito de lo Penal de Audiencia de Managua, Celso Urbina, pidió la captura internacional y detención de Juan Darthés (ahora de 55 años), por la violación agravada de Thelma Fardin (por la relación de confianza y superioridad), mientras realizaban la gira latinoamericana de la serie “Patito feo”, en Managua y cuando ella tenía 16 años.
El pedido de captura está basado en el Código procesal penal de Nicaragua; la Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer de Belem do Pará; la Convención sobre la Eliminación de todas las formas de Discriminación contra la Mujer (CEDAW, por sus siglas en inglés) y la Convención de los Derechos del Niño.
Darthés está domiciliado en Nordelta pero tiene pasaporte brasileño y se fue a vivir a San Pablo, donde las leyes locales le permitirían esquivar la detención, al menos hasta que salga del país o pueda realizarse el juicio en Brasil.
“Esto implica un antes y un después en la historia de la industria del entretenimiento de nuestro país”, valoriza Calu Rivero, desde Nueva York. Ella empezó a hablar. Se enfrentó a abogados mediáticos, sostener un juicio, los prejuicios y los embates. Después que ella se sumaron Anita Co –también querellada por Darthés- y Natalia Juncos. Las palabras de una hacían eco en las otras. Y las palabras lograron materializarse en un pedido de captura.
Calu Rivero impulsó el derecho a la palabra y dio su testimonio en la causa de Thelma Fardin en la Unidad Fiscal Especializada en Violencia contra las Mujeres (UFEM), en Buenos Aires, en uno de los elementos de prueba que fueron tenidos en cuenta por la fiscalía de Nicaragua para pedir su detención. Ella abraza a Thelma Fardin, Anita Co y Natalia Juncos y enmarca sobre la decisión judicial: “Es un respaldo para todas”.
-¿Dónde estabas y cómo te sentiste cuando te enteraste de que la fiscalía de Nicaragua había pedido la captura de la persona que te querelló a vos por contar las situaciones de incomodidad que viviste?
-Estaba volviendo de estar una semana en un seminario de actuación en el medio de la montaña, incomunicada, en Grecia. Estaba sola, en el hostel, cuando llamé a mi hermana para contarle la experiencia y ella me dijo “quiero contarte algo”. No pude parar de llorar. Lloré lloré, lloré como una niña, lloré hasta que pude ver cómo esa herida se cicatrizaba por completo, se hacía cascarita y se regeneraba en una nueva piel.
-¿Cómo te impacta ahora que ya está la reafirmación judicial de la orden de captura por violación agravada?
-Fue muy impactante cuando la fiscalía pidió la orden de captura. En ese momento pude ver claramente nuestra fortaleza materializada. Pero ahora sí... ¡lo pide la justicia! Esto implica un antes y un después en la historia de la industria del entretenimiento de nuestro país.
-¿El camino que recorriste desde que decidiste hablar cobra sentido? ¿Crees que, hasta ahora, la justicia nicaragüense escuchó a las víctimas?
-Hay un antes y un después en la justicia. Y este es un gran, gran paso y un respaldo para todas. Ya quedo atrás, quedó todo lo que pasamos públicamente y lo que vivimos a puertas cerradas. Las erupciones que me salían en la cara de los nervios, la angustia, la pérdida de identidad, la caída del pelo por no poder decir la verdad. Pienso en todo lo que tuvimos que pasar para hacer justicia con algo que no elegimos vivir. Agradezco y abrazo a Thelma y su fortaleza. Agradezco y abrazo a Nati Juncos y su fortaleza. Agradezco y abrazo a Anita Co y su fortaleza.
-Cuando te tuviste que ir del país te trataban despectivamente y negaban las razones de tu alejamiento a pesar de que las habías expresado. ¿Crees que ahora se entiende que lo que te pasaba no era una situación menor?
-Esto escribí en mi libro y describe perfectamente por lo que pasé cuando mi verdad estaba siendo desacreditada o puesta en duda: “Desnuda, así me sentí durante muchos años, desnuda y ultrajada, sin posibilidad de cubrirme ni de protegerme. No había atuendo que pudiera esconder lo que por dentro seguía invadiéndome. Intenté todo, pero no hubo forma de escapar. Tuve que enfrentar lo sufrido, aceptarlo y aceptarme, preguntarme y responderme las preguntas más básicas para comenzar la reconstrucción”. Hoy, con la reafirmación judicial del pedido de captura me siento más digna que nunca.
-¿Cómo te afectó la incomodidad a la que fuiste sometida y todos los prejuicios que cayeron sobre vos?
-Muchísimo. Con el tiempo pude ver que mientras más fuerte me mostraba más bullying recibía en la prensa y las redes sociales. Lo sufrí mucho en soledad. Desde el lugar que tengo intento con humildad cambiar la conversación cultural y hacer ver cuán dañino es el bullying en todas sus formas. Aprendí cómo tratar a las personas que me faltaban el respeto, aprendí a no tomármelo personal y entender que era parte de un comportamiento cultural de nuestro país. Las bromas burlonas, el ataque sutil, hacerte sentir vergüenza pública, la invasión del espacio personal está mal, es contagioso, lastima mucho y lo más escandaloso que tiene el escándalo es que uno se acostumbra.
-A partir de la denuncia de Thelma Fardin mucha gente te pidió perdón. ¿Hay más empresarios, productores, actores y periodistas que te deberían disculparse?
-Elijo hablar de mí y de mis experiencias. El silencio es miedo, a ser parte, a perder el trabajo y, con todo el amor, aunque me duela, lo entiendo.
-¿Qué significa para vos que te pidan perdón?
-El acto de humildad más grande y bello del mundo.
-Vos alzaste la voz por primera vez y, ante tus palabras, Anita Co, Natalia Juncos y Thelma Fardin sumaron su testimonio, y en el caso de Thelma la denuncia judicial por violación en Nicaragua. ¿Qué significado le das ahora a no callar y que eso tenga una repercusión tan fuerte en otras mujeres?
-Voz y propósito. Hablar para sanar y para que esto no le pase a nadie más. En mi libro escribí: “Hoy puedo volver hablar de mí, responder sobre mí y, sobre todo, respondérmelo a mí misma. No tengo interrogantes sin responder. Hoy he vuelto a mí y siento una inmensa gratitud, una necesidad de hablar, de mostrarme, porque ahora puedo verme. Siento otra vez el deseo de que me veas tal cual soy, de entregarlo todo, de disolverme en mi arte, de agradecer a los que estuvieron y acompañaron, y al universo entero la posibilidad de continuar siendo”. Hablar me sanó.
-A pesar de que habías contado tu incomodidad y la falta de freno cuando decías “no” y el avasallamiento a tu integridad, a él lo seguían convocando de grandes productoras. ¿No te escucharon, lo quisieron encubrir, no quieren que las mujeres hablen sobre la violencia machista o no querían tomar nota del cambio social que trajo el feminismo en la cultura?
-Quedó muy claro cómo actúa el machismo en nuestra sociedad, cómo tratan de amedrentarnos, cómo se cuidan entre sí. Hay un cambio social, hay justicia, hay una revolución. Y esta revolución no es solo para las mujeres. A cualquiera que haya sido privado de sus derechos, a alguien cuya historia no ha sido contada, se aplican los mismos principios. Realmente deseo que sigamos haciendo esta revolución juntos.
-¿Cuál es para vos el valor de la dignidad y por qué decidiste que la dignidad sea una nueva parte de tu identidad?
-Una persona digna se hace valer como persona, se trata con respeto hacia sí misma y hacia los demás y no deja que lo humillen ni degraden. Es una nueva parte de mi identidad porque hace tiempo que decidí ponerme en primer lugar y ya no estar disponible para situaciones que me hacen sentir una mierda. Soy una abanderada del respeto, combato el maltrato y la violencia en todas sus formas. Mi dignidad me salvó.
-Él dijo que fue a la justicia para que “todo se aclare” cuando te denunció. ¿Pero estaba dispuesto a que se investigue su comportamiento o solo quería atemorizarte y castigarte por haber hablado?
-El primer acto del machismo es amedrentarnos para callarnos.
-Vos fuiste una de las testigos clave en la recopilación de pruebas que se tomaron en la UFEM, en Buenos Aires, para que la justicia llegara a esta resolución. ¿Sentís que tu voz fue escuchada en la justicia?
-Sí, la justicia nos escuchó y este es un ejemplo de que todos dependemos de todos. Somos todos parte de un sistema que se transforma y permanece al mismo tiempo. Para que todo se transforme necesitamos de todos. Porque todos estamos conectados. Esta liberación ya empezó.
- ¿Cuál es tu mayor aprendizaje en estos años?
-Mi mayor aprendizaje fue ponerme en primer lugar, en vez de pensar tanto qué van a decir o pensar. Aprendí a defenderme, a admirar mi fortaleza y a respetar mi deseo. Soy consciente ahora de lo que quiero contar, cómo lo quiero actuar, del proyecto, del grupo, del mensaje, del todo. Gané en consciencia actoral, en densidad actoral interpretativa, en recursos, en estar atenta al servicio de qué pongo mi cuerpo y mi ser.
-¿Cómo cambió esta causa tu carrera, tus búsquedas, tu relación con tu cuerpo y las mujeres?
-Estoy descubriendo proyectos creativos que me invitan a pensarme distinto. Estoy en un momento de mucho autoconocimiento y creatividad explorando todas las posibilidades que tiene el arte para conectar. En el libro escribí: “Desnudarme para encontrarme, reconocerme para rearmarme, representar para no repetir jamás el dolor, mostrarme para que me veas sana de nuevo, explicitarme mujer para llegar a serlo” porque, como dijo Simone de Beauvoir, “No se nace mujer: se llega a serlo”.
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